La crucifixi¨®n de Diego P.
Una cadena de dict¨¢menes m¨¦dicos err¨®neos propici¨® que el padrastro de una ni?a de Canarias fuera detenido y vilipendiado como presunto autor de malos tratos que causaron la muerte de la chiquilla. Tras ser linchado medi¨¢ticamente, se demostr¨® su inocencia. ?sta es su historia
El sumario ajusticiamiento de Diego P. comenz¨® una hora despu¨¦s de que irrumpiera en la sala de urgencias de El Moj¨®n suplicando por su hijastra Aitana R., de tres a?os, que se le mor¨ªa en brazos. El hombre, de 24 a?os, alba?il en paro, lleg¨® corriendo al centro sanitario a las 21.43 del pasado 24 de noviembre desde el municipio tinerfe?o Costa del Silencio, a 18 kil¨®metros de distancia, y sali¨® a las 22.40 del mismo d¨ªa esposado por la Guardia Civil, rumbo a los calabozos de Playa de las Am¨¦ricas como presunto autor de un delito de maltrato infantil y abusos sexuales. La noche de autos Diego ten¨ªa mala pinta; el cuerpo de su ni?a, tambi¨¦n, y el m¨¦dico de guardia se?al¨® con un aspa la casilla correspondiente a malos tratos en el parte de lesiones.
El ajusticiamiento de Diego comenz¨® despu¨¦s de que entrara en la sala de urgencias suplicando ayuda para su hijastra
"Perd¨®nanos por el da?o que te han hecho", piden en una pancarta los vecinos del pueblo de Las Galletas
"Los m¨¦dicos s¨®lo apuntaron posibilidades. El parte de lesiones nunca es una acusaci¨®n", dice el doctor Cabrera
La reconstrucci¨®n del v¨ªa crucis de Diego, salvado por las conclusiones de la autopsia, aconsej¨® el viaje hasta su domicilio en la sure?a Costa del Silencio, donde algunos turistas despistados a¨²n se espantan al escuchar su nombre. "Ah, l'assasin de la petite fille. ?C'est terrible!". La jubilada francesa no sabe que la tarde del 24 de noviembre fue terrible, terror¨ªfica, en una de las viviendas del portal n¨²mero 48 del bloque I de Residencial Atl¨¢ntico: un conjunto de chal¨¦s adosados, ocres y humildes, al alcance de pensionistas extranjeros y de parejas como Diego y Bel¨¦n, madre de Aitana, empujados por el desempleo de Parla hacia los tajos de Canarias, donde algunos familiares pod¨ªan ayudarles a ganarse la vida. Bel¨¦n no presenci¨® la agon¨ªa de su hija porque se encontraba ausente, trabajando. No estaba en la vivienda cuando comenzaron los v¨®mitos, los dolores de cabeza, la asfixia, el jadeante desfallecimiento de Aitana. Hacia las 20.30 ya no lloraba: se le iba la vida casi en silencio, acurrucada en la cama, boqueando con los ojos abiertos.
Sin trabajo desde hac¨ªa un mes, desde que llegaron a las islas, Diego la llevaba al colegio, jugaba con ella, la zarande¨® en alg¨²n momento porque le desquiciaron sus quejas y lloros, que los crey¨® caprichosos, pero la quer¨ªa como propia. Asustado por los estertores de aquella tarde, pidi¨® a un vecino que, por favor, le llevara en su coche a urgencias. "Estaba muy malita y la cuid¨¦ todo el tiempo. La duch¨¦ dos veces porque se ensuci¨® con los v¨®mitos. Yo no s¨¦ nada de lesiones vaginales ni anales, no he violado a nadie, y los morados son por la ca¨ªda por un tobog¨¢n", el s¨¢bado 21 de noviembre, seg¨²n testific¨® ante el m¨¦dico de guardia, ante la Polic¨ªa Local, ante la Guardia Civil, ante el juez y ante su abogado.
