Un siglo mirando al mar
El faro de Matxitxako cumple cien a?os de vida - Ex torreros y sus familiares revivieron su paso por el que un d¨ªa fue su hogar
Juanita y Julia Blanco, de 85 y 83 a?os, nacieron y vivieron en el faro de Matxitxako junto a sus diez hermanos hasta que se casaron. Julia incluso celebr¨® all¨ª su boda. Su padre, Tom¨¢s, fue el primer responsable de la torre tras su inauguraci¨®n en 1909, a cien metros de la antigua, que funcionaba desde 1852. Sus hijos a¨²n le recuerdan velando porque nunca faltara petr¨®leo para prender, al anochecer, la luz que deb¨ªa guiar a los barcos. Disfrutaban ayud¨¢ndole a remontar las pesas de la maquinaria de relojer¨ªa que hac¨ªa girar la ¨®ptica.
Tambi¨¦n tuvieron que presenciar escenas duras, que permanecen frescas en su memoria. Recuerdan el naufragio del pesquero Maitegarria. Juanita a¨²n puede o¨ªr a los marineros pidiendo auxilio en las rocas. "Mi padre ayud¨® a sacar a unos cuantos, pero otros muchos no volvieron a salir". Otra de sus hermanas, Rosario, no pod¨ªa ni ver los percebes. Presenci¨® el rescate de demasiados cuerpos de pescadores ahogados por ir a cogerlos al barranco pr¨®ximo al faro.
El primer farero, Tom¨¢s Blanco, presenci¨® varios naufragios y otros accidentes
El de Bermeo es el ¨²nico habitado de los cuatro que hay en Vizcaya
El octogenario Ignacio Ulecia y Luis Valent¨ªn de Abasolo estuvieron al frente del faro en los a?os 50. Tras desempe?ar la labor de torrero en A Coru?a y Murcia, Ignacio, madrile?o, recal¨® en Bermeo. Se acababa de casar con Flora. De hecho, pasaron en la torre su noche de bodas. Tanto les cost¨® sortear los obst¨¢culos burocr¨¢ticos que hallaron para celebrar el enlace, que no les import¨® pasar su luna de miel all¨ª. Ignacio recuerda tambi¨¦n con especial cari?o la "entra?able amistad" que le un¨ªa a C¨¢ndido, un pescador que result¨® herido en la Guerra Civil, por lo que tuvo que abandonar su profesi¨®n y dedicarse a vigilar con unos prism¨¢ticos las zonas de pesca reglamentarias "para que nadie se extralimitara".
Luis Valent¨ªn falleci¨® hace siete a?os, pero sus hijos se ocuparon ayer, durante el acto de conmemoraci¨®n del primer siglo de vida del emblem¨¢tico faro -el ¨²nico habitado de los cuatro que hay en Vizcaya-, de recordar su figura. Uno de ellos, Juan, present¨® incluso un libro, Faro de Matxitxako: Residencia habitual, en el que relata las vivencias de su familia en las hist¨®ricas instalaciones.
Juan atesora infinidad de recuerdos. ?l y sus hermanos compart¨ªan todo el d¨ªa con su padre. A veces iban de excursi¨®n y pescaban, con mala mar, unas lubinas "enormes". Tampoco olvida las bandadas de estorninos que, atra¨ªdos por la luz del faro, chocaban contra ¨¦l. Se pod¨ªan pasar noches enteras recogi¨¦ndolos del suelo.
Cristina Garc¨ªa y Alejandro Mart¨ªnez son los actuales t¨¦cnicos de ayuda a la navegaci¨®n, como se conoce en la actualidad a los torreros. Llevan m¨¢s de 16 a?os en el puesto y all¨ª tienen su hogar y a sus respectivas familias. Hoy los faros se encienden y apagan solos, pero vigilan las balizas luminosas que salpican la costa vizca¨ªna y arreglan posibles aver¨ªas en los otros tres faros.
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