"Mi confianza en el ser humano est¨¢ lastimada, pero sigue de pie"
Juan Gelman fuma, habla y mira con parsimonia. A veces se queda callado unos segundos mientras vuelve al pasado en busca de un recuerdo concreto. Las ¨²nicas prisas de este hijo de emigrantes ucranios nacido en Buenos Aires hace 79 a?os parecen volcarse en la escritura. En 2007, recibi¨® el Premio Cervantes y public¨® un poemario, Mundar. Ahora acaba de publicar otro, De atr¨¢salante en su porf¨ªa (Visor), un volumen con centenar y medio de poemas, el equivalente a tres libros de cualquier otro autor. Pese a todo, Gelman no cree en la inspiraci¨®n: "En lo que creo es en la obsesi¨®n". Adem¨¢s, se confiesa escritor de poemas, no de libros. "El libro se hace s¨®lo", explica. "Uno escribe para enterarse de lo que le pasa. Nunca sabes lo que quer¨ªas decir hasta que lo has escrito".
"Si uno escribe para el lector se enga?a a s¨ª mismo y al lector"
"Nunca sabes lo que quer¨ªas decir hasta que lo has escrito"
Otros asuntos que han tra¨ªdo a Madrid al autor de cl¨¢sicos de la l¨ªrica latinoamericana moderna como Got¨¢n y C¨®lera buey, es participar en el jurado del Premio Cervantes, que se falla el pr¨®ximo lunes, y abrir ma?ana un taller de poes¨ªa organizado por la Universidad de Alcal¨¢ y la Casa de Am¨¦rica de Madrid. Para la ocasi¨®n, ha elegido centrarse en la obra de Idea Vilari?o, Rub¨¦n Bonifaz Nu?o, Jos¨¦ ?ngel Valente y Francisco Urondo. Dice Gelman que los ha escogido porque todos supieron convertir la poes¨ªa en luz "en estos tiempos en que nos manufacturan la subjetividad a nivel mundial". Lo hicieron, como ¨¦l mismo, explorando "los l¨ªmites del lenguaje", sin miedo al hermetismo. "Si un poeta escribe para el lector, lo est¨¢ enga?ando. Y enga?¨¢ndose a s¨ª mismo. Uno dice: esto est¨¢ oscuro, pero es lo que me pas¨®".
De las oscuras cosas que le pasaron trata otro de los libros que ocupan esta semana a Juan Gelman, Bajo la lluvia ajena (Libros del Zorro Rojo), que se presenta el viernes en la propia Casa de Am¨¦rica. Lo escribi¨® en Roma en 1980, durante el exilio al que le oblig¨® la dictadura argentina. Aquella asonada sangrienta dej¨® 30.000 desaparecidos a su paso. Entre ellos estaban el hijo y la nuera de Gelman. A ella la mantuvieron con vida hasta que dio a luz a una ni?a que fue regalada a un polic¨ªa uruguayo. La muchacha ten¨ªa 23 a?os cuando, en 2000, su abuelo pudo por fin dar con ella.
La nueva edici¨®n de Bajo la lluvia ajena se completa con las ilustraciones del pintor argentino Carlos Alonso, cuya hija tambi¨¦n se cuenta entre los desaparecidos. El artista ha contado que durante a?os pint¨® paisajes porque hab¨ªa perdido la fe en la humanidad. Gelman, que pas¨® un tiempo sin poder escribir, dice que no fue su caso exactamente: "Mi confianza en el ser humano est¨¢ lastimada, pero sigue de pie".
El poeta, que hoy vive "trasterrado" en M¨¦xico, recuerda que hab¨ªa exiliados que se negaban a aprender la lengua del pa¨ªs de acogida: "Pensaban que volver¨ªan al d¨ªa siguiente de marcharse". Tambi¨¦n recuerda que hubo padres que durante a?os pusieron un plato en la mesa para su hijo desaparecido. "Les cost¨® retirar ese plato porque les llev¨® tiempo tomar conciencia de que estaba muerto. En el 77 yo ya sab¨ªa la suerte que hab¨ªan corrido mi hijo y mi nuera. Aun as¨ª, experiment¨¦ la resistencia a creer que fuera cierto. Y luego, las pesadillas horribles sobre si lo hab¨ªan torturado, sobre qu¨¦ hab¨ªan hecho de ¨¦l... Usted ya se imagina".
En el libro, Gelman cuenta que volvi¨® clandestinamente a Buenos Aires en 1978. Los militares se la ten¨ªan jurada porque hab¨ªa logrado que figuras como Mitterrand y Olof Palme firmaran la primera protesta contra la dictadura, que hab¨ªa tenido "cierta aprobaci¨®n por el antiperonismo de los Gobiernos europeos". El de 1978 fue el a?o del Mundial: "No hab¨ªa mucha gente con claridad sobre lo que ocurr¨ªa. O poco le importaba. De hecho, casi todos los partidos pol¨ªticos participaron en la dictadura. Salvo el socialista y el comunista. Pero el partido comunista daba matices. Dec¨ªa que hab¨ªa que apoyar a Videla porque se aproximaba el pinochetazo. Qu¨¦ clarividencia, ?no?".
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