La burbuja de la deuda
Permit¨¢monos, por ser Navidad, una ucron¨ªa: que Marx y Engels viven y han de redactar, 161 a?os despu¨¦s, una nueva versi¨®n actualizada del Manifiesto Comunista. Quiz¨¢ podr¨ªan empezar as¨ª: "Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la deuda. Todas las fuerzas del planeta se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el FMI y las agencias de calificaci¨®n de riesgo, Obama y Merkel, los gobiernos y las empresas, los socialdem¨®cratas y los conservadores". La burbuja del endeudamiento, privado y p¨²blico, se ha unido al incremento del paro y al empobrecimiento de las clases medias como las principales secuelas de una crisis que afectar¨¢ en sus cimientos econ¨®micos, junto al cambio clim¨¢tico, a al menos a una generaci¨®n de ciudadanos.
?Pueden suspender pagos algunos pa¨ªses, sin que se produzca un efecto domin¨®?
En las ¨²ltimas fechas la deuda p¨²blica ha sustituido a la privada en el primer lugar de las preocupaciones de los Gobiernos. No porque esta ¨²ltima haya disminuido significativamente (no es cierto que la crisis econ¨®mica haya producido una sustituci¨®n del endeudamiento privado por el p¨²blico, como en alg¨²n momento se crey¨®, sino una acumulaci¨®n de ambos) sino porque ha emergido con mayor virulencia la posibilidad del impago de la deuda de algunos pa¨ªses. Una suspensi¨®n de pagos dio lugar precisamente a una d¨¦cada perdida, la de los a?os ochenta, en Am¨¦rica Latina.
Primero, los problemas de una empresa p¨²blica como Dubai World (cuya deuda, ahora se sabe, no estaba asegurada por el Gobierno de ese pa¨ªs, como cre¨ªan los inversores); a continuaci¨®n Grecia ve como su deuda soberana cae a la misma consideraci¨®n que los bonos basura tras conocerse que sus niveles de d¨¦ficit y deuda p¨²blica (12,7% y 114% del PIB respectivamente) eran el doble de los reconocidos por el anterior Gobierno, situ¨¢ndose en una coyuntura que concita analog¨ªas con la de Islandia, un pa¨ªs que pas¨® en unas semanas de ser modelo de desregulaci¨®n a la bancarrota. Y las agencias de calificaci¨®n de riesgo (que pese a sus continuas equivocaciones y abusos mantienen un nivel alto de influencia entre los inversores) han puesto en cuesti¨®n, tambi¨¦n por los elevados desequilibrios de sus cuentas p¨²blicas, a pa¨ªses tan dispares como EE UU, Gran Breta?a o Espa?a.
Cuanto m¨¢s cae la calificaci¨®n de un pa¨ªs, m¨¢s caros resultan los pr¨¦stamos que demandan para pagar sus obligaciones. ?Habr¨¢ un efecto domin¨®? Lo sucedido en Grecia ha resucitado en algunos ambientes el abusivo concepto de los pa¨ªses PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Espa?a), como si la situaci¨®n fuese similar en los cuatro. Por su parte, el FMI pronostica que la deuda p¨²blica promedio de los pa¨ªses que forman el G-20, el 80% del PIB en el a?o 2007, alcanzar¨¢ el 120% en el a?o 2014. A los problemas sobre el pago de esa deuda habr¨ªan de a?adirse los de los avales p¨²blicos a los bancos, en caso de que algunos de ¨¦stos tuviesen problemas que aun no han emergido (como tambi¨¦n indica el FMI) o los que en el seno de los Estados afectan a algunas zonas (por ejemplo, California, en EE UU, o los que hay en algunas comunidades aut¨®nomas espa?olas).
Ante estos problemas, que podr¨ªan acrecentarse si suben los tipos de inter¨¦s y en un contexto de ca¨ªda de los ingresos p¨²blicos y de aumento de las presiones sobre el gasto social, habr¨ªa, por ejemplo, que matizar un poco las palabras de C¨¢ndido M¨¦ndez, el secretario general de UGT, en la multitudinaria manifestaci¨®n de poder sindical que hubo en Madrid el pasado s¨¢bado: la prioridad de la pol¨ªtica econ¨®mica debe ser, efectivamente, el empleo pero en materia de d¨¦ficit y deuda p¨²blica estamos rozando el larguero. No se trata de retirar los est¨ªmulos p¨²blicos en esta coyuntura, pero s¨ª de dotar a esa pol¨ªtica de mayor eficacia y transparencia (el enga?o sobre la magnitud de las cuentas p¨²blicas en Grecia cuestiona la ausencia de vigilantes en la eurozona) y de una hoja de ruta para salir, poco a poco, de esa met¨¢stasis del endeudamiento. Adem¨¢s, Europa no dispone de un protocolo con el que tratar a los pa¨ªses que pudieran suspender pagos, reflexi¨®n que ha surgido ahora con el caso de Grecia. ?Se puede decir de los pa¨ªses, como de los bancos, que hay algunos suficientemente grandes como para impedirles quebrar porque tienen riesgo sist¨¦mico y por la interdependencia que produce la globalizaci¨®n?
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