Fue in¨²til la coherencia de sus declaraciones, sin ninguna contradicci¨®n. Enardecido por los titulares de prensa, pisoteada la presunci¨®n de inocencia, el populacho quer¨ªa arrancarle la cabeza, colgarlo de los test¨ªculos, patearlo hasta la muerte porque un pervertido de esa cala?a no merec¨ªa otra cosa. "Si no llega a estar protegido, lo hubieran linchado", confesaba un vecino del municipio de Arona. Su abogado defensor, Pl¨¢cido Alonso, supo de la iracundia popular en un bar de las proximidades: "Cuando salieron sus im¨¢genes, alguien coment¨®: 'A ¨¦ste hay que ponerle una bomba".
El calvario de Diego P. empez¨® en el Centro Especializado de Atenci¨®n a las Urgencias de El Moj¨®n, una agrupaci¨®n de barracones prefabricados, con paredes encaladas y techos verdes, abierto hace tres a?os para atender el crecimiento poblacional del sur de Tenerife. "Nos han prohibido hablar", rechaza una enfermera. La gente agolpada en una sala de espera habla y fabula hasta por los codos, y la burricie exonera a Diego y reclama ahora el linchamiento del facultativo que dej¨® en blanco las casillas de posibles "violencia dom¨¦stica", "agresi¨®n", "agresi¨®n sexual", "accidente", "intoxicaci¨®n" y "otros" en el parte de lesiones, para marcar la casilla de "malos tratos" y detonar la ruina de Diego.
"El m¨¦dico la mat¨®. Habr¨ªa que colgarlo", sentencia un hombre mayor en la cola de las extracciones de sangre. Un edema difuso, un co¨¢gulo de sangre en el cerebro, imposible de detectar por el m¨¦dico que reconoci¨® superficialmente a la ni?a el d¨ªa 21 de noviembre, tras su accidente en el tobog¨¢n del parque infantil de Costa del Silencio, acab¨® mat¨¢ndola al cortar el suministro de ox¨ªgeno.
Tres d¨ªas despu¨¦s, el segundo m¨¦dico, el facultativo de guardia de El Moj¨®n, todav¨ªa en el anonimato y clave en esta cr¨®nica sobre la crucifixi¨®n de Diego, lograr¨ªa resucitarla despu¨¦s de una primera parada cardiorrespiratoria y la deriv¨® al hospital La Candelaria, de Santa Cruz, a 72 kil¨®metros, donde cuatro m¨¦dicos, entre ellos un forense, tambi¨¦n sospecharon malos tratos al dudar sobre el origen de los hematomas producidos por la ca¨ªda del tobog¨¢n y no tener claro las erosiones causadas por la alergia cut¨¢nea de la ni?a a las cremas reparadoras, ni las huellas de los masajes de resucitaci¨®n en el t¨®rax de la ni?a efectuados en el centro de urgencias comarcal. Incluso despu¨¦s de las tomograf¨ªas de t¨®rax, abdomen y pelvis, a¨²n relacionaban el edema cerebral y las lesiones externas con alg¨²n episodio de maltrato. Uno de los responsables del servicio de pediatr¨ªa de Urgencias comentar¨ªa a la Guardia Civil que, en su opini¨®n, no cab¨ªa atribuir las lesiones a un accidente.
Aitana muri¨® el jueves d¨ªa 26, despu¨¦s de 48 horas y cuatro infartos en la UCI. Para entonces, su padrastro hab¨ªa sido encerrado en un calabozo despu¨¦s de que el facultativo de El Moj¨®n activase los protocolos sobre violencia y malos tratos con una llamada al 112 y una comunicaci¨®n a la Polic¨ªa Local. El m¨¦dico estaba convencido, seg¨²n manifest¨® verbalmente a la patrulla, de que Diego P. era un maltratador. No descartaba la violaci¨®n. Aitana R. "sufri¨® una parada cardiorrespiratoria que podr¨ªa ser provocada por los politraumatismos que presenta, siendo evidente los malos tratos, y que, adem¨¢s, sufre desgarros tanto vaginales como anales, presentando signos de hemorragia en los primeros", seg¨²n consta en el atestado policial redactado con los datos proporcionados por el m¨¦dico.
