?Y si Zapatero no vuelve a presentarse?
El presidente tiene una gran baza para influir en el pr¨®ximo ciclo pol¨ªtico espa?ol: renunciar a competir por un tercer mandato y abrir un proceso sereno de sucesi¨®n. Evitar¨ªa as¨ª a la izquierda una traves¨ªa del desierto
Las pr¨®ximas elecciones generales espa?olas ser¨¢n diferentes a todas las anteriores: los nombres de los cabezas de lista de los dos principales partidos, en caso de que sean sus actuales dirigentes, importar¨¢n poco, porque su carencia de liderazgo -la del jefe de la oposici¨®n desde su designaci¨®n, la del presidente del Gobierno m¨¢s reciente- es irremediable. As¨ª que el partido que antes disponga de un nuevo candidato a la presidencia del Gobierno tendr¨¢ la iniciativa pol¨ªtica al menos por una legislatura, probablemente dos. La cuesti¨®n de si Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero debe renunciar a presentarse una tercera vez, adelantando su sucesi¨®n para que emerja un nuevo cabeza de lista socialista, tiene sentido por esta raz¨®n y otras que ahora se expondr¨¢n. Es, adem¨¢s, una cuesti¨®n urgente para los socialistas porque, si la respuesta es afirmativa, los plazos para armar una candidatura son perentorios.
Aznar ya intent¨® la jugada y si no le sali¨® fue por las circunstancias extraordinarias de 2004
Aunque perdiera en 2012, un nuevo l¨ªder socialista podr¨ªa consolidarse como alternativa al PP
Algunas razones para un cambio semejante son estructurales a la democracia espa?ola. Primera, la opini¨®n p¨²blica tiene como desider¨¢tum la alternancia de partidos en el Gobierno. Aunque a la izquierda le pueda parecer injusto, pues implica dos pasos adelante y dos atr¨¢s en el avance de sus ideales, este deseo est¨¢ firmemente arraigado en el imaginario democr¨¢tico por fen¨®menos como la corrupci¨®n o el agotamiento del ¨ªmpetu pol¨ªtico, que la poblaci¨®n asume, con l¨®gica, que empeoran con los a?os de un partido -cualquier partido- en el poder. A diferencia de las elecciones auton¨®micas y municipales, donde el clientelismo es m¨¢s poderoso que este principio, en el Gobierno de la naci¨®n no es muy probable que un partido pueda gobernar m¨¢s de tres legislaturas seguidas, y el PSOE de Zapatero ya va camino de dos, ambas de enorme desgaste.
Esto es tan as¨ª que la hip¨®tesis b¨¢sica de la estrategia de Mariano Rajoy, como ha se?alado Carlos E. Cu¨¦ en este diario, es que el Gobierno acabar¨¢ en manos del PP a la pr¨®xima porque le "toca" en la secuencia de la alternancia. Por este motivo, el absentismo ideol¨®gico y program¨¢tico de Rajoy es virtud t¨¢ctica. Esperar es suficiente para ¨¦l. El PP no necesita detallar un programa contra la crisis econ¨®mica, en especial cuando la izquierda gobernante ha sido incapaz de proponer una lectura convincente de sus causas y, sobre todo, de proponer y comunicar pol¨ªticas para encontrarle una salida. El dirigente popular, mejor director de campa?a que candidato, gusta decir que las elecciones las pierden los gobiernos, m¨¢s que ganarlas la oposici¨®n.
La segunda raz¨®n para recomendar un relevo es que la generaci¨®n de un l¨ªder capaz de gobernar un ciclo de dos o tres legislaturas requiere casi otras tantas de aprendizaje en la oposici¨®n. Y ello tanto para asentarse en el propio partido y ser conocido por la opini¨®n p¨²blica como para articular unas l¨ªneas maestras de acci¨®n de Gobierno y generar un sentido de inevitabilidad respecto al cambio.
La importancia de estos supuestos estructurales ya ha llevado a un presidente del Gobierno espa?ol a plantearse si deber¨ªa aspirar a un tercer mandato. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar respondi¨® afirmativamente, renunci¨® a esa posibilidad y, al mismo tiempo, intent¨®, a trav¨¦s de Rajoy, la sucesi¨®n m¨¢s audaz de nuestra democracia. Crey¨® posible encontrar una f¨®rmula para prolongar las dos-tres legislaturas t¨ªpicas de un ciclo de poder. Converg¨ªan para ello varias coyunturas: Zapatero estaba todav¨ªa en su primera etapa de meritorio opositor; el estilo de Rajoy pod¨ªa ser m¨¢s soportable para la poblaci¨®n que el estilo abrasivo del propio Aznar, y la ideolog¨ªa conservadora estaba entonces en plena hegemon¨ªa mundial. Fueron tan extraordinarias las circunstancias que hicieron fracasar aquel intento de Aznar que no invalidan la pertinencia actual de la cuesti¨®n planteada: ?no es lo m¨¢s inteligente no aspirar a un tercer mandato?
