El posibilista Obama
Quiz¨¢s con la magnitud de la deuda y el d¨¦ficit que atenazan a la econom¨ªa estadounidense y con un 53% de la poblaci¨®n que desaprueba su forma de encarar la guerra afgana, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de Gallup, Barack Obama no pod¨ªa ir mas all¨¢ de lo que fue en su discurso de la pasada semana en la bicentenaria academia militar de West Point, en el que desvel¨® su nueva estrategia para Afganist¨¢n. Sin embargo, la alocuci¨®n presidencial tuvo una virtud. Destinado a complacer a propios y extra?os, el resultado fue que no content¨® a ninguno ni dentro ni fuera de casa.
A una parte de su propio partido no le gust¨® nada el anuncio de la escalada de una guerra en la que no creen con el env¨ªo de 30.000 nuevos soldados, principalmente marines, a un coste de 30.000 millones de d¨®lares (20.900 millones de euros) anuales cuando est¨¢ en el aire la financiaci¨®n del ambicioso plan de cobertura sanitaria para el 95% de la poblaci¨®n. Los republicanos no entienden c¨®mo se puede compaginar un incremento de las actividades militares con el anuncio de una retirada a partir del verano de 2011. En cuanto a Pakist¨¢n, pieza clave en el intento de estabilizar la situaci¨®n en el vecino Afganist¨¢n, el discurso fue recibido por los mandos militares, la verdadera autoridad del pa¨ªs, como prueba de que EE UU volver¨¢ a abandonar a los afganos a su suerte como ya lo hizo despu¨¦s de la retirada sovi¨¦tica en 1989.
Tal ha sido el c¨²mulo de cr¨ªticas que el anuncio del comienzo de la retirada en 18 meses ha provocado que, desde el d¨ªa siguiente del discurso en West Point, los tres pesos pesados de la Administraci¨®n Obama en pol¨ªtica exterior, el secretario de Defensa, Robert Gates; la secretaria de Estado, Hillary Clinton; y el consejero de seguridad nacional, general James Jones, han tenido que dedicar una gran parte de su tiempo a asegurar a amigos y aliados que la fecha de 2011 es s¨®lo tentativa y que la retirada no se producir¨¢ hasta que "el trabajo [de estabilizar Afganist¨¢n] haya sido terminado". Consciente de las sensibilidades paquistan¨ªes y de los aliados de la OTAN en este tema, Gates incluso prometi¨® que "Estados Unidos no volver¨¢ a abandonar Afganist¨¢n".
Es evidente que Obama pensaba en dos destinatarios cuando mencion¨® la fecha de 2011. El primero, Hamid Karzai, para recordarle que los cheques en blanco de la era Bush se hab¨ªan terminado. El segundo, los esc¨¦pticos de su propio partido y una opini¨®n p¨²blica cada vez m¨¢s pesimista sobre el curso de los acontecimientos. Pero el anuncio de la disminuci¨®n de las fuerzas militares fue un craso error de c¨¢lculo por parte del presidente estadounidense, a quien ya se le acusa de anteponer sus intereses pol¨ªticos a los militares y estrat¨¦gicos. En efecto, el despliegue de los 30.000 refuerzos anunciados terminar¨¢ el verano pr¨®ximo, justo unos meses antes de las cruciales elecciones al Congreso, en las que Obama se juega su actual mayor¨ªa en las C¨¢maras. Y el comienzo de esa retirada, que ahora se cuestiona vehementemente, coincidir¨ªa con el inicio de la pr¨®xima campa?a para las presidenciales de 2012.
Muchos se preguntan si para el anodino discurso presidencial era necesario el escenario de la academia militar de West Point, cuyos miembros esperan de su comandante en jefe algo m¨¢s que una disertaci¨®n pol¨ªtica como la escuchada la pasada semana de labios de Obama. Por ejemplo, algo parecido a la afirmaci¨®n memorable hecha por un antiguo cadete de West Point, de nombre Douglas MacArthur, cuando se dirigi¨® a una sesi¨®n conjunta del Congreso en abril de 1951. "El objetivo de la guerra es la victoria, no la indecisi¨®n prolongada. Nada puede sustituir a la victoria".
Y si quer¨ªa citar a un civil pod¨ªa haber recurrido al famoso discurso de su antecesor dem¨®crata en la Casa Blanca John F. Kennedy, cuando advirti¨® al mundo que "Estados Unidos pagar¨ªa cualquier precio, soportar¨ªa cualquier carga, apoyar¨ªa a cualquier amigo y se opondr¨ªa a cualquier enemigo para asegurar la supervivencia y el ¨¦xito de la libertad".
?sa es la claridad y la determinaci¨®n que le ha faltado a Obama y que hace preguntarse a amigos, aliados y socios eventuales, como Pakist¨¢n, si el presidente norteamericano tendr¨¢ la fortaleza y el aguante suficientes para "acabar la tarea" en Afganist¨¢n, como prometi¨® en su discurso. Contaba recientemente Roger Cohen, el columnista del New York Times, que hab¨ªa preguntado a Henry Kissinger su opini¨®n sobre Obama. "Es como un jugador de ajedrez que ha empezado simult¨¢neamente seis partidas y, por ahora, no ha terminado ninguna", contest¨® el antiguo secretario de Estado. Veremos si consigue el jaque mate en Afganist¨¢n.
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