Paul Auster recoge el 'nobel' del club de 'fans'
El autor acude a recibir un modesto premio otorgado por escritores de Le¨®n
"Una peque?a fraternidad de hombres y mujeres solitarios, enclaustrados y mani¨¢ticos que pasamos casi todo nuestro tiempo encerrados luchando por colocar palabras en una p¨¢gina. Es algo demasiado arduo, demasiado mal pagado, demasiado lleno de decepciones para que, de otro modo, alguien acepte este destino". As¨ª define Paul Auster el oficio de escritor. El novelista estadounidense, de 62 a?os, cambi¨® ayer Brooklyn por Le¨®n para recibir un premio sin dotaci¨®n econ¨®mica cuyos organizadores parecen salidos de su imaginaci¨®n.
Al autor de La m¨²sica del azar, que ha convertido la coincidencia y la conjura en un g¨¦nero literario, no le costar¨ªa buscar acomodo en una novela al grupo de "solitarios, enclaustrados y mani¨¢ticos", es decir, de escritores, leoneses en este caso, que hace nueve a?os decidieron crear un galard¨®n para sus autores favoritos. Una especie de Nobel concedido por un club de fans. Hasta ah¨ª, nada nuevo. Lo nuevo fue que los candidatos, a los que se les supone una agenda sin mucho hueco para pasar la Navidad en Le¨®n, empezaron a decir que ir¨ªan a recoger el premio. "Hubo quien nos dijo: os est¨¢is pasando, esa gente no vendr¨¢", recuerda Rafael Sarabia, de 31 a?os, promotor del Club Leteo, organizador del galard¨®n, que lleva ese mismo nombre. Al final, cada a?o ha ido viniendo "esa gente", es decir, el poeta sirio Adonis y los novelistas Martin Amis, Am¨¦lie Nothomb y Michel Houllebecq, los ¨²ltimos laureados de una n¨®mina inaugurada por el leon¨¦s Antonio Gamoneda, vecindad obliga, y formada tambi¨¦n por Bel¨¦n Gopegui, Gonzalo Rojas y Fernando Arrabal. Pese a que el Ayuntamiento y Caja Espa?a corren con los gastos, no fue un pol¨ªtico ni un financiero sino el propio Sarabia el que entreg¨® ayer en el Musac su premio a Paul Auster. Sarabia estaba encantado. Auster, at¨®nito ante un atrio desbordado de gente.
Adonis, Amis o Houllebecq figuran en la n¨®mina de galardonados
El novelista se mostr¨® at¨®nito ante un atrio desbordado de gente
El novelista pas¨® m¨¢s de una hora respondiendo a las preguntas del p¨²blico. Le acompa?aban su esposa, la escritora Siri Hustvedt y su editor espa?ol, Jorge Herralde, de Anagrama. El coloquio fue un repaso ca¨®tico y casi enciclop¨¦dico al universo de Auster: desde los motivos que le llevaron a escribir ("darme cuenta de que no ser¨ªa jugador profesional de b¨¦isbol"), hasta el autor que m¨¢s le ha inspirado ("tal vez Billy Wilder y su idea de que cuando est¨¢s euf¨®rico debes escribir un drama y si est¨¢s deprimido, una comedia") pasando por Obama ("elegirlo fue lo mejor que ha hecho la sociedad estadounidense en mucho tiempo; ustedes, los europeos, no saben lo que significa no tener seguridad social"). Hubo adem¨¢s un buceo en su condici¨®n de escritor jud¨ªo, que ¨¦l zanj¨® as¨ª: "Me interesan mis ra¨ªces pero soy estadounidense de tercera generaci¨®n. El hecho de ser jud¨ªo marc¨® m¨¢s a autores de primera o segunda generaci¨®n como Saul Bellow". Auster aprovech¨® para revelar que el autor de Herzog nunca ha sido santo de su devoci¨®n: "Decid¨ª darle una segunda oportunidad y met¨ª un libro suyo en la maleta para venir a Le¨®n. Empec¨¦ a leerlo y me qued¨¦ dormido. Tendremos que esperar a la vuelta".
Antes de la entrega Paul Auster hab¨ªa comido carne de buey asado a la piedra y visitado la exposici¨®n de Kiong Park. "La condici¨®n para premiarlos es que vengan a Le¨®n", dice Rafael Sarabia, entre cuyos candidatos para el futuro est¨¢n Murakami, Lobo Antunes y Kundera.
Hoy Paul Auster inaugura un ciclo dedicado a sus pel¨ªculas y volver¨¢ a sus ficciones. Conoce bien el valor de la admiraci¨®n y de las palabras. De la admiraci¨®n porque dice que se hizo escritor porque lleva siempre un l¨¢piz encima desde que le falt¨® uno para que le firmara un aut¨®grafo su ¨ªdolo de la ni?ez, el jugador de b¨¦isbol Willie Mays. De las palabras porque, afirma, el secreto de un narrador est¨¢ en la voz que se oye en sus libros: "Uno cuenta una historia y su funci¨®n consiste en hacer que la gente contin¨²e escuch¨¢ndola".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.