Cuando 20 a?os es mucho
Los ni?os emiten un berrido estridente: "?iiiii-iiii!". A pleno pulm¨®n. Sin respiro. Lo gritan desde todos los rincones del patio de la Escuela P¨ªa, en Barcelona: "?iiiii-iiii!". Un momento. Se intuyen tres consonantes que luego se diluyen entre las ondas. "?Riii-cky!", chillan. Quieren llamar su atenci¨®n. Que les mire. Que les salude y les firme un aut¨®grafo en un bloc, en el bal¨®n, en las zapatillas. Las adolescentes, maquilladas y con la mochila ca¨ªda, persiguen con el m¨®vil en un pu?o a un chaval impasible de 1,90. Media melena casta?a. Caminar pausado. Ricard Rubio, 19 a?os, la gran promesa del baloncesto. El traspaso m¨¢s caro de la historia en Europa. El chico que debut¨® en la ACB, la Liga de baloncesto, a los 14. Nunca nadie lo hizo tan pronto.
"Si alguien me reconoce por la calle y se sabe mi nombre, le doy un abrazo" (Clara Lago)
"?l no tiene l¨ªmites. Si no se cansa de jugar, es imparable" (Marc Rubio, sobre su hermano Ricky)
"Mientras mis amigos ve¨ªan pok¨¦mon, yo me tragaba a los hermanos Marx" (Clara Lago)
R¨¢pido como un rayo en la cancha, voraz, el¨¦ctrico. Correcto y tranquilo fuera de ella. Ricky recorre el patio de colegio vestido de ch¨¢ndal blaugrana con los dem¨¢s jugadores del Regal FC Barcelona. Han echado unas canastas con los alumnos. Promoci¨®n del club. En la ronda de fotograf¨ªas con cada curso, su presencia ha desatado un guirigay descomunal. No lleva ni un mes entrenando con su nuevo equipo, pero el chico de El Masnou (Barcelona) centra todos los focos. Un enjambre de chavales lo acompa?a de un lado a otro. "Nunca antes hab¨ªa viajado con una estrella de rock", ha comentado sobre el fen¨®meno Pete Mickael, uno de sus nuevos compa?eros.
Ricky se encoge de hombros y dice: "?Presi¨®n? No pienso en ello. Donde tengo que demostrar es en la cancha. Trabajar d¨ªa a d¨ªa. Dejarme la piel cada minuto que juegue, cada segundo que entrene". Lo comentar¨¢ poco antes de marcharse a la Escuela P¨ªa. Sus entrevistas se han visto abocadas a la brevedad de las megaestrellas. Desprende madurez, pero responde, en general, con obviedades. Un poco como los futbolistas. Resulta comprensible. Su familia lo protegi¨® en la adolescencia, y s¨®lo comenz¨® a enfrentarse a la prensa al cumplir los 18. La expectaci¨®n era enorme. Ahora, con su cotizaci¨®n en m¨¢ximos, las citas se suceden. Apenas tiene un par de horas antes del siguiente compromiso. As¨ª que habla mientras le maquillan, le atusan el pelo y le untan vaselina en los labios para la sesi¨®n de fotos.
Al otro lado del espejo, fuera del camerino, la actriz Clara Lago bromea con gracia y con las piernas al aire. Ser¨¢ su compa?era de viaje ante la c¨¢mara. Lo espera revoloteando entre prendas de lencer¨ªa y camisetas muy sueltas. Con el pelo h¨²medo y los ojos inmensos. La sesi¨®n, dice uno por ah¨ª, va a ser "subida de tono". Hay un colch¨®n en el suelo del estudio de fotograf¨ªa. Cuando Ricky sale del vestuario, pone cara de p¨®quer ante el panorama. Y seguir¨¢ con esa cara mientras duren los disparos y las indicaciones: "Ahora esta postura, ahora esta otra". Al chico no se le ve c¨®modo, pero responde con la mayor dignidad posible.
