'Qu¨¦ vachach¨¦'
En la primera de sus Prosas ap¨¢tridas (1975) Julio Ram¨®n Ribeyro se hac¨ªa, verdaderamente angustiado, una pregunta parecida a la que hab¨ªa obsesionado a Cyril Connolly en Enemies of Promise (1938): "?Qu¨¦ cosas hay que poner en una obra literaria para durar?". El autor brit¨¢nico hab¨ªa escrito su influyente ensayo para dilucidar -en una ¨¦poca en la que la producci¨®n editorial era muy inferior a la actual- c¨®mo escribir un libro que durara diez a?os. No es demasiado tiempo. Y, sin embargo, ?qui¨¦n se acuerda de la inmensa mayor¨ªa de las novelas publicadas en espa?ol -aqu¨ª y all¨¢- en la ¨²ltima d¨¦cada? En 2007, con motivo del IV Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola celebrado en Medell¨ªn y Cartagena de Indias (el c¨®nclave acad¨¦mico que elev¨® al trono de Cervantes -con una puesta en escena digna de Busby Berkeley- a Garc¨ªa M¨¢rquez como dios vivo del Olimpo literario hisp¨¢nico), la revista colombiana Semana public¨® una interesante lista de las "100 mejores novelas de la lengua espa?ola de los ¨²ltimos 25 a?os". Rele¨ªda ahora, la n¨®mina, construida a partir de los votos de "81 escritores, editores, periodistas y cr¨ªticos literarios", adolece de la obsolescencia inevitable de todo periodismo. Las cinco primeras novelas eran latinoamericanas (1?: El amor en los tiempos del c¨®lera, de GGM; 2?: La fiesta del Chivo, de MVLL; 3?: Los detectives salvajes, de Bola?o; 4?: 2666, de Bola?o; 5?: Noticias del Imperio, de Fernando del Paso), y la sexta era Coraz¨®n tan blanco, de Javier Mar¨ªas. Ignoro cu¨¢les de esas 100 novelas aguantar¨ªan hoy en una segunda edici¨®n puesta al d¨ªa (y a la moda, y a los pasajeros entusiasmos) de ese cat¨¢logo. Quiz¨¢s Bola?o (del que se siguen publicando "sobras completas") se estabilizara en los primeros lugares con s¨®lo una de sus novelas m¨¢s extensas. Y tal vez Coraz¨®n tan blanco se ver¨ªa superada por Tu rostro ma?ana, alabada por The Guardian como "quiz¨¢s la primera aut¨¦ntica obra maestra literaria del siglo XXI". En todo caso, algunas de las que entonces se citaban han soportado con dignidad la prueba de la d¨¦cada, y en estos tres a?os se han publicado otras (por ejemplo, La noche de los tiempos, de Mu?oz Molina) que hoy entrar¨ªan en una lista renovada. Lo que s¨ª parece haberse extendido es la convicci¨®n de que la literatura hispanoamericana es un ¨²nico territorio por el que todos transitamos. Eso tambi¨¦n tiene su reflejo en algunas (buenas) editoriales espa?olas, en las que casi la mitad de los t¨ªtulos de ficci¨®n en castellano publicados en los ¨²ltimos a?os corresponden a autores nacidos al lado de all¨¢. Am¨¦rica -"la bella nadadora entre dos oc¨¦anos suntuosos", la llam¨® Huidobro con imaginer¨ªa hollywoodiana- est¨¢ ahora mucho m¨¢s cerca. Y quiz¨¢s, en las orillas de esos mares lejanos, y gracias a la literatura que compartimos, ya no tenga sentido la pregunta, sorprendentemente unamuniana, que se hac¨ªa Paz en 1965: "?Recobraremos un d¨ªa nuestra parte perdida, el gran fragmento de nuestro ser que se llama Espa?a?".
