(Des)amor pol¨ªtico
Los mandatarios de medio mundo, incluida la porci¨®n que nos corresponde, est¨¢n preocupados por el alejamiento, desinter¨¦s e incluso antipat¨ªa crecientes que los ciudadanos muestran por la pol¨ªtica. Les inquieta y est¨¢n investigando sus motivos. No parece que vayan a tener que indagar mucho, porque las razones de este desapego se sit¨²an m¨¢s bien en el terreno de lo evidente. Y en dos planos, uno general y otro de cercan¨ªas.
Empezando por el primero, creo que el desamor ciudadano por la pol¨ªtica se corresponde punto por punto con el que la pol¨ªtica ha mostrado por s¨ª misma durante mucho tiempo. Los ¨²ltimos decenios han estado marcados por la sumisi¨®n de lo pol¨ªtico a lo econ¨®mico. Las (auto)reglas del mercado financiero se nos han presentado como un fatalismo, como un orden o destino inevitables, con los resultados que conocemos y ahora mismo padecemos. Dif¨ªcilmente se va a entusiasmar a los ciudadanos con la pol¨ªtica si ella misma se acompleja, si no se reconoce la responsabilidad y la capacidad de protagonizar, en la teor¨ªa y en la pr¨¢ctica, construcciones y rumbos sociales justos, sostenibles, participables.
Vistas de cerca, con el zoom de la proximidad, las razones del desamor ciudadano por la pol¨ªtica tampoco tienen p¨¦rdida. Empezando por la propia noci¨®n de mandatario que, aunque a algunos les cueste creerlo, no se refiere al que manda sino al que obedece, al que act¨²a en representaci¨®n e inter¨¦s de otro, en este caso, del ciudadano. Si se quiere que la gente vuelva a acercarse a la pol¨ªtica, que no la reniegue sino que la alimente con su participaci¨®n, hay que visibilizar del modo m¨¢s expl¨ªcito que un pol¨ªtico es, por definici¨®n o como condici¨®n, un servidor p¨²blico. Darle la vuelta al desamor pol¨ªtico pasa por hacer brillar en presencias, en actos, gestos y actitudes perfectamente reconocibles, el principio de que un mandatario se debe al inter¨¦s com¨²n. (As¨ª, interpreto los resultados del ¨²ltimo Euskobar¨®metro m¨¢s que como una valoraci¨®n cr¨ªtica del a¨²n joven gobierno, como una declaraci¨®n de expectativas ciudadanas; creo que se?alan una exigencia nueva y alta que hay que atender).
Y luego est¨¢n los contenidos y la sustancia. Los ciudadanos se apartan de la pol¨ªtica muy probablemente porque no la encuentran, y con raz¨®n, en ese mero, vano circuito cerrado de estribillos de oposici¨®n, de latiguillos de confrontaci¨®n, de titulares sin continuaci¨®n o argumento que van de un dirigente a otro y viceversa y vuelta a empezar, en que se ha convertido o se expresa mayormente el mal llamado "debate" pol¨ªtico. La gente se aparta de la pol¨ªtica porque en ese trasiego insustancial no la reconoce, no quiere reconocerla; ni quiere tampoco reconocerse: desaguar, desperdiciar, desvirtuar ah¨ª su condici¨®n de ciudadano. Dejemos en el viejo a?o los obvios diagn¨®sticos del desamor pol¨ªtico; esperemos, exijamos ciudadanamente en el nuevo, los remedios. Feliz 2010.
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