Destacada en titulares la aparente salvajada, tras su filtraci¨®n al diario La Opini¨®n, estall¨® el pandemonio: las tribunas period¨ªsticas fueron paredones de fusilamiento; los tertulianos, verdugos; la calle, una turba con el pat¨ªbulo en bandolera, y el detenido, un hijo de puta merecedor de la muerte. "?Animal!, ?asesino!, ?te vamos a matar!", le gritaban desde el grupo apostado en las puertas del juzgado. Encolerizados cuando les fue comunicado el fallecimiento de la ni?a, agentes judiciales de la Guardia Civil le martirizaron en el cuartelillo con im¨¢genes de la autopsia, una dieta a pan y agua, lacerantes comentarios, y brindaron por la cadena perpetua: "Te vas a comer 40 a?os de c¨¢rcel, cabr¨®n", seg¨²n la denuncia del letrado Alonso. El Gobierno de Canarias se sum¨® al tumulto convocando un minuto de silencio contra el aberrante delito.
Plenamente demostrada su inocencia, la opini¨®n publica tinerfe?a se declar¨® contrita, angustiada por los atropellos sufridos por el padre, de origen madrile?o. "Perd¨®nanos por el da?o que te han hecho", pidieron en una pancarta vecinos del pueblo de Las Galletas, levantado en un repecho de la sinuosa carretera que lleva al centro de urgencias donde fue atendida su hijastra.
Salvador Moreno, director del colegio p¨²blico Luis ?lvarez Cruz, nunca apreci¨® problemas en la convivencia de Aitana con sus padres, y menos maltrato f¨ªsico, y la tutora admiti¨® sin reservas las explicaciones de la madre cuando, el lunes 23 de noviembre, le pregunt¨® por los ara?azos y contusiones de la cr¨ªa. "Se cay¨® en el parque", le dijo Bel¨¦n. La ni?a acudi¨® al colegio la ma?ana del martes y se comport¨® normalmente, como siempre: cari?osa, divertida, espont¨¢nea.
Diego fue detenido por la Polic¨ªa Local de Arona y puesto a disposici¨®n de la Guardia Civil con un parte m¨¦dico "que no ofrec¨ªa lugar a dudas", de acuerdo con Miguel Valera, secretario de la Asociaci¨®n Unificada de la Guardia Civil (AUGC). "Ante eso, a la Guardia Civil no le queda otra opci¨®n que proceder a la detenci¨®n". Pese a su posterior liberaci¨®n sin cargos el s¨¢bado 28 de noviembre; pese al cari?o de los suyos, de su pareja, de su hermano, y la solidaridad de otros familiares, que siempre defendieron su inocencia, Diego perdi¨® la cordura, se abism¨® en la desesperaci¨®n y lloraba sin consuelo. El joven invocaba desgarradoramente la muerte de Aitana y no quer¨ªa vivir m¨¢s porque su vida era una aut¨¦ntica mierda. Debi¨® ser ingresado en un centro psiqui¨¢trico hasta que volvi¨®, precariamente, a sus cabales. Todav¨ªa no lo estaba cuando una emisora de radio habl¨® con ¨¦l: "Ver las fotos de la ni?a ha sido lo peor, lo peor, lo peor que me ha pasado en la vida. Me han tratado peor que a un terrorista, peor que a un perro", acert¨® a decir, abri¨¦ndose paso entre las brumas mentales sobrevenidas por la masiva administraci¨®n de tranquilizantes. "Era una hija, era como una hija para m¨ª. Se ahogaba...".
