La cumbre pari¨® un rat¨®n
El acuerdo de m¨ªnimos de Copenhague ni siquiera fija objetivos de reducci¨®n de emisiones
La cumbre de Copenhague sobre el Cambio Clim¨¢tico termin¨® ayer con un resultado decepcionante, sobre todo a la vista de las expectativas abiertas por el principio de acuerdo previo entre Estados Unidos y China sobre las emisiones de gases de efecto invernadero que inclu¨ªa una reducci¨®n efectiva -aunque insuficiente- por parte del primero, y una reducci¨®n ligada al crecimiento del PIB de la potencia asi¨¢tica.
Pero ni siquiera se ha llegado a esto. El acuerdo final, cocinado por los l¨ªderes de unos pocos pa¨ªses y aceptado por el resto, con la oposici¨®n de cinco de ellos, s¨®lo reconoce la necesidad de contener el aumento de la temperatura media del planeta en dos grados, un umbral por encima del cual los efectos podr¨ªan ser irreversibles, y que en alg¨²n momento se ha de llegar a un m¨¢ximo en la cantidad global de gases emitidos. Un acuerdo con un grado de concreci¨®n menor que el del Protocolo de Kioto, a pesar de que la situaci¨®n es ahora mucho m¨¢s preocupante que hace una d¨¦cada.
Los l¨ªderes mundiales eran conscientes de que no bastaba con un compromiso concreto de reducci¨®n de las emisiones si no iba acompa?ado de una definici¨®n sobre los procedimientos para alcanzarlo, que implican necesariamente cambios profundos en nuestros h¨¢bitos de consumo energ¨¦tico y afectan a la vida ciudadana, a los usos dom¨¦sticos, a la movilidad y la actividad industrial. Pero en Copenhague ni siquiera se ha logrado lo primero. El nivel total de emisiones no ha dejado de aumentar desde que se celebr¨® la Cumbre de la Tierra de R¨ªo, en 1992, donde se sentaron las bases de los acuerdos que vendr¨ªan despu¨¦s. Y no parece, a la vista de la escasa voluntad mostrada por los pa¨ªses que m¨¢s emiten, que esa tendencia vaya a cambiar en los pr¨®ximos a?os. Malas noticias sin paliativos, para el planeta y para el conjunto de sus habitantes.
Todos tienen una parte de responsabilidad en este fracaso, pero no hay duda de que la mayor debe asignarse a Estados Unidos, que es, con diferencia, el primer pa¨ªs en emisiones per c¨¢pita, y a la par que China, con m¨¢s de cuatro veces su poblaci¨®n en emisiones globales, que no acept¨® compartir esfuerzos con los dem¨¢s pa¨ªses desarrollados en el Protocolo de Kioto, y que ha seguido incrementando sus emisiones poniendo su inter¨¦s econ¨®mico a corto plazo por delante de cualquier otra consideraci¨®n.
Por supuesto que otros pa¨ªses tambi¨¦n pueden entorpecer el progreso en este campo, pero una actitud decidida de los estadounidenses cambiar¨ªa radicalmente el panorama. Ahora seguimos esperando que el Senado y el Congreso de dicho pa¨ªs tengan a bien debatir y aprobar una ley sobre emisiones de CO2 para poder concretar una pol¨ªtica global que mitigue los efectos de la din¨¢mica de cambio clim¨¢tico en la que estamos envueltos. Esperemos que esto ocurra pronto y los l¨ªderes mundiales puedan volver a reunirse el a?o que viene y rubricar el acuerdo firme y eficaz que el planeta necesita.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.