El reino que quiso medir la felicidad
Detr¨¢s de las grandes historias suele haber grandes personajes. Y nadie que haya visitado su peque?o reino del Himalaya podr¨¢ negar ese calificativo a Jigme Singye Wangchuck, cuarto rey de But¨¢n, cuya aura misteriosa y novelesca parece respirarse en cada uno de los hogares de este pa¨ªs del tama?o de Suiza, con apenas 700.000 habitantes, al que el cuarto rey convirti¨® el a?o pasado en la democracia m¨¢s joven del mundo.
En una semana en el pa¨ªs no fue posible escuchar una sola mala palabra sobre Jigme Singye Wangchuck, educado en el Reino Unido, casado con cuatro hermanas y padre de 10 hijos, uno de los cuales es el actual rey. En cambio, el relato de sus virtudes se repite hasta el empalago. Que si vive solo en una caba?a modesta. Que cuando la gente se ofreci¨® a construirle un castillo dijo que no, que emplearan el dinero y el tiempo en levantar escuelas y hospitales. Que es compasivo, sabio, que lo sacrificar¨ªa todo por su pueblo. Que acudi¨® el primero a defender con sus propias manos al pa¨ªs cuando hubo que luchar, en 2003, contra los rebeldes separatistas de Assan, que cruzaban la frontera y se ocultaban en los densos bosques de But¨¢n para lanzar ataques contra la India.
"Para hacer nuestra Constituci¨®n, le¨ªmos la espa?ola una y otra vez. Es muy buena"
El 52% de los butaneses declar¨® sentirse "feliz"; el 45%, "muy feliz", y s¨®loun 3% dijo que no lo era
"Es un rey-dios. el ¨²nico rey de la historia que merece ese apelativo. es como un buda", dice una hermana de las cuatro reinas
Lo que medimos afecta a lo que hacemos.si los ¨ªndices ¨²nicamente miden cu¨¢nto se produce, tenderemos s¨®lo a producir m¨¢s
"La cuesti¨®n es si el pib es una buena medici¨®n del nivel de vida", se plantea el nobel stiglitz
"No pretendemos ense?ar nada. si el mundo cree que hay algo que aprender, son m¨¢s que bienvenidos"
Es un rey dios. El ¨²nico rey de la historia de la humanidad que merece ese apelativo. Muchos pueblos, por muchos motivos, han venerado a sus mandatarios. Pero ¨¦l es especial. Es una mente iluminada. Es como un buda". Quiz¨¢ no haya que ir tan lejos como Ashi Sonan Choden Dorji, de 41 a?os, la hermana peque?a de las cuatro reinas, que define as¨ª a su cu?ado, tomando t¨¦ en el elegante sal¨®n de su casa a las afueras de la capital. Pero podr¨ªa aceptarse la palabra visionario si se tiene en cuenta que el rey acu?¨®, hace 35 a?os, un t¨¦rmino que hoy, en este escenario del poscomunismo y del poscapitalismo salvaje, constituye el centro de uno de los debates m¨¢s interesantes que se est¨¢n produciendo en el pensamiento econ¨®mico mundial. Un debate al que se han apuntado premios Nobel como Joseph E. Stiglitz o Amartya Sen y l¨ªderes occidentales como Nicolas Sarkozy o Gordon Brown.
El 2 de junio de 1974, en su discurso de coronaci¨®n, Jigme Singye Wangchuck dijo: "La felicidad interior bruta es mucho m¨¢s importante que el producto interior bruto". Ten¨ªa 18 a?os y se convert¨ªa, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca m¨¢s joven del mundo.
No fue un mero eslogan. Desde aquel d¨ªa, la filosof¨ªa de la felicidad interior bruta (FIB) ha guiado la pol¨ªtica de But¨¢n y su modelo de desarrollo. La idea es que el modo de medir el progreso no debe basarse estrictamente en el flujo de dinero. El verdadero desarrollo de una sociedad, defienden, tiene lugar cuando los avances en lo material y en lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro. Cada paso de una sociedad debe valorarse en funci¨®n no s¨®lo de su rendimiento econ¨®mico, sino de si conduce o no a la felicidad.
