Retrato de Garbo
Edmond Roch estrena 'Garbo, el esp¨ªa', un documental sobre Joan Pujol, agente de los servicios secretos brit¨¢nicos. Junto a Tommy Harris, cre¨® una telara?a ficticia de 27 agentes para enga?ar a los alemanes
En Garbo, el esp¨ªa, el documental recientemente estrenado de Edmon Roch sobre Joan Pujol, alias Garbo, un burgu¨¦s catal¨¢n que acab¨® reclutado por los servicios secretos brit¨¢nicos como doble agente y cuya tarea fue decisiva a la hora de intoxicar a la inteligencia nazi con falsa informaci¨®n sobre el desembarco de Normand¨ªa, se cita, muy de pasada, a quien fue el oficial del caso en el seno del MI5: Tom¨¢s Harris (1908-1964). Quiz¨¢ la peripecia de Pujol sea demasiado compleja (hay todav¨ªa p¨¢ginas de sombra en su biograf¨ªa, muchos personajes difuminados en el retrato de su vida) como para sintetizarla en tan s¨®lo 90 minutos. El resultado constituye sin duda un esfuerzo admirable y una estimulante aportaci¨®n al g¨¦nero y a la difusi¨®n de uno de los episodios m¨¢s espectaculares de la historia del espionaje, pero es una l¨¢stima que la figura de Harris, indisociable de la de Pujol, no haya tenido el protagonismo que merece.
El catal¨¢n logr¨® que los nazis creyeran que el desembarco aliado de 1944 se realizar¨ªa en Calais
Tras la guerra, Harris se retir¨® a vivir de sus pinturas y esculturas a la isla de Mallorca
Es verdad, por otra parte, que la vida del case officer de Garbo dar¨ªa, por su ins¨®lita versatilidad, para otro documental monogr¨¢fico. Ingl¨¦s de madre espa?ola, Tommy Harris fue pintor, galerista, anticuario, coleccionista compulsivo, millonario, erudito especializado en arte espa?ol -su nombre figura en el Prado, entre los principales donantes del museo-, esp¨ªa y legendario anfitri¨®n. A los 14 a?os empez¨® a estudiar pintura y escultura en la Slade School of Art de Londres, donde coincidi¨® con Sir William Coldstream y Claude Rogers y estudi¨® bajo la tutela del profesor Henry Tonks. Tras una estancia en Roma dedicado a la escultura, sigui¨® en Londres los pasos de su padre como galerista y comerciante de antig¨¹edades. Desde los a?os treinta hasta finales de los cuarenta, Harris dirigi¨® la Spanish Art Gallery, una de las galer¨ªas m¨¢s prestigiosas de Inglaterra, escaparate de la mejor pintura cl¨¢sica, no tan s¨®lo espa?ola, sino tambi¨¦n italiana y flamenca. Roger Fry, por ejemplo, descubri¨® entusiasmado la pintura de El Greco en esas salas. Y el formidable retrato de G¨®ngora pintado por Vel¨¢zquez, por citar tan s¨®lo una de las innumerables obras maestras que posey¨®, fue exhibido en las galer¨ªas de Harris, quien acab¨® vendi¨¦ndolo al Museo de Boston, donde todav¨ªa se encuentra.
Cuando estall¨® la guerra, Harris fue reclutado por los servicios secretos, primero como anfitri¨®n de una escuela de esp¨ªas llamada Brickendonbury Hall, al norte de Londres, donde conoci¨® al que ser¨ªa uno de sus m¨¢s ¨ªntimos y peligrosos amigos: Kim Philby, el tercer miembro del c¨ªrculo de Cambridge, los sofisticados topos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica al servicio de Su Majestad. Cuando la escuela cerr¨®, Harris ingres¨® en el MI5, concretamente en el departamento de contraespionaje. Su profundo conocimiento de la cultura y la sociedad espa?olas le convirti¨® r¨¢pidamente en uno de los miembros m¨¢s valorados y respetados de The Circus, como era conocido el servicio entre sus agentes. Fue crucial su intervenci¨®n, por ejemplo, a la hora de desarticular la red de esp¨ªas que Franco intentaba organizar en Inglaterra, pero sin duda el momento de gloria lleg¨® cuando sus superiores le nombraron oficial del caso Garbo, la estrategia de diversi¨®n m¨¢s delicada y deslumbrante del siglo XX.
Juntos, Harris y Pujol crearon una telara?a ficticia de 27 agentes diseminados por toda Inglaterra que presuntamente le proporcionaban a Garbo informaci¨®n confidencial sobre los movimientos de los aliados en la isla, que a su vez Arabel -el sobrenombre de Pujol para los alemanes- filtraba al Abwher, el servicio secreto de Hitler, a trav¨¦s de sus enlaces alemanes en Madrid. Lograron as¨ª convencer a los nazis de que el desembarco aliado se producir¨ªa en el paso de Calais y no en Normand¨ªa -lo que se llam¨® operaci¨®n Fortitude-. No hay duda, como el documental de Roch minuciosamente explica, del talento de Pujol para la fabulaci¨®n, el enga?o, la improvisaci¨®n y el riesgo, pero no es menos verdad que sin Harris, Garbo no hubiera cosechado el extraordinario ¨¦xito que hoy se le reconoce.
