Capit¨¢n Trueno
Hace a?os, en la dictadura, Pedro Altares, se sent¨® ante aquel aparato en blanco y negro y tuvo la santa paciencia de verse, uno a uno, todos los programas de un d¨ªa. Y luego lo cont¨® en la ahora m¨ªtica, y entonces perseguida, Cuadernos para el Di¨¢logo. Un pa¨ªs con esa tele, dijo, necesitaba con urgencia un cambio de mirada.
Aquello, casi contempor¨¢neo de lo que escrib¨ªa Juan Cueto en su Cueva del dinosaurio, era un riesgo, pero Pedro era as¨ª, un Capit¨¢n Trueno. En aquella casa de Torrecaballeros, donde ¨¦l, Peli, su mujer, y sus hijos Guillermo y Juan, juntaban a todo dios, Altares organiz¨®, despu¨¦s de Franco, una curiosa peregrinaci¨®n televisiva: ex ministros de UCD, ministros del PSOE (entre ellos, Joaqu¨ªn Almunia, recuerdo) e intelectuales y curiosos corrieron por las carreteras del viernes para llegar a tiempo a una emisi¨®n singular: la primera vez que la ¨²nica tele estatal de entonces emit¨ªa Con la muerte en los talones, la extraordinaria persecuci¨®n filmada por Hitchcock.
As¨ª era la tele, as¨ª la ve¨ªamos, resignados o con urgencia. Albert Sol¨¦, el hijo de Sol¨¦ Tura, dice en su documental Bucarest que "cuando la m¨¢quina de los recuerdos se pone en marcha ya no se puede parar". Ese documental, emitido por La 2 al tiempo que en Barcelona desped¨ªan al extraordinario hombre que fue este pol¨ªtico, es uno de los m¨¢s emocionantes episodios que puede darse por la tele. Un hijo frente a su padre, viajando por ¨¦l all¨ª donde a¨²n est¨¢ la piedra de la realidad, intacta ya para siempre porque ¨¦l, Jordi, ha perdido la memoria. Ante documentos como ese cobra importancia esta caja que a veces vemos como si fuera la esquina negra de la casa.
Dec¨ªa Albert que, cuando era ni?o, su padre se convirti¨® en su h¨¦roe, su otro Capit¨¢n Trueno. Despu¨¦s de las im¨¢genes de la nieta de Jordi, Noa, buscando al abuelo en un laberinto borgiano, esas palabras de Albert -"No te vayas, Capit¨¢n Trueno"- sonaban como un abrazo a esos hombres que ahora nos dejan y sin los cuales ser¨ªa imposible contar muchas aventuras.
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