?Y los supuestos desgarros vaginales y anales en el cuerpo de Aitana? No parece que las observaciones del m¨¦dico de El Moj¨®n fueran inventadas y algo debi¨® ver para atreverse con un diagn¨®stico finalmente negado por la autopsia. Pedro Cabrera, presidente del Colegio de M¨¦dicos, precisa que los s¨ªntomas de un derrame cerebral por traumatismo pueden aparecer a los dos d¨ªas en forma de v¨®mitos, mareos o dolores de cabeza, pero tambi¨¦n en sangrados vaginales y rectales, porque la medicina no es una ciencia exacta. "Pero no cometamos con los m¨¦dicos el mismo error que se cometi¨® con Diego. Los m¨¦dicos s¨®lo apuntaron posibilidades porque el parte de lesiones nunca es una acusaci¨®n", dice. No lo es, pero la insistencia del m¨¦dico de El Moj¨®n ante los polic¨ªas locales, ratificada ante la Guardia Civil, sobre la comisi¨®n de violentos abusos y el mero se?alamiento de desgarros genitales fueron suficientes para el alzamiento medi¨¢tico y popular contra el reo.
La mayor¨ªa de los vecinos del n¨²mero 48 de Residencial Atl¨¢ntico, en Costa del Silencio, apenas se acuerdan de Diego P. porque hac¨ªa poco que hab¨ªa llegado y casi no le conoc¨ªan. "Ni la chica de la limpieza lo recuerda", declara uno de los porteros del complejo. Una mujer cita a su marido: "Lo vio alguna vez paseando con la ni?a como algo normal. Qu¨¦ pena de chico".
Los m¨¦dicos del hospital La Candelaria, un moderno edificio de siete plantas de la capital, se enrocan en el corporativismo y lo peliagudo del trance. "Pregunte en el departamento de prensa". No hace falta: casi todos se equivocaron y, adem¨¢s, Diego P. ten¨ªa "una mala pinta que lo hac¨ªa sospechoso de antemano" entre un cuadro m¨¦dico con actuaciones de juzgado de guardia, seg¨²n denuncia Luis Le¨®n Barreto, columnista de La Opini¨®n. "Ni la clase m¨¦dica ni la autoridad gubernativa quedan absueltos por el ejercicio de pedir disculpas".
?Y por qu¨¦ no se le tomaron unas placas a la ni?a tras la ca¨ªda del tobog¨¢n, de bruces, sin haber podido protegerse con las manos? Pues porque el m¨¦dico de un ambulatorio cercano a Costa del Silencio no lo consider¨® necesario. "?No le van a hacer una radiograf¨ªa?", le pregunt¨® Diego. "No hace falta. Ya ver¨¢s como en unos d¨ªas estar¨¢ otra vez corriendo. Es s¨®lo una hemorragia nasal. Los ni?os son de goma". Ni radiograf¨ªa, ni menos el TAC (tomograf¨ªa axial computarizada), que probablemente hubiera descubierto a tiempo el co¨¢gulo de sangre craneal y permitido su eliminaci¨®n. Las conclusiones de la autopsia efectuada por el Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife pusieron el punto final al caso y en evidencia las impericias m¨¦dicas y las carencias del equipamiento y personal del Servicio Canario de Salud. Las lesiones que presentaba el cad¨¢ver de la ni?a, seg¨²n el instituto, eran "enteramente compatibles con haberse producido por una ca¨ªda presumiblemente accidental, de una antig¨¹edad de unos cinco o seis d¨ªas", con un cuadro al¨¦rgico en la piel y con las maniobras de reanimaci¨®n en el cuerpo de Aitana R. cuando entr¨® en coma. Era suficiente. Aunque el juez Nelson Fr¨ªas orden¨® el excarcelamiento de Diego P., nadie podr¨¢ liberarle de las pesadillas padecidas a partir del 24 de noviembre, desde el d¨ªa en que el m¨¦dico de guardia de El Moj¨®n examin¨® a la ni?a, escrut¨® a su padrastro y lo consider¨® culpable.
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