El imperio de la tecnolog¨ªa
Tiene Lepage un p¨²blico entusiasta y fidel¨ªsimo, que admira su manera de contar historias a trav¨¦s de cambios escenogr¨¢ficos constantes. Su teatro es puro cine. En El drag¨®n azul, nos lleva de un avi¨®n al aeropuerto y de all¨ª al metro, a una galer¨ªa de arte y a decenas de lugares materializados con un despliegue tecnol¨®gico que nos ahorra usar la imaginaci¨®n. Quienes gustan de lo tangible, tienen en ¨¦l un ¨ªdolo en los ant¨ªpodas de Grotowski, Brook y la escuela del espacio vac¨ªo.
Su trabajo es t¨¦cnicamente impecable, y exigente con los int¨¦rpretes, obligados a evolucionar en un escenario en mutaci¨®n permanente. Marie Michaud, Henri Chass¨¦ y Tai Wei Foo son magn¨ªficos: entre los tres se meriendan una funci¨®n complej¨ªsima, pero g¨¦lida, cuyo verdadero protagonista es Michel Gauthier, autor de una ingenier¨ªa escenogr¨¢fica no corp¨®rea que con transformaciones m¨ªnimas pasa del plano ¨ªntimo a la panor¨¢mica.
EL DRAG?N AZUL
Marie Michaud y Robert Lepage. Direcci¨®n : R. Lepage. Teatro de Madrid. Hasta el 23 de noviembre.
En El drag¨®n azul hay mucho que admirar, tiempo para pensar en otras cosas y una sola escena emocionante: cuando su beb¨¦ rompe a llorar y Xiao Ling, esclava de su trabajo, pone la m¨²sica a tope para ahogar su llanto. Ese momento de verdadero teatro deja en nada todo el despliegue de pantallas, cintas m¨®viles, paneles a contraluz y cachivaches variopintos de ¨²ltima generaci¨®n. Sab¨ªamos, porque se estren¨® en Salamanca el a?o pasado, que Lepage no pasar¨¢ a la historia por este espect¨¢culo. En Madrid hemos visto pr¨¢cticamente todo lo que ha hecho desde 1997. Bueno ser¨ªa que el Festival de Oto?o repartiera un poco m¨¢s el juego.
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