El b¨¢lsamo de Guardiola
Hay algo en Pep Guardiola que lo har¨¢ imprescindible en la historia mundial del f¨²tbol: la decencia, la humildad y el respeto universal por las virtudes y los defectos de la gente. La crisis que se avecinaba en el Bar?a con la ausencia (celebrada por los mezquinos) de Lionel Messi y de Zlatan Ibrahimovic hac¨ªa presagiar un rechinar de dientes del entrenador, un canguelo de la plantilla y un desastre. Y no ocurri¨® nada de eso ante el Inter. Al contrario, fue una celebraci¨®n del f¨²tbol, que se convirti¨® adem¨¢s en una lecci¨®n de elegancia del hombre, Guardiola, capaz de interpretar la realidad para que ¨¦sta no le apabulle. Y el equipo sali¨® beneficiado de esa actitud, que se compone de algunos gestos muy precisos.
En primer lugar, en Bilbao. El Inter no existe, dec¨ªa el entrenador. Exist¨ªa el partido ante el Athletic. Respeto m¨¢ximo por ese choque. Las cosas luego salieron como salieron; es decir, al Bar?a se le moj¨® la p¨®lvora; dec¨ªan los agoreros (y los mezquinos, los que se alegraron, en sus primeras p¨¢ginas, de que Messi se fuera a la enfermer¨ªa) que se acababa (?otra vez!) un ciclo. Cuando, en efecto, Messi se anunciaba como baja, Guardiola explic¨® que en el equipo hay much¨ªsima gente. El mensaje sobre la ausencia de cat¨¢strofe cay¨® sobre el equipo como un b¨¢lsamo. No era s¨®lo un gesto de alivio o de solidaridad con una plantilla puesta bajo presi¨®n. Era un mensaje que abrazaba una idea: el Bar?a no basa su juego en la abundancia de estrellas, no es un firmamento cualquiera; es la consecuencia de una sinfon¨ªa que tiene su ra¨ªz en el respeto por la posibilidad de que todos, en alg¨²n momento, despierten su genio.
Guardiola sabe que ¨¦sa es una carta que tiene marcada. ?l sabe, porque lo sabe tambi¨¦n el futbolista, que tiene un delegado en el campo que interpreta esa globalizaci¨®n del equipo que el entrenador ha ido alimentando a base de dar confianza a todos los elementos. Ese hombre es Andr¨¦s Iniesta, el delegado de Guardiola. Est¨¢ Xavi Hern¨¢ndez, qu¨¦ duda cabe, pero hay algo polivalente en Iniesta que ha convertido su presencia en una especie de acorde¨®n que sirve sobre todo para diezmar al contrario sin tener que esforzarse demasiado. Su ritmo es el de un Di St¨¦fano que estuviera dispuesto a ser ¨¦l mismo y su doble; a desdoblarse constantemente en otro futbolista o en su sombra. La noche del martes pas¨® eso ante el Inter: Iniesta los mare¨®, les hizo ver doble, y por ah¨ª entr¨® el gran f¨²tbol de la primera parte.
?sa es la verdadera dimensi¨®n del equipo que ha querido crear Guardiola. No hay grandes pizarras ni apuntes exhaustivos. El Bar?a juega as¨ª como la consecuencia de un pensamiento que se parece a un sue?o. Por eso es la pesadilla que surge cuando menos se lo esperan los otros, cuando se sientan en el banquillo gente como Messi o Ibrahimovic.
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