Dos factores pueden explicar que esta especie de tercera v¨ªa de desarrollo se haya llevado a la pr¨¢ctica precisamente aqu¨ª, en este aislado reino del Himalaya. Por un lado, est¨¢ su profunda raigambre en la filosof¨ªa budista. Y por otro, el proverbial retraso de But¨¢n en su apertura al mundo. El lama reencarnado Mynak Trulku explica el primer factor: "La felicidad interior bruta se basa en dos principios budistas. Uno es que todas las criaturas vivas persiguen la felicidad. El budismo habla de una felicidad individual. En un plano nacional, corresponde al Gobierno crear un entorno que facilite a los ciudadanos individuales encontrar esa felicidad. El otro es el principio budista del camino intermedio". Y esto enlaza con el segundo factor, que explica Lyonpo Thinley Gyamtso, ex ministro del Interior y de Educaci¨®n: "Est¨¢n los pa¨ªses modernos, y luego est¨¢ lo que era But¨¢n hasta los a?os setenta. Medieval, sin carreteras, sin escuelas, con la religi¨®n como ¨²nica gu¨ªa. Son dos extremos, y la FIB busca el camino intermedio".
La televisi¨®n lleg¨® a But¨¢n en 1999, al mismo tiempo que Internet. Thimpu es hoy la ¨²nica capital del mundo sin sem¨¢foros, y el aeropuerto internacional cuenta con una sola pista. Ese retraso en la modernizaci¨®n ha permitido a But¨¢n, un peque?o pa¨ªs encajado entre los dos Estados m¨¢s poblados de la Tierra, la India y China, aprender de los errores de otros pa¨ªses vecinos en v¨ªas de desarrollo que se han centrado exclusivamente en el progreso econ¨®mico.
El concepto butan¨¦s de la felicidad interior bruta se sostiene sobre cuatro pilares, que deben inspirar cada pol¨ªtica del Gobierno. Los pilares son: 1. Un desarrollo socioecon¨®mico sostenible y equitativo. 2. La preservaci¨®n y promoci¨®n de la cultura. 3. La conservaci¨®n del medio ambiente. 4. El buen gobierno. Para llevarlo a la pr¨¢ctica, el cuarto rey cre¨® en 2008 una nueva estructura institucional al servicio de esta filosof¨ªa, con una comisi¨®n nacional de FIB y una serie de comit¨¦s a nivel local.
Lo que medimos afecta a lo que hacemos. Si nuestros indicadores s¨®lo miden cu¨¢nto producimos, nuestras acciones tender¨¢n s¨®lo a producir m¨¢s. Por eso hab¨ªa que convertir la FIB de una filosof¨ªa a un sistema m¨¦trico. Y eso es lo que encomend¨® el cuarto rey al Centro de Estudios Butaneses, que a?os despu¨¦s ha dado con un ¨ªndice para medir la felicidad.
La materia prima es un cuestionario que responder¨¢n los ciudadanos butaneses cada dos a?os. La primera encuesta se realiz¨® entre diciembre de 2007 y marzo de 2008. Un total de 950 ciudadanos de todo el pa¨ªs respondieron a un cuestionario con 180 preguntas agrupadas en nueve dimensiones:
1. Bienestar psicol¨®gico. 2. Uso del tiempo.
3. Vitalidad de la comunidad. 4.?Cultura.
5. Salud. 6. Educaci¨®n. 7. Diversidad medioambiental. 8. Nivel de vida. 9.?Gobierno.
?stas son algunas preguntas del cuestionario: "Definir¨ªa su vida como: a) Muy estresante, b) Algo estresante, c) Nada estresante, d) No lo s¨¦". "?Ha perdido mucho sue?o por sus preocupaciones?". "?Ha percibido cambios en el ¨²ltimo a?o en el dise?o arquitect¨®nico de las casas de But¨¢n?". "?En su opini¨®n, c¨®mo de independientes son nuestros tribunales?". "?En el ¨²ltimo mes, con qu¨¦ frecuencia socializ¨® con sus vecinos?". "?Cuenta usted cuentos tradicionales a sus hijos?".
