Peque?os detalles de Szymborska
"Todo termina siendo metaf¨ªsico", pero un ¨²nico apunte puede hacer que un poema resista al tiempo, afirma la Nobel polaca, de 86 a?os, poseedora de un humor afilado y certero, que publica en Espa?a su ¨²ltimo poemario y su obra en prosa
Wislawa Szymborska est¨¢ en su casa, pero pide permiso para fumar. "Una vez", cuenta, "recib¨ª una carta de varias p¨¢ginas en la que una mujer me ped¨ªa que dejara de fumar. Me hubiera gustado responderle: he ido a tantos entierros de gente que nunca hab¨ªa fumado y que era m¨¢s joven que yo... Me limit¨¦ a decirle que le agradec¨ªa que se preocupara por m¨ª". Szymborska naci¨® hace 86 a?os en K¨®rnik, cerca de Poznan, al oeste de Polonia. Ahora vive en un bloque descolorido sin ascensor -una especie de vivienda de protecci¨®n oficial- en un suburbio de Cracovia, la ciudad de la que no se ha movido desde que su familia emigr¨® all¨ª cuando ella ten¨ªa ocho a?os, en 1931.
La memoria, de hecho, est¨¢ muy presente en su ¨²ltimo libro de poemas, Aqu¨ª (Bartleby), publicado en Polonia este mismo a?o. Su aparici¨®n en Espa?a coincide con la primera traducci¨®n de su prosa, Lecturas no obligatorias (Alfabia), una selecci¨®n de las vibrantes notas que durante a?os public¨® en una particular secci¨®n de los peri¨®dicos. All¨ª, y en un par de folios, coment¨® a J¨¹ng y a Montaigne, pero tambi¨¦n libros de jardiner¨ªa, p¨¢jaros y decoraci¨®n. El resultado es pura chispa. As¨ª, del Poema del Cid dice: "Fue escrito por un Balzac medieval. La guerra es para ¨¦l, ante todo, una empresa financiera. Dado que la guerra es costosa, ¨¦sta debe ser rentable. La cabeza del caballero, hasta que alguien se la corta, estaba siempre llena de c¨¢lculos". Y al comentar un manual de ideogramas chinos apunta: "Esposa es una mujer y una escoba; amante, una mujer y una flauta. Desconozco la existencia de un signo que represente el ideal al que nos conducen todas las revistas europeas para mujeres: la fusi¨®n de la escoba y la flauta".
Cuando Szymborska gan¨® el Premio Nobel en 1996 no hab¨ªa m¨¢s que un pu?ado de poemas suyos traducidos al espa?ol en una antolog¨ªa colectiva. Hoy lo est¨¢ toda su poes¨ªa. No hace tanto, adem¨¢s, tuvo su minuto en las cr¨®nicas pol¨ªticas. Fue el d¨ªa que Patxi L¨®pez ley¨® su poema Nada dos veces en su toma de posesi¨®n como lehendakari.
Son las 11 de la ma?ana y en una mesa hay caf¨¦, galletas y chocolatinas. Ella a?ade una botella de co?ac que abre para la ocasi¨®n. Antes de servirse una copa, sirve a los dem¨¢s: Abel Murcia, traductor de sus libros al espa?ol, director del Instituto Cervantes de Cracovia e int¨¦rprete durante la charla; el fot¨®grafo, venido desde Varsovia, y el periodista. Mientras dura el primer caf¨¦ est¨¢ tambi¨¦n Michal Rusinek, secretario de Szymborska y escritor y traductor ¨¦l mismo. "Michal, con todo lo que escribe y el mont¨®n de temas que lleva, dentro de poco necesitar¨¢ usted una secretaria. Tal vez podr¨ªa contratarme", bromea la escritora. ?l contesta arqueando las cejas: "No s¨¦ si me convence".
Rusinek es quien lidia con los mil compromisos que acechan a la poeta desde el Nobel. "?Que si el premio me cambi¨® la vida? Y tanto. Para bien y para mal. Para bien, porque multiplic¨® el n¨²mero de cartas que me env¨ªan, de paquetes con libros, de invitaciones, de propuestas y de preguntas a las que hay que responder en las entrevistas". Y socarrona, a?ade: "Para mal, porque multiplic¨® el n¨²mero de cartas que me env¨ªan, de paquetes con libros, de invitaciones, de propuestas y de preguntas a las que hay que responder en las entrevistas. A las invitaciones para viajar a otros pa¨ªses siempre respondo lo mismo: cuando sea m¨¢s joven".
