Toros, lengua y estigma
El Parlamento catal¨¢n debate una iniciativa de 'tono ecologista' sobre la abolici¨®n de las corridas de toros que enfrenta a partidarios y detractores de la 'fiesta'. Pero el asunto es m¨¢s complejo de lo que parece
El 18 de diciembre se debatir¨¢ en el Parlament de Catalunya la aceptaci¨®n a tr¨¢mite de una iniciativa popular tendente a abolir las corridas de toros. Esta medida se inscribe en una secuencia de proyectos an¨¢logos, con arranque en abril de 2004, tras la declaraci¨®n consistorial de Barcelona como ciudad anti-taurina.
Un segundo paso fue la moci¨®n abolicionista presentada tambi¨¦n en el Parlament hace tres a?os, votada favorablemente, aunque postergada a efectos pr¨¢cticos, quiz¨¢s por la dificultad para asumir un provocativo p¨¢rrafo que -evocando pretendidos estudios cient¨ªficos- atribu¨ªa a los taurinos tendencias al abuso "hacia miembros de la sociedad, percibidos por los agresores como m¨¢s d¨¦biles, como pueden ser las mujeres, los ni?os, los mayores o las personas inmigradas". Que nunca nadie haya pedido disculpas por esas palabras muestra que percibidos como d¨¦biles en Catalu?a son en todo caso los taurinos, ya que pueden ser vejados en condiciones de total impunidad.
Los taurinos se sienten chivos expiatorios de un uso de la ecolog¨ªa claramente pol¨ªtico
Ec¨®logos y ganaderos saben que mantener la dehesa ser¨ªa inviable sin la fiesta de los toros
La abolici¨®n de las corridas de toros es ahora presentada como el corolario de un proyecto m¨¢s general, que tendr¨ªa marcado tono ecologista, apuntando a revitalizar el sentimiento de nuestra pertenencia a la naturaleza y la exigencia de proteger la biodiversidad. Tras estos argumentos abolicionistas es indudable que subyace un enorme problema filos¨®fico y cient¨ªfico, en el que est¨¢ en juego la concepci¨®n misma del hombre y de su lazo con las dem¨¢s especies. Desde luego, una interpretaci¨®n reduccionista del alto grado de homolog¨ªa gen¨¦tica que se da entre humanos y otros animales puede dar lugar a una revoluci¨®n en el concepto que tenemos de comportamiento ¨¦tico. ?ste no pasar¨ªa ya por la exigencia de no instrumentalizar a los seres de raz¨®n, de tratar al hombre como un fin y nunca como un medio, sino por la empat¨ªa con todos los seres susceptibles de sufrimiento, en cualquier caso con aquellos dotados de sistema nervioso central.
Esta nueva ¨¦tica tendr¨ªa sin duda la dificultad de la coherencia, pues ?c¨®mo renunciar a la instrumentalizaci¨®n -empezando por esa forma mayor que es alimentarse de ellos- de seres dotados de sistema nervioso central, sin poner en entredicho las condiciones mismas de supervivencia de los humanos?
Una de las organizaciones que apoya la abolici¨®n con loable coherencia (pues, a diferencia de otras, se niega a hacer excepci¨®n de las fiestas consideradas oriundas de Catalu?a, y que quedan pr¨¢cticamente blindadas si prospera la presente iniciativa) dice en una resoluci¨®n interna que "la tortura y los espect¨¢culos crueles e inhumanos con los animales no pueden justificarse bajo la consigna de la tradici¨®n y la cultura". No puedo estar m¨¢s de acuerdo.
Si la corrida de toros transgrediera ciertos imperativos ¨¦ticos universales e irrenunciables (cosa que s¨ª hace el que practica la vivisecci¨®n sin anestesia de mam¨ªferos superiores, o simplemente maltrata a su perro, confin¨¢ndole en espacios donde no puede realizar su naturaleza) ser¨ªa simplemente obsceno pretender defenderla en base a argumentos de fidelidad a tradiciones. El problema reside precisamente en determinar si la tauromaquia infringe alguno de estos imperativos absolutos. Obviamente los taurinos lo niegan y hasta suelen manifestar su sorpresa de que pueda consider¨¢rseles enemigos del pensamiento ecol¨®gico, o de carecer de sensibilidad para con los animales. Ec¨®logos, desde preservadores de medio ambiente en la baja Andaluc¨ªa hasta responsables de los parques de la Camarga francesa; economistas, ganaderos o veterinarios, coinciden en que el mantenimiento de esos espacios que son las dehesas (parques aut¨¦nticamente naturales, donde un animal criado por el hombre goza de condiciones para realizar su naturaleza espec¨ªfica, es decir, para actualizar todas las potencialidades para las cuales se halla gen¨¦ticamente dotado) ser¨ªa inviable sin la fiesta de los toros. Y enfatizan el hecho de que para el toro la corrida no significa tanto sufrimiento como combate (de 15 minutos tras una vida enteramente libre de m¨¢s de cuatro a?os), combate que en absoluto reh¨²ye, lo cual ser¨ªa incomprensible si se busca la analog¨ªa con un ser torturado.