Una vez procesada la informaci¨®n de las encuestas, se determina en qu¨¦ medida cada hogar ha alcanzado la suficiencia en cada una de las nueve dimensiones, estableciendo unos valores de corte. A cada indicador en el que un hogar ha alcanzado o superado el valor de corte se le atribuye un cero. Cuando el encuestado no ha llegado al valor de corte en un indicador, se le resta el resultado al valor de corte y se divide la resta por el propio valor de corte. Por ejemplo, si el l¨ªmite de la pobreza es 8 y el encuestado ha alcanzado 6, el resultado es (8-6) / 8 = 0,25.
Entonces, ?c¨®mo se determina qui¨¦n es feliz? Es feliz aquella persona que ha alcanzado el nivel de suficiencia en cada una de las nueve dimensiones (0). ?Y c¨®mo se determina la felicidad interior bruta? FIB = 1 - (la media del cuadrado de las distancias respecto a los valores de corte).
Ya tenemos, pues, el valor de la felicidad. Pero es s¨®lo eso, un n¨²mero. El siguiente paso es comparar la FIB de los diferentes distritos. Compararla a lo largo del tiempo. Descomponer el ¨ªndice por dimensiones, por g¨¦neros, por ocupaciones, grupos de edades, etc¨¦tera. Y as¨ª, la FIB puede utilizarse como un instrumento para orientar pol¨ªticas.
La determinaci¨®n por medir la felicidad nacida de aquel discurso de coronaci¨®n del cuarto rey de But¨¢n puede verse como un caso pintoresco o enternecedoramente na?f desde las potentes econom¨ªas occidentales. Pero la misma inquietud empieza a ocupar las agendas de influyentes mandatarios y eminencias de la econom¨ªa a nivel mundial. En febrero de 2008, el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, cre¨® la Comisi¨®n Internacional para la Medici¨®n del Desempe?o Econ¨®mico y el Progreso Social, debido, en palabras de su director, el profesor de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Econom¨ªa Joseph E. Stiglitz, "a su insatisfacci¨®n, y la de muchos otros, con el estado actual de la informaci¨®n estad¨ªstica sobre la econom¨ªa y la sociedad" (EL PA?S, Negocios, 20 de septiembre de 2009). "El gran interrogante", prosegu¨ªa Stiglitz, "implica saber si el PIB ofrece una buena medici¨®n de los niveles de vida". Y los resultados de la comisi¨®n, presentados el pasado mes de septiembre, confirmaron las sospechas de Sarkozy: el PIB se utiliza de forma err¨®nea cuando aparece como medida del bienestar. Pero tambi¨¦n hay quien advierte de los riesgos de ampliar la variedad de estad¨ªsticas econ¨®micas, que podr¨ªa permitir a los Gobiernos agarrarse a unas u otras a su antojo, en detrimento de la objetividad.
But¨¢n no debe ser (ni lo pretende) un ejemplo para otros Estados. Las peculiaridades del pa¨ªs hacen su experiencia inexportable. But¨¢n es una de las econom¨ªas m¨¢s peque?as del mundo, basada en la agricultura (a la que se dedica el 80% de la poblaci¨®n), la venta de energ¨ªa hidr¨¢ulica a la India y el turismo. Y es un pa¨ªs altamente dependiente de la ayuda externa. La tasa de alfabetizaci¨®n es del 59,5%, y la esperanza de vida, 62,2 a?os. Probablemente el concepto de FIB les suene a chino a las remotas tribus de pastores n¨®madas del este, que se visten con pieles de yak, practican una religi¨®n animista y ofrecen animales sacrificados a sus dioses en las monta?as. Y m¨¢s a¨²n a los 100.000 ciudadanos de la minor¨ªa ¨¦tnica nepal¨ª que viven en campos de refugiados en Nepal desde principios de los noventa, despu¨¦s de haber sido expulsados de But¨¢n por el Gobierno.
