Bandos y animales de compa?¨ªa

Es bien sabido que las ordenanzas municipales en nuestro pa¨ªs y los animales de compa?¨ªa nunca han resultado buenos compa?eros de viaje. Las primeras, siempre en aras de la "convivencia", palabra m¨¢gica que inunda todos los bandos con los que se pretende regular la estancia de estos entra?ables seres en lugares p¨²blicos, s¨®lo hacen hincapi¨¦ en prohibir: se proh¨ªben los perros en nuestros raqu¨ªticos y pobres parques y jardines, se proh¨ªbe su presencia en las playas, se proh¨ªbe su paso por cualquier paraje natural, s¨®lo les resta el salir atados y, en muchos casos, con bozal por nuestras calles y aceras, hasta que un nuevo bando tambi¨¦n lo proh¨ªba y los m¨¢s de cinco mil a?os de convivencia acaben con nuestros fieles compa?eros en una jaula.

?sta es la soluci¨®n que ofrecen cada vez m¨¢s municipios a lo que ellos, eufem¨ªsticamente, llaman "convivencia" entre el animal humano y el animal c¨¢nido. Justo todo lo contrario de lo que se hace en pa¨ªses de nuestro entorno: Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda o Suiza, en los que la convivencia es eso: disfrutar y compartir espacios, juegos, emociones y sentimientos, en ciudades "humanizadas" y "animalizadas", en definitiva: c¨ªvicamente "socializadas". ?Para cu¨¢ndo un bando que proh¨ªba esa otra especie, mucho m¨¢s perniciosa, de los "especuladores urbanos".