A clara lago, en cambio, le sobra desparpajo, sentada a horcajadas sobre el deportista. Lo abraza, arquea la espalda, no le cuesta poner este u otro gesto. Disfruta. Con diez a?os apareci¨® por primera vez en una serie de televisi¨®n. Con once, le dieron el papel protagonista de El viaje de Carol (2003), de Imanol Uribe, que le vali¨® la candidatura al Goya como mejor actriz revelaci¨®n. Desde su deb¨² ha rodado siete pel¨ªculas y siete series. Una carrera cuidada con mimo. Eligiendo bien los papeles para no equivocarse. Ha trabajado, aparte de con Uribe, a las ¨®rdenes de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n. Y su pr¨®xima pel¨ªcula, El mal ajeno, la produce Alejandro Amen¨¢bar, sobre un gui¨®n de Daniel S¨¢nchez Ar¨¦valo.
Ha caminado por la industria cinematogr¨¢fica sin presi¨®n. Sacando buenas notas en clase. Siempre aconsejada por sus padres, con quienes sigue viviendo. Clara Lago no es Marisol, para que nos entendamos. "Si alguien me reconoce por la calle y se sabe mi nombre, le doy un abrazo", dice sobre su fama. Tiene 19 a?os, como Ricky. Dos carreras extraordinarias a esa edad en la que la mayor¨ªa anda medio perdido, con la adolescencia en los talones, y decide si seguir estudiando (o no), empieza a votar (o no) y el carn¨¦ de conducir se convierte en la conversaci¨®n fetiche (los dos se lo sacaron hace poco). Cierto que son solteros, como el 99,6% de chicos de entre 19 y 21 a?os, seg¨²n datos del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas. Pero a esa edad s¨®lo el 12,3% vive exclusivamente de sus ingresos. Una amplia minor¨ªa (el 39,2%) no ha trabajado en su vida, y el 40,7% vive de los ingresos de otras personas.
Ricky y Clara han trabajado desde hace tiempo, si es que hacer lo que a uno le gusta, casi como un juego, se puede llamar trabajo. Son rostros identificables por su generaci¨®n. Un ejemplo para muchos. Acumulan una larga experiencia en dos de las disciplinas que m¨¢s calan entre los j¨®venes. El cine. El deporte. Pero tambi¨¦n los separa un abismo. ?l es una estrella del rock. Firmaba aut¨®grafos a los 14. Ella pelea a su ritmo por abrirse un hueco en el oscilante mundo de la interpretaci¨®n, donde pasar de ser considerada "una ni?a" a un "rostro adolescente" ya cuesta trabajo. El tr¨¢nsito a la madurez suele dejar un reguero de juguetes despanzurrados en el camino.
"Clara es el ejemplo de una actriz infantil bien llevada. Con sus padres pendientes, siempre ha trabajado en productos de calidad", dice el prestigioso director de casting Luis San Narciso. ?l fue quien la toc¨® con su varita m¨¢gica a los nueve a?os. Vio un v¨ªdeo suyo y qued¨® fascinado. "En aquella grabaci¨®n, Clara narraba un cuento a c¨¢mara. Lo contaba con tanta verdad, con esos ojos enormes... Dije: '?Traedme a esa ni?a!". San Narciso, padrino de carreras brillantes, se moja: "Le auguro un buen futuro. Es profund¨ªsima. Tiene talento y es disciplinada, adem¨¢s de bella y muy fotog¨¦nica".