Los taurinos ponen asimismo de relieve que su contemplaci¨®n del sacrificio del animal nada tiene que ver con una complacencia ante el sufrimiento del mismo. El sacrificio ser¨ªa simplemente el precio por un rito de marcado peso simb¨®lico y art¨ªstico, precio no mayor que el de tantos otros que se dan en las culturas europeas o no europeas.
?Argumentos discutibles? Sin lugar a dudas, pero en cualquier caso es l¨®gico exigir que no se tomen decisiones irreversibles al respecto antes de que un debate sereno haya tenido lugar, debate que ha de comprometer a soci¨®logos, ec¨®logos, fil¨®sofos, genetistas, artistas, etc¨¦tera. Las decisiones pol¨ªticas en materia de costumbres y de ¨¦tica han de ser expresi¨®n de este sereno deliberar y no preceder o sustituirse al mismo.
El problema ¨¦tico de la relaci¨®n con los animales afecta hoy a muchos colectivos, desde consumidores de ciertos productos gastron¨®micos, hasta pescadores, pasando por empresarios de la avicultura industrial o propietarios de animales dom¨¦sticos. La misma dificultad que presenta la generalizaci¨®n de prohibiciones que supondr¨ªan la desaparici¨®n de actividades de gran peso econ¨®mico hace que las propuestas abolicionistas sean permanentemente diferidas.
Los taurinos tienen, sin embargo, la sensaci¨®n de una suerte de agravio comparativo y que, aun en una sociedad en la que muchas otras actividades susceptibles indiscutiblemente de violentar la conciencia ecologista o animalista son toleradas (simplemente por la relaci¨®n de fuerzas), los taurinos son erigidos en chivos expiatorios, en nombre de una utilizaci¨®n pol¨ªtica de la ecolog¨ªa, a veces sin relaci¨®n con la ciencia ecol¨®gica, de cuyos corolarios los taurinos ser¨ªan quiz¨¢s ardientes defensores, simplemente si se les diera la posibilidad de posicionarse en un debate racional.
Y en otro orden de cosas, la radicalidad de los anatemas que se vierten sobre la fiesta de los toros es vivida como una suerte de repudio, no s¨®lo por los taurinos, sino por tantos otros ciudadanos de Catalu?a que, sin haber pisado nunca una plaza de toros, saben que la tauromaquia constituye una referencia de primer orden y una nota de identidad cultural para algunos de sus amigos o conocidos, y que lo era en cualquier caso para sus mayores. Entre estos ¨²ltimos, a veces personas que fueron v¨ªctimas de la depredaci¨®n econ¨®mica por el franquismo de sus lugares de origen, y en consecuencia dolosamente forzadas a emigrar; personas que hoy son parte incuestionada del tejido social de Catalu?a y probablemente han apoyado en su mayor¨ªa a las organizaciones constitutivas del llamado Tripartit; personas que hoy son padres de j¨®venes cuya lengua propia es el catal¨¢n, y que no aciertan a entender que, en nombre de la pretendida voluntad de estos mismos hijos, se repudie algo que ha marcado hasta las met¨¢foras de su lenguaje; personas en definitiva que s¨ª han apostado a que una Catalu?a soberana -y eventualmente independiente- se forjar¨ªa como espacio integrador de la diversidad de lenguas y culturas de los que en ella habitan: "No estigmatizar ni a los que est¨¢n en contra ni los que est¨¢n a favor, sea cual sea su idioma de origen", dec¨ªa el entonces alcalde Joan Clos, tras el pleno que declaraba el car¨¢cter antitaurino de la ciudad de Barcelona. Si se trataba meramente de defensa de los animales, ?a qu¨¦ ven¨ªa esta farisaica alusi¨®n a la lengua? Conviene, en efecto, evitar que ese sello candente al que remite la palabra estigma sea impreso como marca de infamia, ni siquiera en aquellos que "por su idioma o su origen" podr¨ªan ser considerados mayormente susceptibles de abrigar vergonzosos sentimientos de empat¨ªa con lo que significa la fiesta de los toros.
V¨ªctor G¨®mez Pin es catedr¨¢tico de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona (UAB), afiliado a Iniciativa per Catalunya.
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