Niebla
Cuando en 1958 viv¨ª en Granada un a?o estudiando Derecho, el nombre de Garc¨ªa Lorca estaba sometido a un silencio muy s¨®lido en su propia ciudad. Supe que alrededor del poeta hab¨ªa un misterio porque en mis correr¨ªas de estudiante por los colmados de la Alcaicer¨ªa a veces me encontraba con un tipo bien vestido y generalmente ebrio, que en los momentos de mucho vino romp¨ªa a sollozar y a pedir perd¨®n en voz alta a un tal Federico. A ese hombre sus conocidos le llamaban Pepeniqui. Era el mayor de los hermanos Rosales, jefe de Falange durante la guerra, en cuya casa fue acogido Lorca. A partir de este hecho comenc¨¦ a interesarme por algunos pormenores de la muerte del poeta. En compa?¨ªa de un compa?ero de clase, que tambi¨¦n lo ignoraba todo sobre el caso, hice una excursi¨®n hasta Viznar. Al llegar a la plaza del pueblo hab¨ªa una pareja de la Guardia Civil, que sin decirnos nada no dej¨® de vigilar nuestros movimientos hasta que abandonamos aquel paraje. Mucho despu¨¦s, a finales de los a?os sesenta, cuando el nombre y la muerte de Garc¨ªa Lorca ya eran un clamor en toda Espa?a, en otro viaje a Granada un librero amigo me llev¨® de nuevo al lugar del crimen. Detuvo el coche cerca de una plantaci¨®n de pimpollos y de una urbanizaci¨®n de chal¨¦s en las afueras de Alfacar. Con la convicci¨®n de saber muy bien lo que dec¨ªa, no sin congoja, se?alando un movimiento de tierras, afirm¨® que el franquismo estaba tapando con cemento y con repoblaci¨®n forestal todos los vestigios de los fusilamientos que hubo en ese lugar, donde hab¨ªa miles de enterrados. El invierno pasado quise visitar el monolito y el famoso olivo que indicaba la fosa del poeta, un punto crucial, ya consagrado, de peregrinaci¨®n, pero una niebla muy espesa que cubr¨ªa ese d¨ªa toda la falda de sierra Nevada me impidi¨® orientarme. Presiento que esa niebla perdurar¨¢ durante un tiempo indefinido sobre el paradero de los restos de nuestro poeta nacional, sacrificado por la barbarie. Sin ¨¢nimo de atribuirme virtudes de investigador, pienso que es una ingenuidad muy grande no sospechar que el franquismo hizo todo lo necesario para evitar que el cuerpo de Garc¨ªa Lorca fuera un d¨ªa rescatado, dej¨¢ndolo a un metro bajo tierra a merced de cualquiera que pudiera levantarlo como una bandera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.