Paro y escasa conflictividad
De la ¨²ltima encuesta del CIS, los medios de comunicaci¨®n han destacado dos datos: la enorme preocupaci¨®n por el paro -para el 79% es la principal- y la persistencia de la clase pol¨ªtica como tercer problema -aunque obviamente a mucha distancia del primero, 13,6%.
La alt¨ªsima tasa de paro y la precariedad de much¨ªsimos empleos hacen que millones de espa?oles vivan al borde del precipicio. No s¨®lo para ellos, sino para cualquier persona con un m¨ªnimo de sensibilidad y de empat¨ªa con el entorno ¨¦sta es la cuesti¨®n fundamental que el pa¨ªs tiene que afrontar. Pero hay, sin embargo, otros datos en la encuesta que creo merecen atenci¨®n, porque ayudan a explicar por qu¨¦ la crisis est¨¢ pasando sin grandes niveles de conflictividad. Que la inmigraci¨®n o la inseguridad ciudadana generen moderada preocupaci¨®n en un tiempo de tantas dificultades sociales quiere decir que Espa?a es un pa¨ªs mucho m¨¢s asentado de lo que normalmente tendemos a creer. Los mecanismos de estabilizaci¨®n social funcionan razonablemente -la educaci¨®n y la sanidad s¨®lo son destacadas como problema por un 6,2% y un 4,8%- de modo que la sociedad ha demostrado tener una capacidad de encaje sorprendente. La inmigraci¨®n ha sufrido el paro m¨¢s que nadie, se han frenado los flujos, pero muchos ciudadanos permanecen aqu¨ª volviendo a entrar en el mercado de trabajo o buscando el modo de conseguirlo. Que la crisis econ¨®mica no haya agudizado las tensiones dice mucho de la capacidad mutua de reconocimiento, pero da a entender que las pol¨ªticas sociales han jugado un papel positivo, e incluso permite constatar -aunque no deber¨ªa ser noticia- que, desde la oposici¨®n se han evitado actitudes xen¨®fobas y racistas del pasado. Igualmente, que, en tiempos dif¨ªciles como estos, a pesar de las tentaciones demag¨®gicas de algunos, no se haya desencadenado la t¨ªpica espiral del miedo y la inseguridad confirma lo que todos sabemos: que Espa?a es hoy uno de los pa¨ªses m¨¢s seguros del mundo y que los mecanismos de protecci¨®n social han funcionado, a pesar de que tantas familias y personas est¨¦n en situaci¨®n l¨ªmite.
Corresponde a los pol¨ªticos una cierta funci¨®n de chivo expiatorio colectivo. En parte, por eso se les paga
En el imaginario de todos, est¨¢n fen¨®menos como los quinquis de los ochenta. Las crisis anteriores hab¨ªan dado formas m¨¢s o menos singulares de conflictividad alta. ?Por qu¨¦ la calma de ahora? ?Debemos atribuirlo al buen funcionamiento de los mecanismos del Estado de bienestar, a pesar de sus enemigos obsesivos, y, por tanto, a que la capacidad de resistencia del pa¨ªs se acerca al nivel m¨¢ximo europeo? ?O debemos pensar m¨¢s bien en t¨¦rminos de individualismo, resignaci¨®n, indiferencia, o miedo? De todo debe haber en la configuraci¨®n de esta aparente paz social. Incluso una buena dosis de cinismo, porque la encuesta confirma la insensibilidad de los espa?oles a los casos de corrupci¨®n. La prensa lleva un a?o colocando todos los d¨ªas esc¨¢ndalos sobre la mesa, y los espa?oles responden con una mezcla de fatalismo y escepticismo. Es lo que ocurre cuando el dinero es el valor ideol¨®gico dominante. En cualquier caso, una crisis sin apenas conflictividad social es un capital que el Gobierno tiene, aunque hasta el momento no le haya sacado rendimiento.
Y as¨ª llegamos a la preocupaci¨®n que genera en la ciudadan¨ªa "la clase pol¨ªtica". No s¨¦ muy bien por qu¨¦ el CIS distingue entre "la clase pol¨ªtica, los partidos" -13,6% de preocupaci¨®n- y "el Gobierno, los pol¨ªticos y los partidos", 4,7%. Corresponde a los pol¨ªticos una cierta funci¨®n de chivo expiatorio colectivo. En parte, por eso se les paga. Pero tengo la sensaci¨®n de que nos quedar¨ªamos cortos si pens¨¢ramos que los ciudadanos cuando descalifican a la clase pol¨ªtica se refieren estrictamente a los dirigentes pol¨ªticos. Primero: no es en tanto en cuanto individuos, sino como casta de intereses que son vistos como problema. Y de ah¨ª el t¨®pico que dice que todos son iguales. Segundo: esta casta que la gente ve como lejana y peligrosa es el sistema pol¨ªtico-econ¨®mico-medi¨¢tico, o, si se prefiere, las ¨¦lites dirigentes, que en esta crisis han dado demasiadas muestras de complicidades obscenas. El desconcierto generalizado de los medios de comunicaci¨®n, donde la informaci¨®n y los intereses, a menudo bien cambiantes, van solapados. Y el ventajismo con el que el poder financiero causante de la crisis ha conseguido su propia redenci¨®n a costa del erario p¨²blico, han hecho que creciera en la gente la sensaci¨®n de dos mundos (las clases dirigentes y la sociedad) cada vez m¨¢s alejados. Es la consecuencia de una crisis resuelta con la socializaci¨®n de las p¨¦rdidas de los que nos llevaron hasta aqu¨ª. Al precio de un alto paro. Evidentemente, la principal preocupaci¨®n de la ciudadan¨ªa.
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