El Circo Americano
Reunidos en familia en torno a la mesa con el pavo, los estadounidenses celebran desde el jueves, en un largo fin de semana en el que se detiene el pa¨ªs, su principal fiesta: el Thanksgiving o D¨ªa Acci¨®n de Gracias. A la naturaleza que, con la ayuda de los indios nativos, ech¨® una mano para que los primeros colonos llegados a comienzos del siglo XVII desde Inglaterra superaran su primer duro invierno. Es tambi¨¦n el primer Thanksgiving de Barack Obama en la Casa Blanca y lo afronta con un pa¨ªs que, tras apostar por el cambio hace justo un a?o, ahora parece que ya no tiene nada que agradecer al nuevo presidente que le prometi¨® un radical cambio de rumbo.
?C¨®mo se ha ido dilapidando a lo largo de s¨®lo 12 meses, el impulso inicial del primer negro en llegar a la presidencia? La crisis econ¨®mica, en la que aparece la luz al final del t¨²nel pero con la persistencia de un alto desempleo, dos guerras abiertas que suponen una formidable sangr¨ªa para la hacienda p¨²blica, la creciente percepci¨®n de la p¨¦rdida del papel hegem¨®nico del pa¨ªs, la incertidumbre sobre el futuro de una generaci¨®n joven aplastada por la deuda y que ya sabe que vive y va a vivir peor de lo que lo hicieron sus padres, son elementos de peso para entender por qu¨¦ los norteamericanos no s¨®lo no le dan las gracias, sino que le est¨¢n volviendo la espalda a Barack Obama.
Obama est¨¢ pagando las grandes expectativas creadas por los que le compararon con Lincoln
Cabe preguntarse si todav¨ªa nos queda Obama. Aunque no sea para siempre, como Par¨ªs, creo que la respuesta debe ser afirmativa. Puede que sea un presidente di¨¦sel. Frente al modo vaquero que dispara sin desenfundar, del que hizo gala Bush, su estilo es deliberado, basado en la informaci¨®n, no en las emociones. Recuerdo c¨®mo esperaba en mi ni?ez la llegada anual a mi ciudad del Circo Americano, el no va m¨¢s del espect¨¢culo en un pa¨ªs chato. Veo a Obama como el empresario de aquel circo brillante, con tres pistas funcionando a la vez. El p¨²blico exige que todo salga bien. El fracaso no se contempla y el riesgo parece no existir. El presidente maneja a la vez trapecistas, tragasables y fieras en la triple pista. Afganist¨¢n, el cambio clim¨¢tico y la reforma sanitaria. En los tres escenarios puede estar a punto de demostrar a sus cr¨ªticos que se equivocan.
Obama prepara el discurso que el martes pronunciar¨¢ en la academia militar de West Point para anunciar su decisi¨®n estrat¨¦gica sobre Afganist¨¢n. Se espera que anuncie una escalada de la guerra enviando unos 30.000 nuevos soldados, compens¨¢ndola con una fecha fija de conclusi¨®n y unos objetivos limitados. Tambi¨¦n les pasar¨¢ la pelota a los aliados europeos, a los que podr¨ªa solicitar hasta 10.000 tropas. EE UU quiere liderar en el cambio clim¨¢tico y Obama hace una apuesta de riesgo. Acudir¨¢ a la cumbre de Copenhague con una modesta propuesta de reducci¨®n de gases de efecto invernadero, para la que a¨²n no cuenta con la autorizaci¨®n del Senado. Y arrastra a una reticente China. Su visita a Pek¨ªn no fue en balde.
Su popularidad acaba de perder la cota del 50%. La reforma sanitaria es incomprendida por una mayor¨ªa de la poblaci¨®n. A Obama le falta un relato entendible de su programa transformador. Fue capaz de construir esa narrativa durante la campa?a electoral, pero ya no proyecta una visi¨®n de conjunto. The Washington Post ha escrito en un editorial que, enfrentados al cambio por el que votaron, los norteamericanos pueden ser tan conservadores como los Borbones, los Austrias y los Zares todos juntos. Obama est¨¢ pagando en demas¨ªa las grandes expectativas creadas por los que, tras su toma de posesi¨®n, le compararon con Lincoln. Los shows de televisi¨®n, como Saturday Night Life, que tanto hicieron por encumbrarlo, se mofan ahora del "presidente que no hace nada". La prensa, atacada de mala conciencia por su apoyo acr¨ªtico a Obama durante la campa?a electoral, comienza a considerarlo como fallido. Deval¨²a su reciente viaje a Asia, present¨¢ndolo como una bajada de pantalones ante las autoridades comunistas de Pek¨ªn. Concluye, en coincidencia con los sectores m¨¢s derechistas, que refleja la decadencia de Estados Unidos. Vivimos en una ¨¦poca en la que exigimos resultados inmediatos, incluso para los asuntos m¨¢s complejos. La perversa y permanente urgencia del ahora. Cabr¨ªa pedir un poco de paciencia, porque s¨ª podemos, pero va a tomar tiempo. No es tan f¨¢cil como en El Circo Americano, donde en ocasiones tambi¨¦n resbalaba un trapecista, pero nunca el le¨®n se com¨ªa al domador.
fgbasterra@gmail.com
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