Incluso se vest¨ªa como ¨¦l quer¨ªa
Saturnino Fern¨¢ndez someti¨® la vida de Mar¨ªa del Mar C¨®rdoba mucho antes de quit¨¢rsela. La pareja se conoci¨® cuando la joven hab¨ªa cumplido 18 a?os y ¨¦l ten¨ªa 32. La diferencia de edad deriv¨® en una jerarqu¨ªa enfermiza: ¨¦l era el sobrado de experiencia; ella no sab¨ªa nada, no acertaba en nada, no val¨ªa nada. "La manipulaba, incluso se vest¨ªa como ¨¦l quer¨ªa", cuenta a media voz Rafi Jord¨¢n, 56 a?os y madre de la fallecida el pasado marzo. Saturnino confes¨® su crimen y lleva ocho meses en la c¨¢rcel a la espera del juicio.
La relaci¨®n se rompi¨® a finales de 2008 y ¨¦l, ya con 39 a?os, protagoniz¨® cuatro meses de acosos y peleas. Mar¨ªa del Mar, de 26, trat¨® de zafarse del asedio. "No fue capaz", suspira la madre. Una noche la lanz¨® por las escaleras y Mar¨ªa del Mar le denunci¨®. Una semana despu¨¦s se arrepinti¨®. Por l¨¢stima y por Joel, el hijo de ambos de cinco a?os que se pasea desgarbado por el piso en el que su madre intent¨® rehacer su vida. "?l siempre pidi¨® perd¨®n hablando de su hijo. Sab¨ªa que eso le dol¨ªa", dice la hermana de la v¨ªctima, Raquel.
Denunci¨® a su ex pareja, pero luego se desdijo por pena y por el hijo com¨²n
Mar¨ªa del Mar entabl¨® relaci¨®n con un hombre que conoci¨® a trav¨¦s de Internet y fue a conocerle a M¨¢laga. A la vuelta, Saturnino la recogi¨® en el aeropuerto. De camino a Tarragona, abandon¨® el veh¨ªculo en el peaje de Torredembarra y anduvo hasta una comisar¨ªa: confes¨® que hab¨ªa estrangulado y apu?alado a Mar¨ªa del Mar, cuyo cad¨¢ver estaba en el maletero del coche.
"Fue una relaci¨®n entre vientos y mareas", recuerdan vecinos de la pareja. Saturnino la agredi¨® en varias ocasiones y el maltrato psicol¨®gico fue intenso. ?l trabajaba como vigilante, convenci¨® a Mar¨ªa del Mar para que dejara su empleo y se dedicara a lo mismo. No quer¨ªa verla con otros, Mar¨ªa del Mar se recluy¨® en casa y perdi¨® el contacto con sus amigos. "La aisl¨® de todos. Ellos s¨®lo sal¨ªan solos", precisa su madre al tiempo que manosea una gargantilla coronada por un retrato. La fotograf¨ªa de Mar¨ªa del Mar, sonriente y melanc¨®lica. Joel, su hijo, a¨²n pregunta por ella y apenas habla del padre. No le ha vuelto a ver desde que regres¨® caminando del peaje de Torredembarra.
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