Bronce fundido con aire
El Museo Pablo Gargallo de Zaragoza ampl¨ªa su zona expositiva dedicada al gran escultor
A la objetividad de las cifras -es el museo m¨¢s visitado de Zaragoza- se une la subjetividad de la mirada. Todo el mundo, desde dentro y fuera del Museo Gargallo, coincide en se?alar el cari?o entre el artista, la familia, el espacio expositivo, la obra, la ciudad y los ciudadanos. "El entendimiento es mod¨¦lico", afirma su responsable, Mar¨ªa Cristina Gil Imaz.
Esa corriente mutua no ha hecho m¨¢s que crecer, lo mismo que el propio espacio, inaugurado en 1985. Lo que se puede ver desde el pasado 20 de octubre es un 40% m¨¢s de superficie, con un total de 156 obras que muestran la trayectoria vital y art¨ªstica del escultor Pablo Gargallo, nacido en Maella (Zaragoza) en 1881 y fallecido en Reus (Tarragona) 56 a?os despu¨¦s.
Su trabajo es de una modernidad deslumbrante. Junto al clasicismo del que parti¨® y en el que sent¨® las s¨®lidas bases de su desarrollo posterior, al lado del modernismo que muestra su profundo v¨ªnculo con la sociedad barcelonesa de la ¨¦poca, el arte de Pablo Gargallo habla de un presente y casi de un futuro contempor¨¢neos al visitante actual.
Un profeta particular
Buena prueba de ello es el impresionante Gran profeta (1933), que preside el patio de columnas en el que se inicia el recorrido por el palacio de Argillo, del siglo XVII, que acoge el legado de la familia Anguera Gargallo: de la generosidad de Pierrette Gargallo, ¨²nica hija (nacida en 1922), y de sus hijos procede el 90% de las obras expuestas. Esa voz del profeta que clama en el desierto parece hablar de una incomprensi¨®n que, por fortuna, no se dio en la vida del artista, si bien el reconocimiento internacional llegar¨ªa poco despu¨¦s de su prematura muerte, en 1934, tras exponer con enorme ¨¦xito en Nueva York y Barcelona. Arriba, la b¨®veda transparente que cubre el patio, que protege de la lluvia, que matiza las luces; que, en definitiva, cierra el c¨ªrculo espacial.
Porque ¨¦sa es una de las caracter¨ªsticas de este museo: el cuidado con el que est¨¢ concebido, desarrollado y expuesto. Empezando por el edificio de dos plantas, con un bello claustro superior, que se presta a ello por la posibilidad de crear mundos recoletos y monogr¨¢ficos, escenarios de intimidad que, sumados, conforman el todo espectacular. Algo parecido a la propia vida y obra de Pablo Gargallo, de una te¨®rica apariencia cotidiana, convertida en definitiva aportaci¨®n art¨ªstica cuando se contempla en su conjunto.
El giro fundamental se produce en 1907, cuando crea la primera pieza de metal: Peque?a m¨¢scara con mech¨®n. A partir de ah¨ª, utilizando chapas de cobre, hierro, lat¨®n y plomo, empieza a recorrer el camino que m¨¢s le identifica: un camino de l¨ªneas simples y puras, esencialidad que se deja ver de forma ejemplar en su Autorretrato (1927); trazos que sugieren, evocan, definen con gran econom¨ªa de medios, anticipando la escultura que vendr¨¢ despu¨¦s.
Y el vac¨ªo. Rafael Ord¨®?ez, autor de Museo Pablo Gargallo, editado por el Ayuntamiento de Zaragoza en 2004, habla de "la creaci¨®n de volumen, espacio, luces y movimiento mediante la eliminaci¨®n total de la materia". ?sa es, sin duda, su aportaci¨®n fundamental.
El Museo Pablo Gargallo, abierto a la apacible plaza de San Nicol¨¢s, alberga esculturas, dibujos, plantillas de cart¨®n recortado (singular paso previo para algunas de sus piezas), grabados, joyas y documentaci¨®n de uno de los artistas esenciales del siglo XX espa?ol.
Su trabajo se desarroll¨® entre Barcelona (adonde se traslada la familia Gargallo en 1888) y Par¨ªs, meta art¨ªstica que visita con frecuencia a partir de 1903 y en la que reside largas temporadas. All¨ª conoce en 1913, presentada por Juan Gris, a su mujer, Magali Tartanson. All¨ª se instala en 1924, sin abandonar sus v¨ªnculos con Barcelona, ciudad que exhibe algunas de sus esculturas emblem¨¢ticas: hospital de la Santa Cruz y San Pablo, donde trabaj¨® reclamado por Dom¨¨nech i Montaner; Palau de la M¨²sica Catalana, plaza de Catalunya y, muy especialmente, esos atletas magn¨ªficos, esos jinetes, bigas y aurigas creados en 1929 para el nuevo Estadio Ol¨ªmpico de Montju?c, s¨ªmbolo popular, en su fuerza y su belleza, del olimpismo desde los Juegos de 1992.
Dos espl¨¦ndidos ejemplares de El atleta cl¨¢sico y El atleta moderno, fundidos entre 1985 y 1988, reciben con su saludo ol¨ªmpico al visitante frente a la fachada del Museo Pablo Gargallo de Zaragoza. El resto de su vida y de su obra aguarda, entre el sosiego y la pasi¨®n, dentro de los muros del palacio.
M¨¢s informaci¨®n en la Gu¨ªa de Arag¨®n
GU?A
Informaci¨®n
? Museo Pablo Gargallo (976 39 25 24; www.zaragoza.es/museos). Plaza de San Felipe, 3. Zaragoza. De martes a s¨¢bados y festivos, de 9.00 a 21.00; domingos, de 9.00 a 14.00. Hasta enero, gratis. Muestra temporal: La est¨¦tica de Anglada-Camarasa, de la colecci¨®n Fundaci¨®n La Caixa.
? Palacio de la Aljafer¨ªa (www.cortesaragon.es), hasta el 15 de diciembre: Gabriel Cuallad¨® en la colecci¨®n del IVAM.
? XXVI Feria de Artesan¨ªa Aragonesa, hasta el 8 de diciembre, en el Auditorio de Zaragoza (www.auditoriozaragoza.com).
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