Para afrontar hoy esta cuesti¨®n, hay tambi¨¦n una raz¨®n espec¨ªfica a Zapatero: ya no tiene nada sustancialmente nuevo y distintivo que ofrecer. Lo que no ha tenido m¨¢s remedio que hacer ya lo ha realizado: resistir en sus primeros cuatro a?os los intentos de deslegitimaci¨®n de su triunfo del 14 de marzo de 2004; resistir en la segunda legislatura la laminaci¨®n de derechos laborales bajo excusa de la crisis que pretenden los conservadores. Y lo que siempre quiso hacer, el epicentro de su visi¨®n del mundo y la clave de su posicionamiento electoral, esto es, los avances en derechos de ciudadan¨ªa, ya lo ha implementado en buena parte. Pero ahora es tan inveros¨ªmil imaginar a Zapatero liderando en la pr¨®xima legislatura un cambio de modelo productivo como a Rajoy encabezando la lucha contra la corrupci¨®n.
El PSOE tiene dos opciones. La primera es resignarse a la alternancia, sin tomar la iniciativa, que es lo que m¨¢s conviene a Rajoy. Si ¨¦ste vence a Zapatero en las pr¨®ximas generales -a la fecha, el supuesto m¨¢s racional para la formulaci¨®n estrat¨¦gica electoral-, la sucesi¨®n en el socialismo ser¨¢ enormemente complicada, al tener que efectuarse desde fuera del Gobierno y con la dificultad a?adida de dos vac¨ªos: el de poder que dejar¨ªa Zapatero por su ejercicio personalista del liderazgo y el ideol¨®gico de la izquierda. La izquierda, al haber pasado de usar la clase social como referencia de representaci¨®n al vago concepto de ciudadan¨ªa, tiene retos de construcci¨®n de coaliciones sociales y de desarrollo de ideas-fuerza electorales muy complicados.
Una derrota de Zapatero puede abocar al PSOE a una traves¨ªa del desierto similar a la de sus correligionarios franceses, italianos o alemanes. Obviamente, en el menos realista escenario de triunfo socialista con Zapatero, habr¨ªa sucesi¨®n en el PP, pero lo m¨¢s probable es que emergiera con rapidez un nuevo liderazgo en ese partido (no faltan candidatos; de hecho, lo que inquieta hoy a algunos dirigentes conservadores es, precisamente, el saber que quien lidere al PP en los pr¨®ximos comicios muy probablemente gobernar¨¢ Espa?a). Los intereses del statu quo conservador son m¨¢s n¨ªtidos que los progresistas y es m¨¢s f¨¢cil articular liderazgos para su defensa. En caso de perder las elecciones, la sucesi¨®n ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil para la derecha que para la izquierda.
Por el contrario, lo que el PSOE puede hacer antes de las elecciones no lo puede hacer el PP: utilizar la carta de la sucesi¨®n en el liderazgo para tomar la iniciativa y cambiar la din¨¢mica competitiva, algo que la derecha s¨®lo puede realizar en un improbable horizonte de desastre en las pr¨®ximas municipales y auton¨®micas.
Desarrollar estrategias es pensar en ciclos prolongados de gobierno. Esto es especialmente cierto para la izquierda, que s¨®lo puede liderar transformaciones sociales desde per¨ªodos largos en el poder. Y lo interesante de la opci¨®n de que Zapatero no vuelva a presentarse es que funcionar¨ªa aunque el nuevo candidato socialista perdiera las pr¨®ximas elecciones, ya que nadie puede realmente exigirle ganar a la primera. El flamante l¨ªder socialista avanzar¨ªa tiempo de meritorio opositor, anticipar¨ªa el siguiente ciclo socialista y podr¨ªa desgastar desde el principio a Rajoy, quien, si se da el caso, llegar¨ªa al poder mucho m¨¢s avejentado pol¨ªticamente que en su d¨ªa lo estaba Aznar tambi¨¦n tras tres intentos.
El principal reto de Zapatero ya es su sucesi¨®n. Y porque el actual ciclo socialista es tan contingente a su persona deber¨ªa proponer a alguien muy diferenciado: pol¨ªticamente orientado a gobernar; ideol¨®gicamente enfocado a la econom¨ªa; sociol¨®gicamente abierto a los grupos sociales que, embarcados en proyectos de movilidad vertical, tienen al m¨¦rito como se?a de identidad y que han huido del PP en los ¨²ltimos a?os, y electoralmente mucho m¨¢s agresivo. Para acertar en esta decisi¨®n, Zapatero tendr¨ªa que vencer uno de los sesgos cognitivos m¨¢s persistentes: la llamada "reproducci¨®n homosocial", que empuja a elegir como sucesores a los semejantes. En esta elecci¨®n, para Zapatero lo m¨¢s virtuoso pol¨ªticamente es lo m¨¢s dif¨ªcil psicol¨®gicamente.
En todo caso, su estatura en la historia democr¨¢tica espa?ola se resolver¨¢ finalmente en c¨®mo deja de ser presidente, un proceso que, dado el poder incontestado que ha acumulado en el PSOE, es de su exclusiva responsabilidad. Lo ir¨®nico es que este dominio, que tanto se le critica, es lo que puede hacer posible antes de las elecciones una sucesi¨®n no conflictiva en el PSOE. Una fortaleza competitiva de la que ahora carece el PP.
Jos¨¦ Luis ?lvarez, doctor en Sociolog¨ªa por la Universidad de Harvard, es profesor de ESADE.
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