Pujol, a diferencia de lo que a menudo se supone, no estuvo nunca en las oficinas del MI5 y tan s¨®lo muy tarde supo para qu¨¦ organizaci¨®n trabajaba exactamente y cu¨¢l era el sentido ¨²ltimo de su labor. Harris se convirti¨® en su sombra y en el verdadero core¨®grafo de la fenomenal farsa que acab¨® por decidir el curso de la guerra. En un apartamento de Jermyn Street, Harris y Pujol, asistidos por una secretaria, Sarah Bishop, imaginaban y orquestaban, como Pr¨®spero y Ariel, las vidas de los espectrales agentes, sus perfiles biogr¨¢ficos, sus movimientos, sus percances, a veces incluso su repentina muerte. Entre sus criaturas hab¨ªa nacionalistas galeses, un camarero de Gibraltar, funcionarios del Ministerio de Informaci¨®n. Harris, que ten¨ªa acceso a las fuentes de m¨¢xima seguridad, seleccionaba, dosificaba y expon¨ªa la informaci¨®n que luego Pujol manejaba y distribu¨ªa, mientras el d¨ªa D se acercaba. Su capacidad de persuasi¨®n result¨® tan imbatible que incluso dos d¨ªas despu¨¦s de que los aliados desembarcaran en las playas de Normand¨ªa, el 6 de junio de 1944, los alemanes segu¨ªan creyendo que el ataque decisivo se producir¨ªa en Calais.
Tras la guerra, Pujol, por razones de seguridad, ten¨ªa que desaparecer y empezar una nueva vida y Harris, que en el fondo fue siempre un ilusionista, un mago en la sombra del escenario, se ocup¨® de ello. Hizo con Pujol un largo viaje que les llev¨® primero a Nueva York y Washington, donde J. Edgar Hoover, el temible dictador del FBI, les invit¨® a cenar para conocer al d¨²o que hab¨ªa revolucionado los servicios de inteligencia y cuyos m¨¦todos quer¨ªa conocer de viva voz. De ah¨ª se fueron a Venezuela, donde Pujol decidi¨® establecerse con la nueva identidad que le hab¨ªa proporcionado Harris: profesor y especialista en arte. Harris regres¨® a Inglaterra para difundir la noticia de que Pujol hab¨ªa muerto de malaria en Angola, teor¨ªa que se dio por buena hasta 1984, cuando el escritor Nigel West descubri¨® el paradero de Pujol.
Por su parte, Tom¨¢s Harris, agotado por las tensiones de la guerra, decidi¨® vender sus negocios en Londres y dedicarse exclusivamente a su propia pintura. El rey Jorge VI le hab¨ªa nombrado Oficial de la Orden del Imperio Brit¨¢nico (OBE) e incluso el general Eisenhower hab¨ªa querido agradecerle personalmente su contribuci¨®n a la victoria. Para su retiro eligi¨® Camp de Mar, una bell¨ªsima cala mallorquina, donde compr¨® y remodel¨® una casa que convirti¨® en residencia y estudio. All¨ª se entreg¨® febrilmente a su obra: grabados, ¨®leos, litograf¨ªas, escultura, cer¨¢mica, vidrio y cartones para tapices. Engros¨® tambi¨¦n sus colecciones de muebles, sarc¨®fagos, joyas renacentistas, tejidos del XVI, pintura y grabados, principalmente de Goya, Durero y Rembrandt. Lleg¨® a reunir la colecci¨®n privada de la obra gr¨¢fica de Goya m¨¢s importante del mundo, hoy en el British Museum con el nombre de The Tom¨¢s Harris Collection. La pasi¨®n por los grabados de Goya le llev¨® a escribir, muy al final de su vida, un impresionante cat¨¢logo razonado: Goya, engravings and litographs (Oxford, Bruno Cassirer, 1964), todav¨ªa hoy de referencia ineludible.
Tom¨¢s Harris muri¨® en un accidente de tr¨¢fico, en enero de 1964. Desde entonces su nombre se fue apagando y revivi¨® tan s¨®lo cuando fue acusado injustamente, en los a?os ochenta, de pertenecer a la red de esp¨ªas sovi¨¦ticos, debido a su estrecha amistad con los principales miembros del c¨ªrculo de Cambridge: Guy Burgess, Philby y Anthony Blunt. Pero ¨¦sa es otra historia que merecer¨ªa incluso otro documental. En lo que se refiere a su relaci¨®n con Joan Pujol, hay un detalle hasta ahora in¨¦dito que revela mejor que nada su personalidad y su peculiar sentido del humor. Cuando volvi¨® de Venezuela, tras haber hecho desaparecer a Pujol, se trajo consigo unos ¨®leos en los que hab¨ªa estado trabajando y que mostr¨® en una exposici¨®n que tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno de Madrid, la primera que celebr¨® en Espa?a, inaugurada en junio de 1947. Entre paisajes caribe?os y alguna naturaleza muerta, los visitantes pudieron apreciar un retrato de un hombre en blancos y verdes. El cuadro llevaba por t¨ªtulo Retrato de Joan. Ah¨ª estaba, para quien quisiera verlo.
Andreu Jaume es editor de Lumen.
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