La restauraci¨®n de Sorolla
D¨ªas atr¨¢s pude acudir a la exposici¨®n dedicada a Joaqu¨ªn Sorolla en el Centro Cultural de Bancaja: Visi¨®n de Espa?a. Colecci¨®n de la Hispanic Society of America. De entrada, los fondos restaurados del pintor valenciano que alberga la Hispanic Society me resultaban poco atractivos: que un mecenas encargara a Sorolla pintar la Espa?a de principios del siglo XX, agregando rasgos aut¨®ctonos y t¨®picos previsibles, no me entusiasmaba. ?Por qu¨¦ raz¨®n? A la vista est¨¢: el Sorolla de la Hispanic Society satisface las expectativas, confirma la visi¨®n castiza y algo oriental de aquella Espa?a.
Por supuesto, yo s¨¦ que Sorolla es mucho m¨¢s que eso, mucho m¨¢s que el hacedor de t¨®picos. Lo he vuelto a constatar en el cat¨¢logo, en las instructivas palabras de los comisarios, Felipe Gar¨ªn y Facundo Tom¨¢s. Y lo he vuelto a corroborar en la propia visita a la exposici¨®n, acompa?ado por Mireia S¨¢nchez Barrachina, que sabe informar con erudici¨®n y distancia ir¨®nica.
Miras el detalle de un cuadro y te sorprendes de la informaci¨®n que transmite. Sorolla pintaba al natural, a partir de escenas humanas recreadas en paisajes escogidos. O pintaba ayud¨¢ndose de las fotos que tomaba. Su suegro, Antonio Garc¨ªa, cultiv¨® con gran esmero el arte de la fotograf¨ªa y fue un retratista c¨¦lebre en aquella Valencia. Al observar las obras de Sorolla me preguntaba lo que todos nos planteamos ante una instant¨¢nea familiar. ?Qu¨¦ momento qued¨® inmortalizado cuando el retratista nos tom¨® aquella fotograf¨ªa? ?Qu¨¦ hac¨ªamos justo cuando el presente se detuvo?
Miro Las grupas, tan conocido, y me pregunto, en efecto, qu¨¦ momento es ¨¦se. Este cuadro resume, condensa y agrega motivos valencianos muy reconocibles. O, en otros t¨¦rminos, re¨²ne personas, cosas y parajes que nunca estuvieron juntos: arrozales y naranjales como fondo; una procesi¨®n, la del Corpus Christi; j¨®venes ataviados con trajes regionales, lujo textil y esplendor huertano; una malla abundante, ostentosa, de c¨ªtricos; senyeres orgullosamente exhibidas y, en fin, la Virgen ampar¨¢ndolo todo, bajo un dosel que recuerda a los del puente del Real. En este cuadro, con el que tantos valencianos a¨²n se identifican, no hay fotograf¨ªa, no hay hecho real captado instant¨¢neamente, sino montaje, en el sentido cinematogr¨¢fico, nos recuerda Marcus B. Burke en el cat¨¢logo. La maestr¨ªa del pintor abruma: la minuciosidad y el gigantismo de la serie deshacen toda aprensi¨®n, todo recelo. Pero me pregunto si hab¨ªa otra Valencia posible; me pregunto por qu¨¦ lo pintoresco y lo agrario cubrieron lo industrial y lo urbano. Esa Espa?a en cambio no la he visto en la colecci¨®n restaurada de la Hispanic Society. Lamentablemente.
De esa Valencia, de ese tiempo burgu¨¦s e industrioso, ?no hay restauraci¨®n posible?
http://justoserna.wordpress.com
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