Pero en 2007 But¨¢n fue la segunda econom¨ªa que m¨¢s r¨¢pido creci¨® en el mundo. La educaci¨®n, gratuita y en ingl¨¦s, llega hoy a casi todos los rincones del pa¨ªs. En un estudio realizado en 2005, el 45% de los butaneses declar¨® sentirse "muy feliz", el 52% report¨® sentirse "feliz" y s¨®lo el 3% dijo no ser feliz. En el Mapamundi de la Felicidad, una investigaci¨®n dirigida por el profesor Adrian White en la Universidad de Leicester (Reino Unido) en 2006, But¨¢n result¨® ser el octavo m¨¢s feliz de los 178 pa¨ªses estudiados (por detr¨¢s de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia). Y era el ¨²nico entre los 10 primeros con un PIB per c¨¢pita muy bajo (5.312 d¨®lares en 2008, seis veces menor que el espa?ol).
El sol ilumina intensamente la ciudad de Thimpu este s¨¢bado por la ma?ana. La vida transcurre sin prisa. Los puestos del mercado de verduras ofrecen los ricos productos aut¨®ctonos. Hay deliciosos chiles rojos y verdes, lustrosas berenjenas, compactas coles, tomates de ¨¢rbol, decenas de tipos de manzanas y arroz rojo del Himalaya. Hay orqu¨ªdeas, una de cuyas variedades se come, aportando una textura fibrosa y un sabor amargo a los guisos de chile o de carne. Y hay nuez de areca que, untada con lima y envuelta en hoja de betel, ti?e de rojo los dientes y los escupitajos de los butaneses que la mastican, enganchados a su ligero efecto narc¨®tico. Un sustituto del tabaco, cuya venta est¨¢ prohibida en el pa¨ªs.
Unos j¨®venes celebran un campeonato de tiro con arco, el deporte nacional, y bailan y entonan canciones tradicionales cuando su equipo acierta en la diana colocada a 145 metros de distancia. Otros duermen despu¨¦s de divertirse hasta altas horas de la noche en karaokes y clubes no muy diferentes de los que uno puede encontrar en cualquier peque?a ciudad occidental. Thimpu tiene cierto ambiente urbano, mitigado por el hecho de que, por ley, los edificios deben construirse siguiendo determinadas reglas de la arquitectura tradicional.
La mayor¨ªa de la gente, incluso aqu¨ª en la ciudad, viste el atuendo tradicional butan¨¦s, que la ley impone en determinadas ¨¢reas p¨²blicas, para reforzar la identidad cultural butanesa (uno de los pilares de la FIB). El de los hombres es un vestido de una sola pieza de tela que llega hasta las rodillas y se ata con un cintur¨®n. Las mujeres llevan un vestido hasta los tobillos. En los actos oficiales, los hombres se ponen una gran bufanda, llamada kabney, cuyo color indica el rango de la persona. Amarillo para el rey, naranja para los ministros y otras selectas autoridades, azul para los parlamentarios, blanco para el pueblo llano.
Lyonpo Sonam Tobgye, el presidente del Poder Judicial, es de los contados butaneses que puede llevar kabney naranja. Y su uniforme particular se completa con una imponente espada que lleva amarrada a la cintura. "La espada es el poder, y la kabney es el honor. Cuando me jubile, la espada se va, pero la kabney se queda", dice, y suelta una sonora carcajada, sentado en su despacho, presidido (?lo adivinan?) por una fotograf¨ªa del cuarto rey de But¨¢n. Fue ¨¦l quien le encomend¨®, hace hoy exactamente ocho a?os, dirigir la comisi¨®n que se encargar¨ªa de redactar un borrador de Constituci¨®n para But¨¢n. Quiz¨¢ el primer gran paso para convertir But¨¢n en una democracia.
Lo habitual en la historia es que la democracia sea una conquista del pueblo, producto a menudo de sangrientas luchas y revoluciones. Pero en el caso de But¨¢n la democracia lleg¨® por el empe?o del cuarto rey, en contra de la voluntad de la mayor¨ªa de sus s¨²bditos.
