F¨²tbol
Todav¨ªa hay gente que no entiende el porqu¨¦ de esa irracional pasi¨®n por el f¨²tbol que siente una gran parte de la poblaci¨®n (sea cual sea su sexo, raza, edad o titulaci¨®n acad¨¦mica). Incluso algunos intelectuales de reconocido prestigio han acabado confesando sus simpat¨ªas por este o aquel equipo, sin que, a pesar de intentarlo, hayan podido argumentar cabalmente la causa de sus preferencias.
En realidad no es tan complicado como parece. La verdadera raz¨®n de su locura es que el f¨²tbol no es un deporte. Ni siquiera un espect¨¢culo. El f¨²tbol es, sobre todo, la met¨¢fora genuina de nuestra propia existencia. No lo duden; todo lo que ocurre en la vida normal tiene su exacta correspondencia sobre un terreno de juego. Por eso nos atrae tanto.
Tomemos, por ejemplo, el ¨¢mbito de la pol¨ªtica. Sabemos que los futbolistas, como los pol¨ªticos, no dicen casi nunca nada nuevo y sin embargo, nadie sabe por qu¨¦, nos encanta saber lo que opinan. Qui¨¦n de ustedes no habr¨¢ escuchado, despu¨¦s de un partido cualquiera, entrevistas a pie de c¨¦sped del siguiente tenor. Periodista: Un partido complicado, ?no? Futbolista: Pues s¨ª, ha sido muy complicado. Y a continuaci¨®n, P: En la primera parte hab¨¦is controlado el partido, pero en la segunda os lo han puesto muy dif¨ªcil (aqu¨ª ya ni siquiera existe la pregunta como tal). F: S¨ª, bueno, en el segundo tiempo ellos han atacado m¨¢s y nos lo han puesto muy dif¨ªcil. Entonces, el futbolista, sudoroso, se va como ha venido, y el periodista, dirigi¨¦ndose a la c¨¢mara, dice algo as¨ª como: bueno, esta es la opini¨®n (?) de fulanito sobre el empate producido en Mestalla, mientras varios millones de espectadores asisten encandilados a tan enjundiosa declaraci¨®n.
Pero no acaban aqu¨ª los paralelismos. Al igual que en la pol¨ªtica, hay equipos de f¨²tbol que se pasan el tiempo tocando la pelota, sin tomar decisiones, y otros que se lanzan a lo loco contra la porter¨ªa contraria, ajenos a cualquier plan establecido. Hay jugadores que se tiran al suelo, nada m¨¢s les rozan, para perder el tiempo o enga?ar al ¨¢rbitro, y otros que aguantan el tipo demostrando una dignidad a prueba de bomba. Filigranas que se pasan el d¨ªa regateando por las bandas, y otros que levantan la cabeza y ensanchan el campo. Individualistas que van por libre y se creen los mejores, y otros que son humildes y act¨²an en equipo.
Est¨¢n tambi¨¦n los l¨ªderes carism¨¢ticos, los pillos, los que hacen el trabajo sucio en el ¨¢rea, los que reparten juego, los que protestan por todo, los que son carne de banquillo, los que pasan desapercibidos, los que surgen de la cantera, y hasta los paracaidistas for¨¢neos. Si exceptu¨¢ramos a los primeros (por incomparecencia), ?qui¨¦n podr¨ªa asegurar que no estamos hablando en realidad de pol¨ªticos en activo?
As¨ª las cosas, les propongo un divertimento para estas fiestas tan entra?ables. Piensen en un jugador cualquiera (Silva, C. Ronaldo, Alves, Xabi, Villa, Messi, Albelda o Iniesta) y a continuaci¨®n as¨ªgnenle el personaje pol¨ªtico que, en su opini¨®n, le corresponde. Si no encuentran ninguno, prueben con los medios de comunicaci¨®n. Y as¨ª, sucesivamente. No servir¨¢ absolutamente para nada, pero ver¨¢n c¨®mo pasan un rato agradable en compa?¨ªa de sus familiares y amigos.
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