D¨ªas antes de la cita, Wislawa Szymborska hab¨ªa pedido la lista de temas sobre los que tendr¨ªa que hablar en Cracovia. Una vez all¨ª aclara el porqu¨¦: "Aunque luego hablemos de lo que sea, as¨ª al menos puedo pensar y decirle a usted algo coherente. No crea que soy brillante. Hay preguntas para las que no tengo respuesta". No le gustan las fotos, as¨ª es que trata de distraer al fot¨®grafo cuanto puede: "Si hubiera venido hace 30 a?os... con esa c¨¢mara tan aparatosa me sacar¨¢ todas las arrugas, ?verdad? ?No podr¨ªa retocarlas un poco, como hacen con Sharon Stone?". Al cabo de unos minutos vuelve al ataque: "?Es usted tan alto porque no fuma? ?Hizo el servicio militar? Descanse un poco, deje la c¨¢mara y tome otro co?ac".
Caf¨¦, co?ac, chocolatinas. Parece un buen momento para hablar de la muerte. Sobre la muerte sin exagerar, como dice uno de sus poemas m¨¢s c¨¦lebres, escrito con esa mezcla de emoci¨®n e iron¨ªa -poes¨ªa sin lirismos de manual- que sorprendi¨® al mundo cuando su obra fue distinguida por la Academia sueca. En Aqu¨ª, Szymborska dice que hay temas sobre los que debe escribir sin demorarse mucho porque "el tiempo apremia".
PREGUNTA. ?Al escribir este libro pensaba en la muerte?
RESPUESTA. Para m¨ª la vida es una aventura con fecha de caducidad. Cuando estaba en la escuela muri¨® una profesora y tuve conciencia de la muerte como algo natural. Con 86 a?os pienso igual que con 8.
"El mundo es cruel, pero merece tambi¨¦n otros calificativos m¨¢s compasivos"
P. ?Y eso influye cuando escribe?
R. Yo no escribo sobre la muerte. Es una de las cosas m¨¢s f¨¢ciles de hacer en poes¨ªa. Y no es verdad que tenga un poder ilimitado. No consigue todo lo que quiere y cuando quiere. Es cierto que hay poemas buen¨ªsimos sobre la muerte, pero en general es f¨¢cil porque despierta sentimientos y emociones f¨¢ciles, la ternura y todo eso.
P. ?El amor tambi¨¦n es un tema facil¨®n?
R. Ah, ¨¦se ya no es tan f¨¢cil. Y lo m¨¢s dif¨ªcil es el erotismo, que de hecho se ha tocado muy poco en poes¨ªa. Nunca he le¨ªdo un poema que sea capaz de trasladar lo que sucede entre dos personas. Hablo del erotismo puro, no del amor como sentimiento, que s¨ª es m¨¢s f¨¢cil de expresar.
P. Hay m¨¢s literatura en los amores dif¨ªciles.
R. Tal vez, pero yo he tenido la gran suerte de vivir algunos amores, y mis recuerdos son muy felices. Pero no hablemos de m¨ª, que todo eso ya est¨¢ en los poemas.
P. ?Hay palabras que trata de evitar especialmente cuando escribe?
R. Las arcaicas y las grandilocuentes. Pero hay palabras que utilizo raramente y con ciertas dudas. Cuando intento describir algo como "bello", por ejemplo. La belleza es una idea relativa, que depende de la tradici¨®n y de las costumbres, y sobre todo de los gustos personales, que el lector puede no compartir. Para m¨ª, las catedrales rom¨¢nicas son m¨¢s bonitas que las g¨®ticas, la cer¨¢mica m¨¢s bonita que la m¨¢s refinada de las porcelanas y la mu?eca de trapo con la que en mi infancia pod¨ªa hablar de cualquier cosa, mil veces m¨¢s bonita que esa horrorosa Barbie. Porque, a ver, ?sobre qu¨¦ se puede hablar con una de esas Barbies? Bueno, a lo mejor de trapitos y esmalte para las u?as.
"Conozco pintores que pueden trabajar mientras llevan una conversaci¨®n. En poes¨ªa eso es imposible"
P. Sus poemas hablan de los grandes temas, pero parecen huir de las abstracciones.
R. Cualquier poema bueno se convierte de alguna manera en algo abstracto. Pero siempre tiene que ver con la realidad, con la vida del poeta o con la vida de otros. Las cosas bellas tienen tambi¨¦n algo de metaf¨ªsicas... No le veo muy de acuerdo.