En diciembre de 2005, Jigme Singye Wangchuck anunci¨® que abdicar¨ªa a favor de su primog¨¦nito y que se celebrar¨ªan elecciones. "La democracia no entr¨® de la noche a la ma?ana", explica Lyonpo Sonam Tobgye, con la espada asomando por debajo de su kabney naranja. "Fue un proceso largo. Cuando su majestad dijo que hab¨ªa que hacer una Constituci¨®n, la idea no fue aceptada en absoluto por el pueblo. No quer¨ªamos una Constituci¨®n. Est¨¢bamos muy a gusto con nuestro pasado. Ten¨ªamos desarrollo, seguridad, hab¨ªamos progresado. Aun as¨ª, su majestad insisti¨® en que era importante que tuvi¨¦ramos una Constituci¨®n. Y el pueblo acept¨® sus palabras, porque nos fiamos de ¨¦l".
El comit¨¦ estudi¨® "unas cien" constituciones extranjeras. Despu¨¦s se quedaron con una veintena. Entre ellas, una les inspir¨® especialmente: la espa?ola. "La le¨ªmos una y otra vez", recuerda. "Es una muy buena constituci¨®n. Es muy progresista. Y ustedes tienen, como nosotros, una monarqu¨ªa constitucional. Le confesar¨¦ una cosa: la le¨ªmos un poco tarde. De haberla visto antes, quiz¨¢ no habr¨ªamos estudiado tantas otras".
Entregaron un borrador despu¨¦s de 10 meses, que se colg¨® en Internet para que lo vieran los ciudadanos y el mundo exterior. "Recibimos unos 400 comentarios de todo el mundo: intelectuales, universidades, organizaciones de derechos humanos. Estudiamos todo eso, hicimos otro borrador y ¨¦ste se distribuy¨® al pueblo".
Los reyes, padre e hijo, recorrieron entonces todo el pa¨ªs, hasta las aldeas m¨¢s remotas, y celebraban reuniones en los pueblos para explicar y discutir el borrador de la Constituci¨®n. El 18 de julio de 2008 se aprob¨® una carta magna sin pena de muerte para un pa¨ªs cuyo delito m¨¢s com¨²n es el expolio del patrimonio art¨ªstico y cuyo art¨ªculo 9.2 establece: "El Estado se esforzar¨¢ en promover las condiciones que permitan la consecuci¨®n de la felicidad interior bruta".
El 24 de marzo de 2008 se celebraron las elecciones parlamentarias. Se presentaron dos partidos y gan¨® (45 de los 47 esca?os) el Partido de la Paz y la Prosperidad del actual primer ministro, Jigmi Thinley. Y hace ahora un a?o, en noviembre de 2008, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, de 28 a?os, hijo de Jigme Singye Wangchuck, se convirti¨® en el quinto rey de But¨¢n, el primer monarca constitucional del pa¨ªs.
La sangre del nuevo rey a¨²na dos legitimidades. La de su padre, dinast¨ªa que reina But¨¢n desde 1907, y la de su madre, que desciende de Ngawang Mamgyal, l¨ªder de una escuela de budismo tibetana que en 1616 se exili¨® en lo que hoy es But¨¢n, a la edad de 23 a?os, y se convirti¨® en el primer gobernante del But¨¢n unificado. El territorio se llamaba entonces (todav¨ªa hoy lo llaman as¨ª muchos butaneses) Druk Yul, o la Tierra del Drag¨®n del Trueno. Y al l¨ªder se le otorg¨® el t¨ªtulo de Zhabdrung, o Aquel a Cuyos Pies Uno Se Somete.
