"Ni socialismo ni capitalismo, es 'corrupcionismo'"
De camino al restaurante, que ha pedido que fuera de comida mediterr¨¢nea, se detiene sonriente ante un puesto callejero de diminutas alpargatas para ni?os y pide volver luego para hacer compras. Es el artista m¨¢s influyente de China y uno de los m¨¢s interesantes del panorama internacional, pero Ai Weiwei se muestra humilde y atento, ajeno al aura de estrella que le precede, consciente de que su fama es el mejor altavoz para denunciar la censura y los abusos en su pa¨ªs. Horas antes ha presentado en el pabell¨®n Mies van der Rohe de Barcelona una provocadora instalaci¨®n consistente en llenar las piscinas del edificio con leche, una, y caf¨¦, la otra. ?l no toma, no le gusta, pero reconoce que algo de cafe¨ªna le har¨ªa falta porque se pas¨® casi toda la noche blogueando, actividad con lectura art¨ªstica pero, sobre todo, pol¨ªtica.
El artista y 'bloguero' chino es una de las voces m¨¢s cr¨ªticas con el r¨¦gimen
A¨²n se aprecia en su cabeza el rastro de la operaci¨®n in extremis que sufri¨® en septiembre debido a un derrame cerebral provocado por los golpes de la polic¨ªa. Hab¨ªa acudido a Sichuan desde su Pek¨ªn natal para declarar como testigo en un juicio a favor de un activista que, como hizo ¨¦l en su blog, hab¨ªa denunciado la muerte de miles de ni?os en el terremoto que asol¨® la provincia en mayo de 2008 por la mala construcci¨®n de las escuelas que los sepultaron. "De madrugada llamaron a la puerta de forma violenta diciendo que era polic¨ªas. Les ped¨ª que se identificaran y entonces me golpearon. Me doli¨®, pero no pens¨¦ que fuera tan grave. Un mes m¨¢s tarde, cuando estaba en M¨²nich para una exposici¨®n, me dol¨ªa tanto la cabeza que me llevaron al m¨¦dico. Me oper¨® de urgencia y dijo que me hab¨ªa salvado de milagro. El Gobierno lo niega todo, miente como siempre".
Llegan los entrantes y mira con curiosidad la esqueixada. "?Es bacalao? Est¨¢ bueno", comenta mientras le hace una foto. Se le ve curioso y bon vivant, pero no parece dado a los excesos y se limita a ir probando los platos a su manera austera. Con 52 a?os, comienza a parecerse a un venerable monje de pel¨ªcula, lo que no impide que su arte beba de las fuentes m¨¢s combativas del dada¨ªsmo.
Junto a Herzog y De Meuron dise?¨® la espectacular estructura del Nido de p¨¢jaro, el estadio ol¨ªmpico de Pek¨ªn, obra que le sigue gustando aunque deplora y critica la utilizaci¨®n de la misma que hizo el Gobierno chino. Asegura que la sociedad china no es estable, "con ricos muy ricos y pobres cada vez m¨¢s m¨ªseros; el Gobierno s¨®lo se aferra al poder y eso les llevar¨¢ a la autodestrucci¨®n. Lo saben y por eso se afanan ahora en coger todo lo que pueden y colocarse ellos y sus familiares en las empresas que se crean. Aquello no es socialismo ni capitalismo, es corrupcionismo. La gente cada vez est¨¢ m¨¢s harta y no se sabe qu¨¦ pasar¨¢".
Ataca con gusto los canelones mientras explica el porqu¨¦ de su enfado. "La corrupci¨®n y los abusos no salen en la prensa, pero pueden difundirse en Internet, que est¨¢ siendo vital". Sonr¨ªe ir¨®nicamente cuando se le pregunta sobre el papel de la comunidad internacional. "En Europa creen que China ser¨¢ una balanza entre Estados Unidos y Rusia, pero se equivocan; es un pa¨ªs en el que no hay control moral y esto es peligroso. No sabemos qu¨¦ puede hacer este monstruo en el futuro". Al final, antes de la siesta, se va en busca de las alpargatas.
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