Espa?a para Europa
Entramos en meses trepidantes, que coincidir¨¢n con la presidencia espa?ola de la UE. Los nuevos altos cargos de Bruselas entran en sus despachos. Los principales grupos parlamentarios espa?oles han consensuado una hoja de ruta com¨²n, m¨¢s completa que el discurso del presidente del Gobierno del 12 de febrero y que las 100 medidas del PP. Y el engranaje de las tres presidencias (Espa?a, B¨¦lgica, Hungr¨ªa) consecutivas funciona.
Esta presidencia ser¨¢ m¨¢s complicada que las tres anteriores (1989, 1995 Y 2002). Porque Europa es muy distinta: donde hab¨ªa 12 socios hay 27, y los n¨²cleos duros se han difuminado. Porque Espa?a ha diluido su posici¨®n geogr¨¢fica y pol¨ªticamente central, y su a¨²n adverso momento econ¨®mico es inverso al de la mayor¨ªa. Porque le toca torear el largamente aplazado cambio de reglas de juego tras un decenio dilapidado en debates institucionales perdidos.
EE UU aventaja a la UE en 11 de los 15 indicadores b¨¢sicos de innovaci¨®n
Porque su semestre ser¨¢ el periodo en que la Gran Recesi¨®n debe quedar definitivamente atr¨¢s. Porque coincidir¨¢n crisis declinante, recuperaci¨®n d¨¦bil y desempleo creciente. De forma que unas pol¨ªticas y estrategias chocar¨¢n con otras: todas ellas seguramente necesarias, en dosis calibradas y compatibles. As¨ª, la vuelta a la estabilidad macroecon¨®mica reenderezando los d¨¦ficit (Pacto de Estabilidad del euro) con el llamado Plan Europeo de Recuperaci¨®n Econ¨®mica (de los est¨ªmulos fiscales a las operaciones de salvamento p¨²blico de la banca).
Entre los deberes econ¨®micos no sujetos al corto plazo destaca el inicio de la revisi¨®n de la Agenda de Lisboa, que ahora cumplir¨¢ 10 a?os, y cinco desde su actualizaci¨®n. La Agenda es la principal biblia de la pol¨ªtica econ¨®mica comunitaria. Albergaba una gran ambici¨®n. La de convertir a la UE, en 2010, en "la econom¨ªa basada en el conocimiento m¨¢s competitiva y din¨¢mica del mundo". El resultado ha sido una cat¨¢strofe. Quienes prefieren ponerse una venda en los ojos proclaman que no fue tan mal, porque al llegar a 2008, antes de la crisis, la UE registraba la tasa de paro m¨¢s baja en 25 a?os, el primer aumento de productividad en un decenio y 6,5 millones de empleos creados en 24 meses.
Resultados que estaban muy lejos de lo pretendido (crear 22 millones de empleos, alcanzar el 3% del PIB dedicado a I+D). Y que la recesi¨®n arras¨®, como un hurac¨¢n. No deb¨ªan ser muy sostenibles. El caso es que 10 a?os despu¨¦s, EE UU sigue "aventajando a la UE en 11 de los 15 indicadores b¨¢sicos de la innovaci¨®n" y que la inversi¨®n de ¨¦sta en I +D sigue estancada "en el mismo nivel que en 2010", el 71% de los EE UU, alertan Dermot Hodson y Marco Simoni en la sugerente obra colectiva After the crisis: a new socio-economic settlement for the EU (www.policy-network.net). Un buen paper para la presidencia espa?ola, del CIDOB y el C¨ªrculo de Econom¨ªa (Un proyecto para Europa, www.cidob.org) reclama "poner el ¨¦nfasis en las pol¨ªticas de inversi¨®n en los activos f¨ªsicos, humanos o tecnol¨®gicos que sostienen el crecimiento a largo plazo y no tanto en las reformas orientadas a definir el papel de lo p¨²blico y lo privado en este impulso colectivo". Y la proposici¨®n no de ley de los grupos parlamentarios del d¨ªa 19 postula dedicar el 4% del PIB al esfuerzo de I+D.
Todo eso est¨¢ muy bien. Pero tambi¨¦n fracasar¨¢ si se articula a trav¨¦s del "m¨¦todo abierto de coordinaci¨®n", zarandaja de intergubernamentalismo light exenta de decisiones vinculantes (que obliguen a todos a la consecuci¨®n progresiva de los objetivos fijados), de condicionalidades positivas (m¨¢s financiaci¨®n a los m¨¢s exitosos), de sanciones (a los incumplidores) y de instituciones vigilantes (que controlen todo el proceso). La uni¨®n monetaria, el euro, ha triunfado porque reun¨ªa todos esos requisitos.
La uni¨®n econ¨®mica dibujada en el lamentable texto de la Agenda de Lisboa, deslavazado y carente de prioridades, est¨¢ siendo un fracaso porque ha sido una broma, y no parece que el huero borrador de Agenda 2020 que Bruselas acaba de perpetrar (documento COM, 2009, 647 final) extraiga ninguna lecci¨®n de ese fracaso. La presidencia espa?ola, y los flamantes nuevos dirigentes de la Uni¨®n, tienen ah¨ª una oportunidad. Pero si la usan para reiterar la lengua de madera, la consabida ret¨®rica hueca, mejor que se olviden. Antes que edulcorar la vacuidad es preferible que confiesen: somos incapaces.
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