P. Me refer¨ªa a que en el poema?Metaf¨ªsica habla usted de los fideos con tocino.
R. Es que todo termina siendo metaf¨ªsico. Pero m¨¢s que por los grandes temas, la poes¨ªa se salva por los peque?os detalles. Hay poemas antiguos que han pervivido gracias a un solo detalle. Pero me temo que estoy generalizando... sobre los detalles [se r¨ªe].
P. ?El humor le sirve para escribir sin verg¨¹enza sobre temas m¨¢s serios?
R. Es mi forma de ser. Desde ni?a he tenido tendencia a darle vueltas a un asunto y a buscarle la parte c¨®mica. Hay cuestiones, sin embargo, que ni me hacen gracia, ni me han hecho nunca gracia, ni me la har¨¢n: el odio, la violencia, la estupidez agresiva.
P. ?De ni?a le¨ªa poes¨ªa?
R. No. En mi casa hab¨ªa s¨®lo dos libros de poemas del siglo XIX. Y tampoco los le¨ªa. Siempre quise escribir novelas gordas. Al principio cre¨ªa que si alguien aspiraba al t¨ªtulo de escritor ten¨ªa que ser autor de novelas de varios tomos y cientos de p¨¢ginas. No pas¨¦ de relatos mediocres. Un d¨ªa escrib¨ª un poema, horroroso, y se lo pas¨¦ a la gente que trabajaba conmigo en el peri¨®dico. Me preguntaron: ?pero t¨² qu¨¦ lees? Result¨® que no conoc¨ªa los poetas contempor¨¢neos. Hab¨ªa le¨ªdo mucha narrativa, a Thomas Mann, a Proust, a Dostoievski, pero de poes¨ªa, ni idea. Me tuve que formar un poco.
P. ?Aprendi¨® algo como poeta escribiendo sus?Lecturas no obligatorias?
R. Mis Lecturas no obligatorias no son realmente prosa seria. Son una especie de art¨ªculos, a veces serios, a veces divertidos, en ocasiones incluso parecidos a mi poes¨ªa. Aunque, como le dije, empec¨¦ escribiendo relatos. Pero eso fue justo despu¨¦s de la guerra.
P. ?C¨®mo recuerda la guerra?
R. Lo mejor que puedo decir es que sobreviv¨ª. Recuerdo el hambre, el fr¨ªo. Tuve que trabajar haciendo zanjas en la calle. Mi padre fue inteligente: mucha gente huy¨® de Cracovia y se fue a Lvov, en la actual Ucrania, y pasaron a formar parte de la ocupaci¨®n sovi¨¦tica. Sobreviv¨ª, s¨ª. Pero hubo gente que muri¨®. Mi prim¨® cay¨® en el levantamiento de Varsovia.
P. ?Qu¨¦ funci¨®n cumple la poes¨ªa ante la crueldad del mundo?
R. El mundo es cruel, pero merece tambi¨¦n otros calificativos m¨¢s compasivos. Si ¨²nicamente fuera cruel, la gente hace mucho tiempo que no estar¨ªa aqu¨ª. Habr¨ªa aqu¨ª y all¨¢ algunos escombros y crecer¨ªan algunas plantas. Plantas an¨®nimas, porque no habr¨ªa nadie que les diera nombre.
P. ?Qu¨¦ piensa de la idea de Adorno de que no se puede escribir poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz? Supongo que para una escritora polaca que vive a 70 kil¨®metros de ese campo de concentraci¨®n la frase tiene un significado especial.
R. Adorno no ten¨ªa raz¨®n, y eso lo pudo comprobar personalmente, porque vivi¨® todav¨ªa m¨¢s de veinte a?os despu¨¦s de terminar la guerra. En ese tiempo hubo poetas nada desde?ables que escribieron poemas nada desde?ables. Si ese trabajo hubiera carecido de sentido, ?para qu¨¦ habr¨ªa servido?
P. ?Y puede un poeta escribir sobre la historia?
R. Aunque su deseo de no escribir sobre ella fuera muy grande, es imposible evitarlo. Hay poetas para los que la historia es una fuente directa de inspiraci¨®n. Para m¨ª los mejores en ese aspecto son Cavafis y Zbigniew Herbert. Pero incluso la poes¨ªa que carece de cualquier referente hist¨®rico se inscribe para siempre en la historia, ya que utiliza un lenguaje que determina de forma exacta d¨®nde y cu¨¢ndo nace. La poes¨ªa supratemporal es una ilusi¨®n idiota.