Clara apura un cigarrillo de liar a la puerta del estudio de fotograf¨ªa. Habla por los codos, y el pitillo se le apaga constantemente. La madre de Clara es cuentacuentos. El resto ha sido cosa suya. Lo del v¨ªdeo, por ejemplo. Ocurri¨®, como suceden estas cosas, mitad por azar, mitad por audacia. Un d¨ªa, tomando algo con sus padres en un bar, coincidieron con una conocida, Estefan¨ªa Rueda, que trabajaba en la productora Globomedia. "La ni?a lo ten¨ªa clar¨ªsimo. Se me acerc¨® y me dijo que quer¨ªa ser actriz", recuerda Rueda. "Me llam¨® la atenci¨®n que hablaba y hablaba, sin ning¨²n tipo de inseguridad. La madre le dijo que, si de verdad quer¨ªa ser actriz, ten¨ªa que ser ella quien se lo trabajase. ?Y al poco, la ni?a me llam¨® por tel¨¦fono!". Grab¨® una prueba de c¨¢mara y lleg¨® hasta los ojos de Luis San Narciso.
Ricky, con diez a?os, tom¨® una de las decisiones m¨¢s determinantes de su vida. Hasta entonces jugaba al f¨²tbol y al baloncesto. "No pod¨ªa seguir con ambos porque entren¨¢bamos tres d¨ªas a la semana. Y como los de mi colegio se iban todos al f¨²tbol, opt¨¦ por el f¨²tbol. Estuve dos o tres meses y no me acab¨® de gustar", dice. La gen¨¦tica y el ambiente tambi¨¦n definieron la cara de la moneda. Su padre, Esteve Rubio, entrenaba al equipo de baloncesto de Matar¨®. Ricky dice que entre su nebulosa de recuerdos, esa bruma a medio camino entre la memoria y lo que nos han contado, se encuentra en un carrito de beb¨¦ empujado por su madre, Tona Vives, mientras ve entrenar a su padre. Y luego est¨¢ su hermano mayor, Marc, que fue marcando los hitos antes que ¨¦l. Otro recuerdo: "Yo estoy en la grada. En la imagen tengo unos cuatro a?os. Mi hermano est¨¢ botando el bal¨®n en la cancha. Juega en el Masnou".
En ese club, que entonces dirig¨ªa Josep Maria Margall, m¨ªtico ex jugador del Joventut de Badalona y plata ol¨ªmpica en Los ?ngeles 84, comienza la leyenda. "A los cinco a?os, Ricky ya se met¨ªa en los entrenos con su hermano", rememora Margall. "Iba todo el d¨ªa con el bal¨®n, botando con las dos manos. Hab¨ªa que estar ciego para no ver que se iba a convertir en un gran jugador".
Por los alrededores se empez¨® a o¨ªr hablar de un cr¨ªo que resolv¨ªa partidos con chavales dos a?os mayor que ¨¦l. La fama de su hermano Marc le preced¨ªa. En Badalona, municipio vecino de El Masnou, se encuentra una de las canteras de jugadores m¨¢s prol¨ªficas, la del Joventut. Hasta sus o¨ªdos lleg¨® el rumor de dos hermanos terror¨ªficos en las canchas de minibasket. "La primera vez que vimos a Ricky fue cuando quisimos fichar a su hermano", cuenta Marc Calder¨®n, uno de los entrenadores de las categor¨ªas inferiores del Joventut. "Al padre le dijimos que el peque?o tambi¨¦n ten¨ªa buena pinta". Primero entr¨® Marc. A los dos a?os, con 13, lleg¨® Ricky. "Desde el principio pens¨¦ que era un elegido", dice Calder¨®n. "No tiene miedo, es diferente. Un superdotado del baloncesto. Mejoraba a un ritmo incre¨ªble. Y no parar¨¢. Busca la perfecci¨®n. Tiene capacidad de liderazgo... Recuerdo una final de infantil. Antes del partido, me mir¨® y me dijo: 'Marc, seguro que ganamos". Ganaron.
