La rabia que delat¨® a Mainar
La Guardia Civil reafirma durante el juicio la autoinculpaci¨®n del presunto asesino del alcalde de Fago
Pendiente arriba desde Fago, siguiendo la divisoria de los montes, se encuentra el paraje de La Muga, una zona que el guarda forestal Santiago Mainar recorr¨ªa a menudo debido a que era un sector de paso del oso, especie en peligro de extinci¨®n. El 12 de enero de 2007, al pasar por all¨ª, Mainar se top¨® de nuevo con esa escopeta de caza que ya hab¨ªa visto varias veces, siempre oculta bajo una manta. Probablemente la escond¨ªa ah¨ª un cazador furtivo.
Pero esta vez Mainar, presunto asesino del alcalde da Fago, no pas¨® de largo. Se la llev¨® a casa. Sinti¨® "un impulso raro" y se acord¨® de los continuos conflictos que manten¨ªa con el alcalde de su pueblo, Miguel Grima, que llevaba casi 10 a?os en el cargo. Fue como si de repente se le juntara toda la rabia contenida desde a?os contra el regidor, al que supuestamente tendi¨® la emboscada mortal que confes¨® a la Guardia Civil el 2 de febrero de 2007, 20 d¨ªas despu¨¦s del asesinato.
Los detalles del crimen que Mainar confes¨® ante la Guardia Civil, y de los que despu¨¦s se desdijo ante el juzgado, son la prueba principal que le incrimina en el juicio que se sigue contra ¨¦l en la Audiencia de Huesca. Y son la base del documento que vertebra el gui¨®n que siguen el fiscal y las acusaciones, que piden para ¨¦l 21 a?os de c¨¢rcel por asesinato y tenencia il¨ªcita de armas. 23 folios escritos a mano que el abogado de Mainar trata ahora de desvirtuar en cada jornada del juicio.
La confesi¨®n de culpabilidad fue transcrita por Inmaculada, una joven agente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, en la propia casa de Mainar. Y de ella dio fe p¨²blica un secretario judicial que hab¨ªa acudido al domicilio para efectuar un registro.
Mainar, seg¨²n transcribi¨® la agente, "se acord¨® de lo que califica como el desastre del arreglo de la pista de San Juan y que fue Miguel Jos¨¦ Grima el que dirigi¨® los trabajos que se hicieron all¨ª". ?l pasaba por all¨ª a diario y el estado de la v¨ªa fue la "gota que colm¨® el vaso". Fueron las razones que cont¨® a los agentes y que, seg¨²n dijo, le hab¨ªan empujado a cometer el crimen.
Al d¨ªa siguiente de su declaraci¨®n, los agentes le llevaron al lugar de los hechos y corroboraron los detalles de la confesi¨®n. Algunos tan certeros que s¨®lo pod¨ªa saberlos el asesino. "?C¨®mo no lo voy a matar? Mira c¨®mo est¨¢ la pista", espet¨® a los agentes.
Inmaculada tambi¨¦n dej¨® constancia, a lo largo de 23 folios, de que Mainar afirm¨® que, con la escopeta en su poder, pas¨® por casa para coger un cartucho, que se lo meti¨® en el bolsillo y que baj¨® a pie carretera abajo en direcci¨®n al pueblo vecino de Majones, hasta que encontr¨® un lugar "desde donde se pod¨ªan observar las luces de los veh¨ªculos que se aproximaban". All¨ª coloc¨® unas piedras atravesadas sobre la calzada y esper¨® a su v¨ªctima, al que vio aproximarse en su Mercedes.
Este extremo, como todos los dem¨¢s, tambi¨¦n fue constatado por la Guardia Civil. Era el punto id¨®neo para cometer el crimen. "Desde que se ve el coche que se aproxima hasta que llega a ese punto pasan unos seis minutos", expuso un guardia civil. La declaraci¨®n de Mainar fue minuciosa de los lugares en que estuvo el d¨ªa del crimen, c¨®mo dispar¨® a Grima, habl¨® de cristales del coche rotos tras un disparo y tambi¨¦n de c¨®mo arrastr¨® el cad¨¢ver, y sobre el lugar al que llev¨® el Mercedes del alcalde tras el crimen, y que lo dej¨® "junto a un ¨¢rbol", lejos del cad¨¢ver... Era, seg¨²n explic¨®, la ¨²nica vez en su vida que manej¨® ese coche. "Manifiesta que nunca hab¨ªa cogido o conducido el coche del alcalde", hizo constar Inmaculada.
Muchas afirmaciones casaban con las pesquisas de los agentes. En la parte superior del volante, la palanca de cambios y el freno de mano aparec¨ªan perfiles gen¨¦ticos tanto de la v¨ªctima como de su presunto asesino. Mainar, que ahora niega haber cometido el crimen, no ha dado todav¨ªa una explicaci¨®n coherente sobre c¨®mo sus restos gen¨¦ticos llegaron all¨ª.
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