El escritor en la plaza p¨²blica
PIEDRA DE TOQUE. Es estimulante que, en plena civilizaci¨®n de la frivolidad y el espect¨¢culo, queden intelectuales como Claudio Magris. Para ¨¦l, la literatura ayuda a vivir a la gente y puede cambiar la historia
Claudio Magris est¨¢ en Lima y se presta sin des¨¢nimo a las servidumbres de la fama: entrevistas, conferencias, aut¨®grafos, doctorados honoris causa. Tanto en sus presentaciones p¨²blicas como en sus respuestas a los periodistas que lo acosan evita los lugares comunes, no hace concesiones a la galer¨ªa ni a la correcci¨®n pol¨ªtica y se esfuerza de manera denodada para no sacrificar la complejidad y el matiz cada vez que habla de pol¨ªtica. Todo lo que ha dicho sobre Berlusconi, la situaci¨®n en Italia, el problema de la inmigraci¨®n, las tendencias xen¨®fobas y racistas y el temor al integrismo isl¨¢mico en la Europa de nuestros d¨ªas es de una rigurosa lucidez, como suelen serlo sus ensayos y art¨ªculos. Resulta estimulante comprobar que, en plena civilizaci¨®n de la frivolidad y el espect¨¢culo, todav¨ªa quedan intelectuales que creen, como dec¨ªa Sartre, que "las palabras son actos" y que la literatura ayuda a vivir a la gente y puede cambiar la historia.
Desde que le¨ª 'El Danubio' le tengo por uno de los mejores escritores de nuestro tiempo
Magris es un especialista en fronteras. Ha dedicado su vida a estudiarlas y demolerlas
Desde que, a fines de los a?os ochenta, le¨ª El Danubio tengo a Magris por uno de los mejores escritores de nuestro tiempo y, acaso, entre sus contempor¨¢neos el que mejor ha mostrado en sus libros de viaje, sus estudios cr¨ªticos, sus ficciones y art¨ªculos period¨ªsticos c¨®mo la literatura, junto con el placer que nos depara cuando es original y profunda, nos educa, y enriquece como ciudadanos oblig¨¢ndonos a revisar convicciones, creencias, conocimientos, percepciones, enfrent¨¢ndonos a una vida que es siempre problem¨¢tica, m¨²ltiple e inapresable mediante esquemas ideol¨®gicos o dogmas religiosos, siempre m¨¢s sutil e inesperada que las elaboradas construcciones racionales que pretenden expresarla.
?sa es una de las grandes lecciones de El Danubio: para encontrar un rumbo y no extraviarse en esa vor¨¢gine de lenguas, razas, costumbres, religiones, mitos e historias que han surgido a lo largo de los siglos en las orillas del gran r¨ªo que nace en un impreciso rinc¨®n de Alemania y va a desaguar en el Mar Negro luego de regar Austria, Chequia, Eslovaquia, Yugoslavia, Hungr¨ªa, Bulgaria y Ruman¨ªa, son m¨¢s ¨²tiles las fantas¨ªas novelescas y los poemas de los escritores danubianos que los voluminosos tratados sociol¨®gicos, hist¨®ricos y pol¨ªticos surgidos en su seno a los que a menudo las querellas nacionalistas y ¨¦tnicas privan de objetividad y probidad. En cambio, sin siquiera propon¨¦rselo, la literatura que inspir¨® -Kafka, C¨¦line, Canetti, Joseph Roth, Attila J¨®zsef y muchos otros menos conocidos- revela los secretos consensos que prevalecen soterrados bajo esa diversidad, un denominador com¨²n que delata lo artificial y sanguinario de las fronteras que erizan esa vast¨ªsima regi¨®n bautizada, creo que por ¨¦l, como Mitteleuropa.
Libro de viajes, autobiograf¨ªa, an¨¢lisis pol¨ªtico-cultural, El Danubio es ante todo un libro de cr¨ªtica literaria, entendida ¨¦sta, en contra de la tendencia dominante en nuestro tiempo de autopsia filol¨®gica o deconstrucci¨®n ling¨¹¨ªstica de un texto separado de su referente real, como una aproximaci¨®n a la realidad hist¨®rica y social a trav¨¦s de las visiones que de ella nos da la creaci¨®n literaria y su cotejo con las que las ciencias sociales nos proponen. Para Magris, en las ant¨ªpodas de un Paul de Man o un Jacques Derrida, la literatura no remite s¨®lo a ella misma, no es una realidad autosuficiente, sino una organizaci¨®n fantaseada de esa protoplasm¨¢tica confusi¨®n que es la vida que se vive sin poder tomar distancia ni perspectiva sobre ella, un orden creado que da sentido, coherencia y cierta seguridad al individuo. Lo mismo hacen las religiones, filosof¨ªas e ideolog¨ªas, desde luego. Pero la gran diferencia entre la literatura y estos otros ¨®rdenes inventados para enfrentar el caos de lo vivido, seg¨²n explica Magris en uno de sus m¨¢s sutiles y persuasivos ensayos incluido en su libro La historia no ha terminado, 'Laicidad, la gran incomprendida', es el car¨¢cter "laico" de aquella, un conocimiento no sectario ni dogm¨¢tico sino cr¨ªtico y racional. Laico no significa enemigo de la religi¨®n sino ciudadano independiente, emancipado del reba?o, que piensa y act¨²a por s¨ª mismo, de manera l¨²cida, no por reflejos condicionados: "Laico es quien sabe abrazar una idea sin someterse a ella, quien sabe comprometerse pol¨ªticamente conservando la independencia cr¨ªtica, re¨ªrse y sonre¨ªr de lo que ama sin dejar por ello de amarlo; quien est¨¢ libre de la necesidad de idolatrar y de desacralizar, quien no se hace trampas a s¨ª mismo encontrando mil justificaciones ideol¨®gicas para sus propias faltas, quien est¨¢ libre del culto de s¨ª mismo". ?Qu¨¦ mejor manera de decir que la literatura contribuye de manera decisiva a formar ciudadanos responsables y libres?
