La inseguridad cerca a los Kirchner
La ola de delitos violentos provoca una ca¨ªda de popularidad del Gobierno argentino - La polic¨ªa, acusada de complicidad en el aumento de la delincuencia
La inseguridad, el miedo a ser objeto de un robo, una agresi¨®n o un crimen, se ha convertido en la principal preocupaci¨®n de los argentinos y en una amenaza muy seria al poder ejercido por los Kirchner. Entre el 65% y el 70% de los habitantes del Gran Buenos Aires y de las principales ciudades de Argentina asegura que ¨¦se es su principal problema hoy d¨ªa.
No se trata de una obsesi¨®n instalada en la clase media, tradicionalmente m¨¢s sensible a ese temor, sino de una sensaci¨®n muy extendida en los barrios m¨¢s humildes y pobres del conurbano bonaerense, cuyos habitantes est¨¢n siendo las primeras v¨ªctimas de lo que se percibe como un aumento considerable de delitos violentos, seg¨²n explica Santiago Rossi, director ejecutivo de Ipsos-Mora y Araujo.
En s¨®lo 60 d¨ªas, se han cometido 91 homicidios en el Gran Buenos Aires
Trece personas recibieron un tiro simplemente para robarle el m¨®vil
Destapado un caso de polic¨ªas que usaban a menores para cometer delitos
Protestas en barrios de clase media y baja para exigir mano dura
La sensaci¨®n de desamparo de los ciudadanos se incrementa por la desconfianza que provoca una parte de la polic¨ªa de la provincia de Buenos Aires y por la propia polic¨ªa federal, a la que se acusa de complicidad con la oleada de violencia.
La confusi¨®n lleg¨® esta semana al l¨ªmite cuando el propio ministro de Seguridad de Buenos Aires, Carlos Stornelli, denunci¨® ante el fiscal la existencia de un supuesto complot protagonizado por polic¨ªas retirados y descontentos, que utilizan a menores para la comisi¨®n de homicidios, robos y atracos armados. La denuncia se produce en un momento de especial debilidad de Stornelli debido al llamado caso Pomar, una familia que muri¨® en un accidente de coche a la vera de una carretera y que no fue encontrada en 24 d¨ªas de supuestos rastrillajes.
Sea como sea, lo cierto es que en s¨®lo 60 d¨ªas, la prensa ha dado cuenta de 91 homicidios en la capital federal y el Gran Buenos Aires. El 20% de las v¨ªctimas fueron asesinadas dentro de sus casas, y en un n¨²mero notable de casos (13 de las 91) recibieron un tiro en la cabeza o en el t¨®rax simplemente para poder robarles el tel¨¦fono m¨®vil. Un total de 15 personas fueron asesinadas por ladrones que les robaron en la v¨ªa p¨²blica. Las dudas sobre la complicidad de una parte de la polic¨ªa no esconden el hecho de que, en lo que va de a?o, han muerto 21 agentes en acto de servicio, fundamentalmente en tiroteos callejeros, la cifra m¨¢s alta en los ¨²ltimos cinco a?os.
"A la hora de salir, por la ma?ana temprano, nos vamos juntando un grupo de mujeres para ir hasta la parada de tren y protegernos entre todas", relata Sara C¨¢ceres, una paraguaya de 40 a?os, que trabaja como empleada del hogar y vive en una humilde barriada del extrarradio porte?o. Sara, como sus amigas, intenta trabajar todav¨ªa m¨¢s horas de las habituales para poder comprar una buena puerta de hierro y rejas para su modesta vivienda. A su hijo le robaron la peque?a moto en la que se desplazaba y todas sus vecinas tienen alguna experiencia similar que relatar. "Son bandas de muchachos j¨®venes", protesta. "La inseguridad est¨¢ en nuestros barrios, no en el de las casas en las que voy a trabajar", insiste.
"Necesitamos decisiones pol¨ªticas muy fuertes para combatir la inseguridad", asegur¨® esta misma semana el ex presidente N¨¦stor Kirchner, que hasta ahora hab¨ªa atribuido a las cadenas de televisi¨®n y a la prensa la responsabilidad por el clima de inquietud creciente que padecen los argentinos. La sensaci¨®n de inseguridad se traduce directamente en una bajada de la popularidad de la presidenta Cristina Fern¨¢ndez, ya seriamente afectada por otros problemas pol¨ªticos. En los dos ¨²ltimos meses, han empezado a proliferar en barrios humildes y de clase media baja manifestaciones de protesta, con cientos de personas que visten de luto y que exigen "mano dura" al Gobierno.
La pol¨¦mica se ha centrado sobre todo en el tratamiento penal que tienen los delincuentes menores de edad. Aunque no se dispone de estad¨ªsticas fiables que permitan comparar la evoluci¨®n del ¨ªndice de delincuencia juvenil, la percepci¨®n de la opini¨®n p¨²blica es que ha experimentado un aumento considerable, debido especialmente a la extensi¨®n del paco, una droga altamente t¨®xica y muy barata, que arrasa en las villas m¨¢s empobrecidas del conurbano. En al menos 8 de los 91 homicidios reflejados por la prensa en los dos ¨²ltimos meses, ha quedado establecida la participaci¨®n de menores de entre 13 y 17 a?os.
"Hay que replantearse la edad de imputabilidad de los menores", advirti¨® el presidente de la C¨¢mara de Casaci¨®n Penal de Buenos Aires, Federico Dom¨ªnguez. La magistrada Carmen Argibay, miembro de la Corte Suprema, llam¨® la atenci¨®n sobre la sospecha de que buena parte de esas bandas juveniles est¨¢n manipuladas, organizadas y dirigidas por adultos. "?Qui¨¦n le pone un arma en la mano a un chico de 14 a?os?", se pregunt¨® la magistrada.
La inexistencia de estad¨ªsticas comparables hace dif¨ªcil saber cu¨¢nto hay de realidad en la creciente percepci¨®n de inseguridad y cu¨¢nto de simple idea retroalimentada por los propios medios de comunicaci¨®n, especialmente televisivos. Buenos Aires sigue siendo una ciudad mucho m¨¢s segura que la media de las capitales latinoamericanas, pero la ferocidad de los ¨²ltimos asesinatos ha acabado por romper la imagen de una sociedad que se consideraba a s¨ª misma distinta y que ahora teme que el aumento de los niveles de pobreza, desigualdad y fracaso escolar, termine por equipararla a las otras grandes urbes del continente.
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