M¨¢s all¨¢ de la excelencia
La Universitat de Val¨¨ncia y la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia no han sido seleccionadas por una comisi¨®n internacional de expertos para formar parte del reducido grupo de Campus de Excelencia Internacional en Espa?a. Una muy mala noticia tanto para nuestras universidades como para el conjunto de la sociedad valenciana. Porque no se trataba de obtener una financiaci¨®n adicional, por interesante que fuera, sino de aprovechar esa excelente ocasi¨®n para demostrar que exist¨ªa masa cr¨ªtica suficiente y capacidad para proponer juntos un proyecto movilizador que contara con un inequ¨ªvoco compromiso institucional. Un proyecto conjunto en el que quedara bien visible que somos capaces de pensar juntos en clave de nosotros y que en ese nosotros estaban todos los actores concernidos, p¨²blicos y privados, que son muchos y que alg¨²n d¨ªa comprender¨¢n que sus mejores aliados para transitar por la nueva econom¨ªa del conocimiento y los servicios son sus universidades.
Ha faltado voluntad de concertaci¨®n e impulso institucional para presentar un proyecto
Quedar excluidos en esta primera convocatoria del mapa de la excelencia universitaria tiene un gran valor simb¨®lico. Nuestras universidades seguir¨¢n ocupando lugares apropiados en el ranking de universidades de Europa e incluso de excelencia si nos referimos a la actividad investigadora. Seguir¨¢n realizando su tarea docente e investigadora y tejiendo sus propias redes de colaboraci¨®n con el tejido productivo y mantendr¨¢n su compromiso con el entorno social y cultural en el que est¨¢n insertas y al que se deben. Por separado, las dos universidades rechazadas tienen masa cr¨ªtica suficiente para hacer lo que se propongan. Incluso pueden hacerlo mucho mejor que hasta ahora. Pero unidas no solamente ser¨ªan imbatibles sino que contribuir¨ªan, a¨²n m¨¢s, a sentar nuevas y m¨¢s s¨®lidas bases de crecimiento equilibrado y de cohesi¨®n social.
De haber concurrido en un proyecto ¨²nico y bien trabado, muy probablemente ahora contar¨ªamos con el tercer Campus de Excelencia Internacional de Espa?a. Esta era la ocasi¨®n, perdida, y ese era el objetivo fundamental que persegu¨ªa la convocatoria: incentivar la posibilidad de unir fuerzas para multiplicar el potencial que ya tienen muchas de las universidades espa?olas, reforzando su dimensi¨®n internacional. As¨ª estaba bien establecido en la convocatoria y as¨ª se indic¨® a la Universitat de Val¨¨ncia y a la Universidad Polit¨¦cnica con motivo de la preselecci¨®n. Una recomendaci¨®n que tal vez no se transmiti¨® con la claridad necesaria y que qued¨® bien patente cuando sendas delegaciones defendieron el proyecto ante la comisi¨®n internacional: no se present¨® un ¨²nico proyecto conjunto, sino dos proyectos yuxtapuestos. En claro contraste con otros proyectos seleccionados que s¨ª fueron capaces de hacerlo.
La primera raz¨®n que explica la exclusi¨®n est¨¢ en nuestras propias universidades y es muy necesario que revisen actitudes y culturas. Pero adem¨¢s de esa evidente incapacidad para sumar ideas, talento y capacidades, en todo este proceso ha quedado patente una segunda raz¨®n casi tan importante como la primera: la falta de liderazgo institucional, de compromiso real y sincero del Gobierno regional con sus universidades y la discreta implicaci¨®n de otros actores pol¨ªticos y sociales relevantes. Esta circunstancia contrast¨® mucho en el acto de defensa de otros proyectos seleccionados. En algunos casos estuvo presente el propio presidente del Gobierno regional apoyando a su universidad, en otros destacaba el apoyo expl¨ªcito de gobiernos regionales e instituciones. En la mayor¨ªa, la red de actores implicados, p¨²blicos y privados, era sencillamente abrumadora.
Como ya viene siendo costumbre, la ¨²nica reacci¨®n pol¨ªtica e institucional ha consistido en no asumir la responsabilidad del resultado culpando siempre a un tercero. Es m¨¢s sencillo y parece que m¨¢s rentable. Pero lo cierto es que en este caso, como en tantos otros, no ha existido ninguna conspiraci¨®n para perjudicar o marginar a nuestras universidades. Como tampoco la ha habido para excluir a universidades como Sevilla o Granada. La realidad es mucho m¨¢s sencilla a la vez que dram¨¢tica: ha faltado voluntad de concertaci¨®n e impulso institucional para presentar un ¨²nico proyecto. Y ambos problemas vienen de muy atr¨¢s. El desencuentro entre las dos universidades es tan miope como est¨¦ril y falto de visi¨®n estrat¨¦gica. De otra parte, la estrategia de deslegitimaci¨®n de la universidad por la derecha pol¨ªtica, en especial de la Universitat de Val¨¨ncia, es tan antiguo y provinciano como representativo de una cultura pol¨ªtica que con demasiada frecuencia exhibe sin complejos su ignorancia y su incultura en plena sociedad de la informaci¨®n y que desconoce el potencial de un sistema universitario al que mantiene con respiraci¨®n asistida en su financiaci¨®n.
Es momento de aprender de la experiencia. De abandonar el victimismo, de no pretender atribuir responsabilidades a otros apelando a los falsos fantasmas de siempre. De abandonar la protesta en favor de la propuesta. Por esa raz¨®n, lo aconsejable ser¨ªa que las dos universidades iniciaran una sincera cooperaci¨®n, abierta a otras posibles incorporaciones, ampliando las experiencias de trabajo conjunto que ya existen entre grupos de investigadores y docentes. Y que los responsables pol¨ªticos demuestren con hechos que conf¨ªan y quieren apoyarse en su sistema universitario para encarar el futuro con garant¨ªa y solvencia. Nos ir¨¢ mejor si somos capaces de pensar juntos. De otro modo, nunca saldremos de la mediocridad si seguimos pensando en clave de nosotros y ellos.
Joan Romero es catedr¨¢tico en la Universitat de Val¨¨ncia y ex consejero de Educaci¨®n y Ciencia entre 1993 y 1995.
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