Jordi, hasta siempre

Jordi Sol¨¦ Tura nos ha dejado. Pero nos queda su recuerdo que llena nuestra memoria de tantas cosas positivas que resultar¨¢ dif¨ªcil olvidarlo. Es m¨¢s, ser¨ªa muy grave que esto ocurriera por cuanto su figura es de aquellas que dan sentido a una pol¨ªtica de defensa de la memoria hist¨®rica. En su persona, en la de Jordi, y en su trayectoria personal, pol¨ªtica y acad¨¦mica encontramos un fiel reflejo de todas las contradicciones de la historia traum¨¢tica de Espa?a.

Militante de la resistencia antifranquista conoci¨® el exilio, la c¨¢rcel, la expulsi¨®n de la Universidad y toda una larga serie de incidentes en su camino vital que le hubieran permitido instalarse en el m¨¢s agrio y justificado de los resentimientos. Por el contrario, tenaz y coherente, no se refugi¨® nunca en la nostalgia sino que mir¨® siempre hacia delante, empujado por la pasi¨®n de su causa en defensa de la libertad, del progreso y de la democracia. Su trayectoria y su coherencia ideol¨®gica le permitieron servir desacomplejadamente y con orgullo la dif¨ªcil y exitosa tarea de conducir al consenso constitucional y democr¨¢tico a fuerzas pol¨ªticas y personalidades que pod¨ªan haberse instalado en actitudes de ruptura, que hubieran representado un importante trauma social.

Si se tiene que hablar de consenso no hay nada que lo ejemplarice tanto como la actitud de Jordi Sol¨¦ Tura. La Constituci¨®n del 78 debe mucho a sus constantes aportaciones y a su voluntad de encontrar escenarios de coincidencia entre fuerzas pol¨ªticas dispares. Pero, todo ello, con estricta fidelidad a su ideolog¨ªa, a la que sirvi¨® adapt¨¢ndola a la evoluci¨®n del cambio social en beneficio de una estabilidad institucional de la que ¨¦l era un gran defensor. Y tambi¨¦n desde una profunda catalanidad; seguramente distante de los que, desde posiciones nacionalistas, otros defend¨ªamos, pero teniendo claro las bases de coincidencia que encontraban su origen en la propia historia del PSUC.

Profesor de singular capacidad pedag¨®gica, supo trasladar a sus alumnos la experiencia viva de su propia vida como reflejo de lo que la pol¨ªtica pod¨ªa representar en la historia de los pueblos. Racional y sereno, en muchas ocasiones convirti¨® a los diputados del Congreso en atentos alumnos de su exposici¨®n que, a¨²n no comparti¨¦ndola, merec¨ªa el respeto de sus oyentes que ve¨ªan en ¨¦l un pol¨ªtico ejemplar por su coherencia, por su fortaleza ideol¨®gica y por su sensibilidad hacia el pacto y el acuerdo.

Y siempre con aquella fina sonrisa y aquel punto de iron¨ªa que le permit¨ªa relativizar lo m¨¢s dogm¨¢tico para acercarse, relajadamente, al debate amable entre contendientes muy opuestos. Es hoy, este ejemplo, algo ins¨®lito en nuestro panorama pol¨ªtico pero seguramente porque pocos podr¨ªan aportar a este tipo de debates el contenido, la fundamentaci¨®n y el valor del alto ejemplo personal de Jordi Sol¨¦ Tura. Que su recuerdo cuando conmemoramos el 31 aniversario de la Constituci¨®n a la que ¨¦l contribuy¨® tan decididamente, estimule los comportamientos m¨¢s democr¨¢ticos que ¨¦l practic¨®, los compromisos m¨¢s solventes en beneficio del progreso que ¨¦l persegu¨ªa, de la libertad que ¨¦l ayud¨® a conquistar y de la catalanidad que arraigaba en su ser m¨¢s profundo.

Fins sempre, amic.

Miquel Roca fue ponente de la Constituci¨®n por CiU.