La cumbre y nosotros
Espa?a, como el resto de la UE, apenas ha variado los h¨¢bitos de consumo energ¨¦tico
Tras los compromisos anunciados por China y Estados Unidos, es probable que la Cumbre del Clima, iniciada ayer en Copenhague con asistencia de los m¨¢ximos dignatarios de casi todos los pa¨ªses del mundo, alcance un acuerdo pol¨ªtico de principio, aunque no todav¨ªa un texto con compromisos precisos vinculantes.
Europa mantiene una actitud de liderazgo con su estrategia 20-20-20: una reducci¨®n en 2020 del 20% respecto de 1990, una participaci¨®n de las energ¨ªas renovables del 20% en el conjunto de la energ¨ªa consumida y un ahorro energ¨¦tico del 20%. Le avala en este papel el protagonismo que ya tuvo en la negociaci¨®n del Protocolo de Kioto y en los resultados obtenidos desde entonces. Pero el problema no es tanto el baile de cifras como los medios para alcanzar los compromisos asociados a ellas. Y en este punto, Europa es tan criticable como el resto de los actores.
En efecto, los objetivos de la estrategia 20-20-20, u otros m¨¢s ambiciosos que estar¨ªa dispuesta a aceptar, suponen cambios dr¨¢sticos en modos de vida y pr¨¢cticas industriales en lo que se refiere al uso de la energ¨ªa. El grueso de la reducci¨®n de emisiones registrada en Europa hasta ahora se debe al relevo de la industria pesada, intensiva en energ¨ªa y poco eficiente, es decir, a causas relacionadas con la rentabilidad econ¨®mica y no con la preocupaci¨®n por el medio ambiente. Sin embargo, el cambio que ahora se demanda ser¨¢ distinto: costar¨¢ dinero y necesitar¨¢ de una en¨¦rgica acci¨®n pol¨ªtica para convencer a los ciudadanos. Y hasta ahora, se ha hecho muy poco. Ha habido directivas, la puesta en marcha del Comercio de Emisiones y otras acciones, pero todav¨ªa no han tenido incidencia sobre los ciudadanos, as¨ª que no podemos estar seguros de que los pa¨ªses europeos cargar¨¢n con la parte que les toca.
Espa?a parte con un desmesurado incumplimiento del compromiso de Kyoto, un 15% de aumento m¨¢ximo de sus emisiones para 2008-2012. Sin embargo, sus emisiones per c¨¢pita est¨¢n un poco por debajo de la media europea. El esfuerzo en favor de las energ¨ªas renovables, vital debido a nuestra dependencia energ¨¦tica, nos ha colocado en una cierta posici¨®n de vanguardia en tecnolog¨ªas renovables y en integraci¨®n de las mismas en la red. Sin embargo, el aumento del precio de la electricidad por efecto de las primas a las renovables ha desencadenado un debate sobre la conveniencia de persistir en este camino. Lo que muestra la dificultad de llevar a la pr¨¢ctica estrategias de sostenibilidad medioambiental que a corto plazo implican costes y, por tanto, sacrificios en nuestras sociedades.
Hace 10 a?os, la Cumbre de Lisboa proclam¨® el objetivo de que para 2010 Europa deb¨ªa ser l¨ªder en la sociedad del conocimiento, para lo que el gasto en I+D deber¨ªa suponer un 3% del PIB. Hoy, en la fecha designada, dicho indicador se sit¨²a alrededor del 1,8%, algo inferior al del momento del anuncio. Esperemos que no ocurra lo mismo con los objetivos del clima.
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