Dios no es inocente
Tras apoyar una pol¨¦mica campa?a en 2008, la frase "probablemente Dios no existe" sirve de base a Joan Carles Marset y Gabriel Garc¨ªa Volt¨¤ para reivindicar la vigencia del ate¨ªsmo
Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial dio la impresi¨®n de que la religi¨®n iba a quedar reducida a una reliquia del pasado y a una pr¨¢ctica privada y familiar sin apenas impacto social. Especialmente en Europa parec¨ªa que la utop¨ªa de la vida plena y feliz podr¨ªa alcanzarse en este mundo, en Occidente, con el disfrute de la sociedad de consumo, y en Europa oriental, gracias a la edificaci¨®n del socialismo. La llegada de la crisis econ¨®mica a mediados de los a?os setenta puso de manifiesto las contradicciones de ambos modelos y dio alas a los que a¨²n combat¨ªan contra una moral laica y un mundo sin Dios. Empezaba una contrarrevoluci¨®n fundamentalista que iba a inundar buena parte del planeta. Los fundamentalistas de cualquier religi¨®n defienden que sus textos sagrados son la expresi¨®n literal de una Verdad Absoluta inspirada directamente por Dios y se comprometen en una lucha por conseguir que tanto la vida social como la pol¨ªtica respondan a esas verdades inmutables y eternas. Los males sociales tienen como causa el pecado y el alejamiento de Dios -una idea bien medieval-. Las soluciones hay que buscarlas en Dios porque s¨®lo en ?l hay respuestas seguras. Es ¨¦sta una visi¨®n del mundo un poco "colectivista": no importan ni el origen ¨¦tnico, ni el familiar, ni el social. Las convicciones religiosas y el modo de vida sirven de argamasa social y diluyen las diferencias. No obstante, pronto se descubre en sus programas una fuerte nostalgia del pasado y lo que podr¨ªamos calificar de un "igualitarismo de derechas". En muchos lugares los fundamentalistas est¨¢n firmemente en contra del aborto y la homosexualidad, exigen el mantenimiento de la familia tradicional y de un sistema educativo que expulse de las aulas el darwinismo y cualquier interpretaci¨®n del mundo ajena o contraria a los textos sagrados.
La religi¨®n, durante largos periodos de la historia de la humanidad, ha sido un eficaz instrumento de dominaci¨®n
?Por qu¨¦ se mantienen a¨²n hoy las religiones en la conciencia de los seres humanos cuando parece que son abiertamente contradictorias con todas las certezas del mundo actual? La respuesta es tan compleja como compleja es la realidad social en la que vivimos. En el mundo actual hay m¨¢s de mil millones de personas en una situaci¨®n de pobreza desesperante, el analfabetismo sigue siendo una plaga en muchos lugares y en amplias zonas del planeta los gobiernos y las clases dirigentes siguen confiando en la religi¨®n como mecanismo de control social, por lo que favorecen y financian su difusi¨®n. La familia constituye tambi¨¦n un semillero fundamental de nuevos creyentes. Su impacto sobre ni?os y j¨®venes es muy grande, sobre todo si la religi¨®n familiar es tambi¨¦n la socialmente dominante. Esta doble presi¨®n es casi irresistible, una aut¨¦ntica jaula de hierro de la que es dif¨ªcil escapar. El mejor ejemplo de lo dicho es el mundo isl¨¢mico actual, en el que se juntan todos los factores del problema: un escaso impacto del liberalismo pol¨ªtico y de la modernizaci¨®n socioecon¨®mica, frecuentes crisis pol¨ªticas motivadas en parte por un conflicto cr¨®nico con Occidente y una religi¨®n que impregna desde hace muchos siglos toda la vida social. Es en el mundo isl¨¢mico -y en Estados Unidos- donde el integrismo ha encontrado m¨¢s adeptos. El texto cor¨¢nico est¨¢ m¨¢s all¨¢ del tiempo, de las especificidades culturales, de los cambios sociales y de los contextos pol¨ªticos. Su interpretaci¨®n y su aplicaci¨®n no pueden ser objeto de ninguna aclimataci¨®n ni adaptaci¨®n. Las disposiciones cor¨¢nicas son v¨¢lidas en todo tiempo y en todo lugar, son universales e intemporales. No se puede tener raz¨®n contra Dios. Durante siglos el cristianismo europeo bebi¨® de las mismas convicciones y aplic¨® id¨¦nticas f¨®rmulas. La jerarqu¨ªa cat¨®lica tampoco defiende en la actualidad ideas muy distintas: las leyes del Estado tienen que ajustarse al orden natural querido por Dios, que prevalece sobre la inconstante y fr¨¢gil voluntad humana. Es decir, los obispos se reservan la ¨²ltima palabra sobre la legitimidad del ordenamiento jur¨ªdico democr¨¢tico que no puede ir contra Dios, o sea, contra los intereses de la jerarqu¨ªa cat¨®lica.
