Mi padre era Pablo Escobar
Tras 16 a?os en el anonimato, el hijo del narcotraficante colombiano Pablo Escobar se re¨²ne con los familiares de las v¨ªctimas que asesin¨® el cruel l¨ªder del cartel de Medell¨ªn
El colombiano Sebasti¨¢n Marroqu¨ªn, arquitecto de 32 a?os, se llam¨® Juan Pablo hasta los 16. Se cambi¨® el nombre cuando lleg¨® a Buenos Aires, en diciembre de 1994, en un viaje sin billete de vuelta. Su apellido era la raz¨®n. Sebasti¨¢n es el hijo de uno de los narcotraficantes m¨¢s temidos de Am¨¦rica Latina, Pablo Escobar Gaviria. Su padre hab¨ªa muerto abatido en una azotea en Medell¨ªn el 2 de diciembre de 1993. Sebasti¨¢n huy¨® del pa¨ªs con su madre y su hermana menor. Los tres cambiaron sus nombres para proteger su identidad, explica. La carga de conciencia por unos cr¨ªmenes que no cometi¨® motivaron que, despu¨¦s de 16 a?os, dejara el anonimato. S¨®lo para pedir perd¨®n.
"A los siete a?os, mi vida era la de un delincuente", recuerda Marroqu¨ªn en entrevista con este peri¨®dico. "Viv¨ªamos como fugitivos. Nos lleg¨® a ocurrir que est¨¢bamos escondidos con ¨¦l, rodeados de millones de d¨®lares y muri¨¦ndonos de hambre", afirma. Desde su exilio asumi¨® que su deber no era seguir los pasos de su padre. "Aprend¨ª que debo hacer exactamente lo opuesto a ¨¦l. Yo s¨ª quiero vivir".
"No fue f¨¢cil sentarse con una persona que es el hijo del asesino de nuestros padres", dice Rodrigo Lara Restrepo
"Era un buen padre. Me ense?¨® a andar en bici, ve¨ªamos Topo Gigio y jug¨¢bamos a f¨²tbol", recuerda Marroqu¨ªn
En los a?os ochenta, Pablo Escobar Gaviria fue el l¨ªder del cartel de Medell¨ªn.
"Nunca recuerdo haberlo visto con miedo", recuerda Marroqu¨ªn. Su padre lleg¨® a controlar el 80% del tr¨¢fico mundial de coca¨ªna y sus actos detonaron los a?os sangrientos del narcoterrorismo, que sumieron a Colombia en una espiral de violencia, muerte y dolor. Sus cr¨ªmenes suman miles de asesinatos, atentados con coche bomba, la explosi¨®n de un avi¨®n de pasajeros, la formaci¨®n de grupos de sicarios formados por ni?os de 11 a?os. Una macabra herencia que oblig¨® a su familia "a pagar su condena en nuestras vidas" y que motiv¨® a su hijo a pedir perd¨®n.
Por ello accedi¨® a la petici¨®n de Nicol¨¢s Entel, un realizador argentino de 34 a?os, empe?ado en filmar la vida de Pablo Escobar desde una perspectiva distinta. "No quer¨ªa hacer una pel¨ªcula de g¨¢nsteres. Quer¨ªa mostrar los efectos que dejaron sus actos en sus hijos y en los hijos de sus v¨ªctimas", explica Entel. Le llev¨® seis meses convencer a Marroqu¨ªn para que participara en el proyecto. El resultado final, el documental Pecados de mi padre, cost¨® cinco a?os y los ahorros de Entel, unos 750.000 d¨®lares. La cinta fue estrenada la semana pasada en el Festival de Cine de Mar del Plata (Argentina). Marroqu¨ªn no puso un centavo, pero el coste emocional fue colosal. Deb¨ªa volver la vista al pasado del que llevaba huyendo m¨¢s de 16 a?os. Y no s¨®lo eso. Tambi¨¦n sentarse al lado de los hijos del ex ministro de Justicia colombiano, Rodrigo Lara Bonilla, y del ex candidato presidencial Luis Carlos Gal¨¢n.
Entel dio el primer paso. Se acerc¨® a Rodrigo Lara Restrepo y a Carlos, Juan Manuel y Claudio Gal¨¢n para explicarles que hac¨ªa un documental sobre los hijos de las v¨ªctimas de la narcoguerra en Colombia. No fue sino hasta unos meses despu¨¦s que revel¨® la meta real del proyecto. "El primer acercamiento fue hace tres a?os y medio", recuerda Lara. "Me pareci¨® interesante que lo abordara desde el punto de vista de los hijos de las v¨ªctimas y del victimario. Muchos proyectos han sido hasta ahora muy amarillistas". Compartir mesa con el hijo de Pablo Escobar, sin embargo, no fue f¨¢cil. "Mostramos reticencia al inicio".
Para romper el hielo, el primer paso fue una carta. "Nunca tuve tanto miedo como hoy [...] ?C¨®mo le escribes a una familia a la que tu padre le caus¨® tanto da?o?", escribe Marroqu¨ªn. Pese a que los hijos de los asesinados recibieron con recelo el acercamiento, finalmente decidieron reunirse con el hijo del responsable de su tragedia. Pablo Escobar orden¨® matar a Lara Bonilla en 1984 y a Luis Carlos Gal¨¢n en 1989. Todos eran ni?os cuando los cr¨ªmenes. Lara Restrepo y Marroqu¨ªn s¨®lo se llevan un a?o. "No fue f¨¢cil sentarse con una persona que, aunque es inocente, es el hijo del asesino de nuestros padres", explica Rodrigo Lara Restrepo. "Vimos que era una v¨ªctima m¨¢s de su padre, por cargar con la culpa y la estigmatizaci¨®n
. No quiere decir que olvidemos las miles y miles de muertes que caus¨® el cartel de Medell¨ªn, pero es un paso hacia la reconciliaci¨®n". El hijo del malogrado ex ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla hoy es senador por el partido Cambio Radical (centro-derecha). "La reuni¨®n con Sebasti¨¢n es un paso importante, pero no es el final hacia la paz definitiva en Colombia".