Poco despu¨¦s, A¨ªto Garc¨ªa Reneses, el entrenador del primer equipo, lo vio sentado en la grada siguiendo un calentamiento. Le pregunt¨® si quer¨ªa unirse, pero Ricky iba en alpargatas. Guillem Ravent¨®s, un compa?ero de la cantera, le prest¨® las deportivas. Y se uni¨® al entrenamiento un verano de 2005. En oto?o, poco antes de cumplir 15, A¨ªto le hizo debutar en la ACB. Ese a?o jug¨® 14 partidos al m¨¢s alto nivel. El verano siguiente, el chico que le prest¨® las zapatillas se mat¨® en un accidente de moto. Desde entonces, Ricky mira al cielo y lo se?ala cada vez que sale a la cancha, como diciendo: "Guillem, estoy donde estoy gracias a ti". Aquel verano, durante la final del Europeo sub 16, encest¨® un triple desde el centro del campo en el ¨²ltimo segundo. Las im¨¢genes dieron la vuelta al mundo. Espa?a iba tres abajo en el marcador contra Rusia. A pase de fondo, Ricky recoge el bal¨®n y lo lanza entre tres adversarios. Tres. Dos. Uno. La bola traza una par¨¢bola magn¨ªfica y cruza el aro. Forz¨® la pr¨®rroga. Ganaron. "Es un buen recuerdo", dice. "He visto esa canasta varias veces para no olvidarla". Aquella bola, ha comentado en alguna ocasi¨®n, la gui¨® su amigo Guillem desde el otro lado.
Detr¨¢s de la magia se esconde un trabajo obsesivo, cuentan quienes han seguido su evoluci¨®n. "Ricky tiene los objetivos muy claros. Y una gran determinaci¨®n para superarlos. Se toma cada error como un reto. Quema las etapas a toda velocidad. Mejora cada d¨ªa", dice Marcel Roca, otro de sus entrenadores en la cantera de Badalona. "No tiene l¨ªmites", considera su hermano Marc, que ahora juega en el Adepal Alc¨¢zar, equipo de tercera categor¨ªa. "Si no se cansa de jugar, es imparable. Para ¨¦l, el baloncesto es un juego, no un trabajo". Ricky comenta: "Creo que cada d¨ªa puedo mejorar. Peque?os detalles para llegar a la perfecci¨®n. Jugadores que hayan llegado a la perfecci¨®n... S¨®lo creo que haya uno: Michael Jordan".
Si Clara pudiera elegir una carrera, escoger¨ªa otra estadounidense. "Por ponerme a desear... La de Meryl Streep, un ejemplo de actriz y de mujer. Yo aspiro a poder vivir de esto. A tener una buena carrera, no a hacer cualquier cosa". Estos d¨ªas no tiene ning¨²n gui¨®n entre manos. No le preocupa: "Como no tengo que pagar un alquiler, puedo decir que no a ciertos proyectos".
El director Imanol Uribe cuenta impresionado las an¨¦cdotas de una ni?a de once a?os seria y met¨®dica. En El viaje de Carol coincidieron el actor Juan Jos¨¦ Ballesta y ella. "Eran extremos opuestos", recuerda Uribe. "Ballesta, pura improvisaci¨®n, no paraba de moverse hasta que le tocaba entrar en escena. Clara, en cambio, me ped¨ªa siempre media hora de concentraci¨®n antes de rodar". Ella no hab¨ªa pasado por ning¨²n curso de interpretaci¨®n. Le sal¨ªa de dentro. Dice: "Mientras mis amigos ve¨ªan Pok¨¦mon, yo me tragaba a los hermanos Marx". La Pen¨¦lope Cruz de La ni?a de tus ojos (1998) la dej¨® noqueada. "Sal¨ª enamorada de ella y de todo lo que hac¨ªa. Ped¨ª a mis padres que me compraran la pel¨ªcula. Me la vi 200 veces. Me aprend¨ª la canci¨®n, el baile...". Repet¨ªa sus gestos y su forma de hablar. "De peque?a", asegura, "absorb¨ªa completamente a todos los personajes".