Aniversarios
Robo para el t¨ªtulo de este sill¨®n de orejas el de un tango compuesto en lunfardo (letra y m¨²sica) por Santos Disc¨¦polo en 1926. La primera vez que vi la expresi¨®n escrita fue en aquel estupendo caos cortaziano de ?ltimo Round, compuesto muy sintom¨¢ticamente en 1969, cuando todo parec¨ªa posible y Par¨ªs era una colonia europea de brillant¨ªsimos escritores latinoamericanos cuya misi¨®n fundamental (me) parec¨ªa ser la de ense?ar a los espa?oles a escribir novelas que no olieran demasiado a viejo. "Qu¨¦ vas a hacer", me pregunto hoy, utilizando la dif¨ªcil segunda persona que tan bien maneja Paul Auster en algunas partes de Invisible (Anagrama), la novela que anoche me devor¨¦ compulsivamente en cinco horas sin Mario (?es una obra maestra?: lo dudo, y ni siquiera s¨¦ si durar¨¢ diez a?os, pero la empec¨¦ y no la habr¨ªa dejado aunque se hubiera hundido el suelo bajo mi cama; tal vez eso es lo que le pas¨® al maestro Vargas Llosa cuando le¨ªa a Larsson). Qu¨¦ voy a hacer: c¨®mo festejar que hoy s¨¢bado -el mismo d¨ªa que se inaugura la Feria del Libro de Guadalajara- se cumplen 100 semanas de este sill¨®n de orejas desde el que Max y yo intentamos existir para ustedes unos instantes, agitando los brazos para que su barco no pase de largo y nos deje con dos palmos de narices en nuestra isla desierta, cada uno intentando sacarle el jugo a la gram¨¢tica de su oficio. Gram¨¢tica: ah¨ª tienen, a punto de llegar a las librer¨ªas, la nueva de la Lengua Espa?ola (la primera "oficial" desde 1931), anunciada inteligentemente en la p¨¢gina (gratuita y consultad¨ªsima) del DRAE como "el espa?ol de todo el mundo": no hay nadie que venda mejor las cosas de nuestro idioma que mi siempre admirado y excelent¨ªsimo V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha. La publica Espasa -que es, desde hace mucho tiempo, y con algunas ¨²ltimas excepciones santillanescas-, el sello que ostenta graciosamente el, digamos, pr¨¢ctico monopolio de las principales publicaciones (acad¨¦micas) de la RAE. Costar¨¢ 120 euritos, lo que para sus 4.000 doctas p¨¢ginas coordinadas y dirigidas por el sabio nebrijano Ignacio Bosque no es demasiado. Y ya lleva camino de convertirse en uno de los m¨¢s buscados libros de regalo de estas fiestas tan entra?ables que se nos echan encima: incluso su edici¨®n completa, que es la que se comercializar¨¢ primero, tiene en teor¨ªa m¨¢s lectores cautivos que la traducci¨®n espa?ola de la Biblia. Y es que dicen que antes de quince a?os seremos 550 millones de hispanohablantes, 100 de los cuales vivir¨¢n en el coraz¨®n del Imperio, en aquel lugar de donde, seg¨²n el Neruda m¨¢s militante (y ciego para lo que no le interesaba ver) llegaba la m¨²sica con la que "nuestras locas muchachas / se descaderan aprendiendo el baile / de los orangutanes" (Odas elementales, 1954): vaya forma de tratar al rock and roll. El espa?ol de todos, por tanto. Aunque a veces fuera de unos m¨¢s que de otros: no puedo evitar sonrojarme leyendo (en Historia de un encargo: "La Catira" de Camilo Jos¨¦ Cela, de Gustavo Guerrero, Anagrama) la oportunista aventura literaria venezolana de nuestro castizo premio Nobel (y antes censor agradecido). Eran los tiempos de la Hispanidad militante y fascistoide y de la madre patria (m¨¢s bien madrastra) celebrada por los aparatos ideol¨®gicos de los dictadores de aqu¨ª y de all¨¢. Mientras en Guadalajara se celebra la literatura com¨²n (reg¨¢ndola con tequila nocturna en las envidiables cantinas), me llevo a mi sill¨®n de orejas El fondo del cielo (Mondadori), la ¨²ltima novela de Rodrigo Fres¨¢n, que me ha recomendado vivamente mi asesora latinoamericana Maga Polvoranca, tan fan del escritor argentino que se sabe de memoria toda su obra (incluyendo los innumerables pr¨®logos). Mientras me acomodo para empezar su lectura, me viene a la memoria un par de versos, tristes, solitarios y finales (adem¨¢s de socialrealistas) del tango de Disc¨¦polo: "El verdadero amor se ahog¨® en la sopa, / la panza es reina y el dinero Dios". Eran otros tiempos, me digo. Pero no me lo creo del todo.
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