Escobar no actuaba solo. Nicol¨¢s Entel comenta que, aun despu¨¦s del asesinato de Rodrigo Lara Bonilla en 1984, varios pol¨ªticos colombianos "lo buscaban para que financiara sus campa?as" y algunos Gobiernos latinoamericanos le concedieron refugio. El senador Lara coincide. "[Escobar] tuvo muchos c¨®mplices. Varios siguen libres y sus cr¨ªmenes, impunes. Falta mucho para decir que se ha alcanzado la justicia en mi pa¨ªs. Pese a que han pasado tantos a?os, el asunto no est¨¢ zanjado".
Para la familia del narcotraficante no ha sido f¨¢cil vivir bajo su sombra. "Hemos sufrido la condena de mi padre en vida", insiste. El exilio que les llev¨® a peregrinar por decenas de pa¨ªses para finalmente establecerse en Argentina. Su hermana menor, Manuela, fue expulsada de varios colegios despu¨¦s de que los padres de sus compa?eros se enteraran de su verdadera identidad. Su madre fue acusada en 1996 de lavado de dinero por dos millones de d¨®lares. Pas¨® a?o y medio en la c¨¢rcel y finalmente fue exonerada por la Justicia argentina. La familia vive con austeridad en Buenos Aires. Marroqu¨ªn comparte un piso de unos 60 metros con su esposa en contraste con la monumental fortuna de su padre, calculada en su momento entre cinco y diez mil millones de d¨®lares. El Gobierno colombiano confisc¨® m¨¢s de 240 propiedades del capo, incluyendo una hacienda de unas 2.800 hect¨¢reas con su propio aeropuerto y zool¨®gico. Marroqu¨ªn reconoci¨® que, en 2006, mafiosos colombianos obligaron a la familia a pagarles una cantidad no especificada de dinero para que los dejaran en paz.
El agente de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) Joe Toft comenta que, "probablemente, Escobar perdi¨® del 80% al 90% de su fortuna", pero sospecha que el narcotraficante guard¨® bienes en Europa y en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina que no fueron hallados. Marroqu¨ªn niega rotundamente las acusaciones. "Mi padre no hablaba de lo que hac¨ªa en su casa. Se preocupaba por nosotros y ten¨ªa muy claro lo que era su familia y lo que nos pod¨ªa poner en riesgo", asegura. Un art¨ªculo publicado en diciembre de 1993, d¨ªas antes de la muerte de Pablo Escobar, afirma que su familia hab¨ªa salido de Colombia con s¨®lo 6.000 d¨®lares. El propio Escobar, dos d¨ªas antes de morir, pidi¨® clemencia para su familia. En una llamada telef¨®nica con una radio colombiana, record¨® que "nunca se tild¨® de criminales a los familiares inocentes". Las autoridades colombianas consiguieron dar con su refugio precisamente por una llamada con su hijo.
?Era un buen padre? "?Claro!", exclama Marroqu¨ªn. Su voz refleja un orgullo in¨¦dito hasta ahora en la conversaci¨®n. "Tengo los mejores recuerdos. Me ense?¨® a andar en bici, ve¨ªamos a Topo Gigio, jug¨¢bamos al f¨²tbol", relata. El capo se refer¨ªa a su hija peque?a como "mi peque?a bailarina sin dientes". El director de Pecados de mi padre subraya "lo impresionante que es verlo [a Sebasti¨¢n] hablando de su padre". M¨¢s impresionante todav¨ªa, porque "entiende que el mismo padre que le le¨ªa los cuentos fue el responsable de la muerte de miles de personas. Sebasti¨¢n ha pasado toda su vida huyendo por esto, por eso es muy fuerte verlo regresar al pasado". Sebasti¨¢n no esconde en la cinta la distinci¨®n. Escobar, el padre, es "mi pap¨¢". Escobar, el narcotraficante, s¨®lo aparece por su apellido.
La reuni¨®n con los hijos de Lara y Gal¨¢n sirvi¨® para que, despu¨¦s de 15 a?os de vivir en el extranjero, Marroqu¨ªn volviera a su natal Medell¨ªn. Visit¨® la tumba de su padre. Pase¨®, no sin miedo, por sus calles. Teme que todav¨ªa algunos enemigos de su padre decidan cobrar venganza. "Una raz¨®n poderosa para pedir perd¨®n fue por los hijos que todav¨ªa no tengo. No quiero que se les acuse por lo que hizo su abuelo s¨®lo porque llevan su ADN", afirma.
La reuni¨®n con las familias de Lara y Gal¨¢n ha sido "vital", comenta, y el resultado, "una liberaci¨®n". "Yo no soy culpable de lo que ha ocurrido, pero deb¨ªa hacer algo. Ten¨ªa la convicci¨®n de que pod¨ªa alcanzar la paz". Piensa incluso que su padre habr¨ªa estado de acuerdo. "Creo que, donde quiera que est¨¦, se arrepiente de lo que ha hecho".
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