?Es o ha sido necesaria y ¨²til la religi¨®n? Tambi¨¦n ¨¦sta es una pregunta de dif¨ªcil respuesta. Todos tenemos una opini¨®n personal a esta pregunta y con frecuencia nuestras apreciaciones no son coincidentes. Planea sobre esta cuesti¨®n casi siempre la formaci¨®n intelectual del que opina. Una mente tan l¨²cida como la de Richard Dawkins da una respuesta claramente biol¨®gica y determinista a la cuesti¨®n en su libro El espejismo de Dios. Para ¨¦l, la religi¨®n ha sido una gran derrochadora de recursos materiales y humanos a lo largo de la historia. Aparentemente, millones de personas han muerto por su culpa y es dif¨ªcil justificar el despilfarro que significan las pir¨¢mides de Egipto o las catedrales g¨®ticas -si Dawkins se plantease tambi¨¦n para qu¨¦ han servido palacios como el de Versalles, quiz¨¢ se pondr¨ªa en la pista de la buena respuesta-.
(...) Las religiones han sido -y son- ideolog¨ªas, es decir, creencias y conceptos que explican el conjunto del mundo a quienes las sustentan. Como ya demostr¨® Marx, las ideolog¨ªas no son ni inocentes ni neutrales. Las ideolog¨ªas son frecuentemente mecanismos de dominaci¨®n de las clases dirigentes. ?stas presentan sus intereses al conjunto de la sociedad como los intereses de todos para reforzar su hegemon¨ªa. La ideolog¨ªa ayuda a la clase dominante a verse a s¨ª misma como detentadora del poder y de la riqueza por m¨¦ritos propios y desarrolla en la conciencia de las clases subalternas la convicci¨®n de que viven en un mundo quiz¨¢ injusto, pero inmutable, en el que es mejor obedecer que resistir. En este sentido, las catedrales y los palacios como Versalles ten¨ªan un fuerte valor simb¨®lico, porque expresaban con gran majestad y belleza el poder y la superioridad de la clase dirigente ante las clases dominadas, al mismo tiempo que halagaban la vanidad de las primeras y hac¨ªan su vida mucho m¨¢s confortable. El poder de los s¨ªmbolos puede ser m¨¢s efectivo que el de las bayonetas. ?sta ha sido una funci¨®n clave -aunque desde luego no la ¨²nica- de la religi¨®n en largos periodos de la historia de la humanidad: ser un eficaz instrumento de dominaci¨®n. Por otro lado, ya sabemos que los muertos atribuidos a la locura religiosa ten¨ªan frecuentemente otros asesinos, aunque la religi¨®n pudiese servir como coartada ideol¨®gica y justificaci¨®n moral de cualquier atrocidad. Para explicar seg¨²n qu¨¦ cosas es m¨¢s ¨²til la historia que la biolog¨ªa.
?Y cu¨¢l es la utilidad de la religi¨®n hoy? En los pa¨ªses econ¨®micamente desarrollados y cultos, la f¨ªsica y la biolog¨ªa la han sustituido desde hace tiempo como interpretaci¨®n del mundo. Las religiones han reconocido su derrota -aunque hay excepciones como Estados Unidos, donde los creacionistas siguen librando una guerra imposible en favor del G¨¦nesis- y se han refugiado en su papel de consoladoras del dolor humano y orientadoras morales. En esta ¨²ltima funci¨®n tienen depositadas sus ¨²ltimas esperanzas de supervivencia y en este campo siguen consider¨¢ndose depositarias de una verdad ¨²ltima, intangible, que est¨¢ por encima de las verdades transitorias, ef¨ªmeras, ilusorias de la sociedad humana.
Probablemente Dios no existe, de Joan Carles Marset y Gabriel Garc¨ªa Volt¨¤. Ediciones Bronce. Fecha de publicaci¨®n: 24 de noviembre. Precio: 17 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.