Su cuerpo embalsamado se guarda en la torre central del Punakha Dzong, tambi¨¦n conocido como Templo de la Felicidad, sede del poder medieval, donde se coron¨® a los cinco reyes modernos. Una joya de la arquitectura butanesa, que el propio Zhabdrung mand¨® construir en la intersecci¨®n de dos veloces r¨ªos, uno macho y otro hembra (eso dicen), en un promontorio con una trompa que desciende hasta el agua. Ya lo advirti¨®, en el siglo VIII antes de Cristo, Gur¨² Rinpoche, santo patr¨®n de But¨¢n, que trajo el budismo t¨¢ntrico a estas monta?as: alg¨²n d¨ªa, dijo, en un sitio que parece un elefante muerto, alguien llamado Ngawang levantar¨¢ un templo. Y si tiene ¨¦xito, unificar¨¢ un pa¨ªs.
El coche avanza por la serpenteante carretera, y uno podr¨ªa pasarse horas mirando las formas que dibujan las nubes algodonosas contra el azul brillante del cielo y el manto de verde intenso con que los frondosos bosques cubren las imponentes monta?as que rodean al valle de Punakha. Quedan pocos d¨ªas para la recolecta de los campos de arroz, que se siembran en junio, antes del monz¨®n, y que confieren al valle un color tostado en este inicio del oto?o.
La marihuana crece libre en las cunetas, pero s¨®lo recientemente han tenido alg¨²n problema con su tr¨¢fico y cultivo. Tradicionalmente se le daba usos m¨¢s ex¨®ticos. Como recuerda un anciano del lugar, en los internados los cr¨ªos untaban con marihuana el suelo para que las chinches la comieran, anduvieran m¨¢s lentas y despistadas, y as¨ª fuera m¨¢s f¨¢cil cazarlas.
But¨¢n es una potencia en plantas medicinales. "Los bot¨¢nicos extranjeros que vienen no dan cr¨¦dito", explica Karma Phuntsho, de la Oficina para la Investigaci¨®n de Plantas Medicinales y Arom¨¢ticas. Entre las especies m¨¢s extra?as est¨¢ el yagtsa guen bub, o "hierba de verano y gusano de invierno". Se da a partir de 4.000 metros de altitud y es, al mismo tiempo, animal y vegetal. Un gusano que se hunde bajo la tierra y brota de su cabeza una especie de planta u hongo, cuyo cuerpo se convierte en ra¨ªz. Tiene propiedades rejuvenecedoras y afrodisiacas, y en Bangkok se paga a 10.000 d¨®lares el kilo. En el sistema de sanidad butan¨¦s, para dolencias leves, los ciudadanos pueden elegir entre la medicina tradicional y la occidental. Y la exportaci¨®n de plantas medicinales, explica Phuntsho, "tiene un gran potencial para el pa¨ªs". "Eso s¨ª", advierte, "siempre que se realice de manera sostenible".
De momento, la econom¨ªa de But¨¢n conf¨ªa en la bravura de sus r¨ªos para generar energ¨ªa hidr¨¢ulica (esperan multiplicar por cinco su producci¨®n en los pr¨®ximos a?os) y en el turismo, una industria que naci¨® en los a?os setenta. En este terreno se sigue una pol¨ªtica, entroncada con la filosof¨ªa de la FIB, de "pocos visitantes, pero mucho valor". El turista debe pagar una tarifa de 220 d¨®lares al d¨ªa, que incluye alojamiento, comidas, entradas a museos, desplazamientos interiores y gu¨ªa. Se trata de mantener un volumen rentable pero moderado, y evitar cat¨¢strofes ecol¨®gicas, est¨¦ticas y sociales como la que el turismo masivo ha provocado en el vecino Nepal.
Y as¨ª hasta que el pa¨ªs sea autosuficiente y deje de depender de la ayuda externa. "Hacemos un buen uso de las ayudas. Apenas hay corrupci¨®n, y a los donantes les gusta asociarse a la idea de la FIB. Pero habr¨¢ un momento en que la ONU considere que podemos valernos por nosotros mismos", explica el ex ministro Lyonpo Thinley Gyamtso. "Somos un pa¨ªs peque?o y queremos hacer las cosas as¨ª. No queremos ense?ar nada al mundo. Hacemos lo que creemos que es mejor para nosotros. Y si el mundo cree que hay algo que aprender, son m¨¢s que bienvenidos". P
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