P. ?La pol¨ªtica est¨¢ destrozando el lenguaje?
R. Siempre lo ha destrozado. El lenguaje de los pol¨ªticos suele servir para ocultar y no para expresar pensamientos. Pero a algunos pol¨ªticos no intentar¨ªa yo convencerlos de que fueran sinceros: podr¨ªa darse el caso de que no hubiese nada que ocultar.
P. ?Recuerda el d¨ªa en que cay¨® el muro de Berl¨ªn?
R. Estaba en Cracovia y fue un momento maravilloso. Aqu¨¦llos fueron unos tiempos inolvidables. La gente de Solidaridad era maravillosa. Luego eso cambi¨® y empezaron a surgir cosas desagradables, pero entonces eran j¨®venes y bellos. Est¨¢bamos todos euf¨®ricos... Bueno, ahora pregunto yo: ?Est¨¢ usted casado? ?Tiene hijos? ?De qu¨¦ parte de Espa?a es?
P. ?Es verdad que estudi¨® espa?ol?
R. Claro. Iba a clase con un profesor que tengo la impresi¨®n de que se aprend¨ªa de memoria lo que iba a decir porque no sab¨ªa mucho. En una ¨¦poca en la que entend¨ªa algo me empe?aba en leer a Cervantes con diccionario. Ya s¨®lo recuerdo algunas frases: ?hasta la vista! Me parece una lengua muy bonita. Un lat¨ªn bellamente estropeado.
P. ?Ahora qu¨¦ lee?
R. Siempre he le¨ªdo poca poes¨ªa. Nunca he sido capaz de leer un libro de poes¨ªa desde el principio hasta el final. Y hablo de los buenos. Lo que hago es leer un poema y dejarlo. Luego retomo el libro, y as¨ª. Como se puede imaginar, a veces quedo fatal con gente que me ha mandado sus libros porque tardo un a?o en contestarles con mi opini¨®n, pero ¨¦sa es mi forma de leer.
P. ?Y escribe?
R. Como tengo poco talento, necesito un silencio de varios d¨ªas: sin llamadas, sin visitas. Conozco pintores que pueden trabajar mientras llevan una conversaci¨®n. En poes¨ªa eso es absolutamente imposible. Pens¨¦ que cuando pasara el Nobel el traj¨ªn se reducir¨ªa, pero no.
P. ?Y sus?collages?
R. Me invent¨¦ esas postales precisamente para que todo el mundo reciba algo personal sin que yo tenga que escribir. ?Ya hemos terminado?
P. Creo que s¨ª.
R. No se vaya sin terminarse la copa. Por cierto, no me ha preguntado por el feminismo. Es que siempre me preguntan si soy feminista o no.
P. ?Es usted feminista?
R. Yo me niego a tener ninguna etiqueta, pero en Polonia las feministas tienen much¨ªsima raz¨®n y muchas cosas por las que luchar: por los sueldos, por derechos que tienen que ver con su cuerpo, porque todav¨ªa hay resortes reaccionarios en la Iglesia... Sue?o con el momento en que las feministas no sean necesarias.
P. ?Ha cambiado Polonia con la entrada en la Uni¨®n Europea?
R. Ha pasado hace tan poco que es demasiado pronto para valorarlo. Hay problemas, claro est¨¢, porque incluso en pa¨ªses m¨¢s desarrollados que el nuestro los hay. Aqu¨ª tenemos problemas con la Iglesia, precisamente, que ya no sigue el paso del desarrollo de la ciencia y de la democratizaci¨®n de la sociedad. Para m¨ª el d¨ªa en que Polonia entr¨® en la Uni¨®n Europea fue un d¨ªa feliz. Estaba sola en casa y no ten¨ªa con qui¨¦n brindar por el futuro. Pero me serv¨ª una copa de co?ac y pas¨¦ por delante de todas las fotograf¨ªas de los seres queridos que tengo en casa, y que no llegaron a ver este d¨ªa.
Wislawa Szymborska. Aqu¨ª. Traducci¨®n de Gerardo Beltr¨¢n y Abel A. Murcia Soriano. Bartleby. Madrid, 2009. 72 p¨¢ginas. 15 euros. Lecturas no obligatorias. Traducci¨®n de Manel Bellmunt Serrano. Alfabia. Barcelona, 2009. 254 p¨¢ginas. 22 euros.
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