Despu¨¦s de pisar la alfombra roja de los Goya y saludar a Pe en persona, se apunt¨® a la escuela de Juan Carlos Corazza, de cuyas aulas han salido actores como Javier Bardem. Papel a papel, fue creciendo, compaginando cine y tele, porque as¨ª se curten los actores adolescentes en Espa?a. En El juego del ahorcado (2008) apareci¨® en cueros por primera vez. Un punto y aparte. En la pel¨ªcula interpreta varias secuencias de alto voltaje junto a ?lvaro Cervantes y descubre un cuerpo atractivo y poderoso. Su compa?ero de reparto dice: "En la pel¨ªcula hay otras escenas m¨¢s fuertes a nivel emocional. Pero el sexo, creo, marca un poco el cambio de registro. Es dar un paso m¨¢s, alejarse de los papeles de ni?a o adolescente. Ella hace un trabajo de actriz ya madura".
En baloncesto, la mayor¨ªa de edad se mide a ritmo de NBA. All¨ª corren los mejores caballos: los Gasol, Rudy Fern¨¢ndez, Jos¨¦ Manuel Calder¨®n... Desde que Ricky meti¨® aquel triple desde medio campo, su entorno especulaba con el salto a la mejor liga del mundo. En junio lleg¨® la gran cita. Se present¨® al draft, donde los equipos eligen a los novatos. Los analistas situaban al espa?ol en los tres primeros puestos. Y, como en la NBA los sueldos son fijos, en funci¨®n del orden en el que uno salga elegido, una mejor posici¨®n le asegurar¨ªa una suma m¨¢s jugosa. La idea era pagar con el sueldo la cl¨¢usula de rescisi¨®n del Joventut (5,7 millones). Una hipoteca para jugar con los mejores. Pero sali¨® el quinto, elegido por Minnesota Timberwolves. Detr¨¢s de lo esperado. Y comenz¨® un culebr¨®n tipo f¨²tbol intergal¨¢ctico, con batallas judiciales y rumores. Se lleg¨® a decir que igual se quedaba toda la temporada en la grada. "Pas¨¦ momentos malos", reconoce.
Cuando el Bar?a dio un pu?etazo (con 4,2 millones) sobre la mesa, ya era septiembre y el jugador se encontraba en Polonia, preparando el Eurobasket con la selecci¨®n espa?ola. Ganaron el oro. A la vuelta, en uno de sus primeros partidos con el nuevo equipo, se enfrent¨® contra sus ex compa?eros del Joventut en la final de la Liga catalana. Los aficionados de la Penya lo recibieron con una pitada. ?l cuaj¨® un juego exquisito y se llev¨® el trofeo al jugador m¨¢s valioso. "Este a?o aspiro a ganar todos los t¨ªtulos. Fichar por el Bar?a ha sido la decisi¨®n m¨¢s importante de mi vida". Y recalca: "Hasta el momento".
Su madre, Tona, dice que era arriesgado meterse en un l¨ªo de avales para poder dar el salto. Y que tampoco le parece mala idea que su hijo se quede a¨²n cerca del nido. "Las personas se olvidan de que es todav¨ªa muy joven. No hay ninguna prisa". ?l asume que todo lo que ha cruzado este verano le ha ayudado a madurar. Ha dado el primer paso hacia la emancipaci¨®n y se ha alquilado un piso en Barcelona. Pero sigue yendo a casa de sus padres a comer, a lavar la ropa y a dormir de vez en cuando. En El Masnou tambi¨¦n compr¨® una casa para estar con los amigos de toda la vida. "Jugamos a la play. Tengo un pimp¨®n... Lo bueno de mis amigos es que si hago algo mal, se enfadan. Es muy importante saber de d¨®nde vienes. Y no juntarte con gente que quiere estar a tu lado por el ¨¦xito...". A la estrella del rock del baloncesto le interrumpe su representante. Lleg¨® la hora de las fotos. El colch¨®n lo espera tirado en el suelo. Mientras Ricky pone cara de p¨®quer, Clara se concentra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.