Borges dijo alguna vez: "Estoy podrido de literatura". Quer¨ªa decir que gracias a la irrealidad creada por las fantas¨ªas de los grandes escritores hab¨ªa vivido m¨¢s tiempo fuera del mundo real que dentro de ¨¦l. La suya es una met¨¢fora que contiene una visi¨®n de la literatura como una realidad paralela que permite a los lectores refugiarse en ella para huir del mundo real y confinarse en la pura fantas¨ªa. La literatura, para Claudio Magris, es, por el contrario, no una fuga sino una inmersi¨®n intensa y profunda en la realidad, acaso la m¨¢s acerada, exquisita e instructiva manera de entender esa realidad de la que formamos parte, en la que aparecemos y desaparecemos y de la cual jam¨¢s tendr¨ªamos aquella distancia que permite el conocimiento si, creyendo s¨®lo contar y escribir historias para entretenimiento de las gentes, no hubi¨¦ramos inventado un mecanismo que nos emancipa de lo vivido para entenderlo mejor.
?l tambi¨¦n est¨¢ "podrido" de literatura y por eso suele ser tan certero cuando, en sus art¨ªculos y ensayos del Corriere Della Sera, en el que escribe hace m¨¢s de cuarenta a?os, opina sobre pol¨ªtica, religi¨®n, econom¨ªa, arte, sociedad, la mafia, el terrorismo, la guerra y dem¨¢s temas de actualidad. Sea cual sea el asunto sobre el que opina, la literatura siempre asoma, no como adorno ni desplante erudito, m¨¢s bien como un punto de vista que enriquece, matiza o cuestiona las lecturas supuestamente objetivas e imparciales de lo que ocurre a nuestro alrededor. Tal vez ning¨²n otro escritor de nuestra ¨¦poca haya hecho tanto como Magris para demostrar pr¨¢cticamente c¨®mo la literatura, en vez de estar disociada de la vida y ser una realidad aparte, confinada en s¨ª misma, es una manera privilegiada y excelsa de vivir, entendiendo lo que se vive y para qu¨¦ se vive: c¨®mo en la vida hay jerarqu¨ªas, valores y desvalores, opciones que defender y que criticar y combatir, por ejemplo las fronteras.
Nacido en Trieste, lugar que ha sido nudo y crucero de culturas, Magris es un especialista en fronteras. Equipado con esa arma literaria que en sus manos puede ser mort¨ªfera ha dedicado buena parte de su vida a estudiarlas y a demolerlas. Germanista de formaci¨®n, tambi¨¦n domina las lenguas rom¨¢nicas y esa rica asimilaci¨®n de tantas literaturas le permite mostrar que la llamada globalizaci¨®n no es un fen¨®meno de nuestra ¨¦poca, sino la extensi¨®n actual, al campo econ¨®mico y pol¨ªtico, de una vieja herencia que en el campo de la cultura practicaron los fundadores de la literatura occidental, empezando por Homero. Leer a los cl¨¢sicos sirve para advertir lo artificiales y ef¨ªmeras que son las fronteras cuando se trata de encarar lo esencial de la condici¨®n humana, la vida, la muerte, el amor, la amistad, la pobreza y la riqueza, la enfermedad, la cultura, la fe. Las fronteras f¨ªsicas, culturales, religiosas y pol¨ªticas s¨®lo han servido para incomunicar a los seres humanos e intoxicarlos de incomprensi¨®n y de prejuicios hacia el pr¨®jimo y nada lo ha mostrado de manera m¨¢s dram¨¢tica que la buena literatura. Por eso, todo lo que contribuya a debilitar y desvanecer las fronteras es positivo, la mejor manera de vacunarse contra futuros apocalipsis como las dos guerras mundiales del siglo XX. La construcci¨®n europea puede merecer muchas cr¨ªticas, sin duda, pero s¨®lo a partir de un reconocimiento imprescindible: que el mero hecho de que semejante proyecto sea una realidad en marcha, la progresiva desaparici¨®n de las fronteras entre pueblos que se han entrematado por ellas a lo largo de siglos, es un paso formidable en el camino de la civilizaci¨®n.
En estos d¨ªas gris¨¢ceos con los que el invierno se despide de Lima, ha sido grato leer y escuchar a Claudio Magris, un anuncio de los d¨ªas buenos d¨ªas de cielo despejado y luz c¨¢lida que se avecinan.
? Mario Vargas Llosa, 2009. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2009.
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