Werner Herzog, el director imposible
No se puede ser indiferente ante la obra y la figura del director alem¨¢n, que estrena pel¨ªcula (Teniente corrupto) y publica libro (Conquista de lo in¨²til). Eterno aficionado al riesgo, su ¨²ltima aventura ha sido rodar en las malas calles de Nueva Orleans
Intentar ponerle etiquetas a Werner Herzog ser¨ªa como tratar de cazar elefantes con un matamoscas. El legendario director alem¨¢n es al¨¦rgico a las definiciones y lleva cuatro d¨¦cadas (y un lustro) huyendo de las respuestas, obsesionado, en cambio, por las preguntas. La indefinici¨®n, la mezcla, el desborde de g¨¦neros y as¨ª, sin pausa, hasta llegar a las mism¨ªsimas monta?as de la locura (que dir¨ªa Lovecraft), le han servido para convertirse en uno de los cineastas m¨¢s respetados por los buscadores de rarezas y uno de los creadores m¨¢s orgullosamente singulares de la historia del s¨¦ptimo arte.
Su curr¨ªculo no deja de ser curioso, definido por las vicisitudes de su infancia y las extra?as relaciones con su entorno, a las que el realizador atribuye su posterior ansia por el descubrimiento, esencialmente a trav¨¦s del viaje, del mundo en el que vive.
"Kinski me dijo que se iba en mitad de un rodaje, as¨ª que le asegur¨¦ que si se le ocurr¨ªa irse le disparar¨ªa", dice Herzog
"Creo que todo adulto deber¨ªa comerse sus zapatos al menos una vez en la vida", afirma el realizador
"Acabo de llegar de la India, donde me he pasado tres d¨ªas enteros escuchando la historia de un cham¨¢n", suelta de golpe y porrazo Herzog quince segundos despu¨¦s de que el periodista entre por la puerta de un glamouroso stand en la playa del Lido de Venecia. Herzog no es un tipo reservado ni parece que tenga ninguna intenci¨®n de darse humos, m¨¢s bien al contrario, sonr¨ªe constantemente y parece decidido a que el interlocutor entienda por d¨®nde va la conversaci¨®n, cosa que -por otra parte- se antoja imposible. Su rasgo distintivo son unos diminutos ojos azules metidos en un rostro que parece reivindicar su compromiso de experimentar con todo y con todos.
Herzog naci¨® el 5 de septiembre de 1942 en M¨²nich pero pronto se vio viviendo en un pueblecito austriaco, alejado de las penurias que sufr¨ªan las grandes ciudades del pa¨ªs en la Segunda Guerra Mundial. As¨ª, aunque el ni?o no ten¨ªa todo lo deseable, no puede decirse que lo pasara mal. Ya de bien joven el futuro director decidi¨® que quer¨ªa decir algo y que quer¨ªa hacerlo c¨¢mara al hombro, y con ese prop¨®sito empez¨® a rodar con lo que ten¨ªa a mano. Desde el primer minuto Herzog huy¨® de ep¨ªtetos e injerencias, y pronto dej¨® claro que lo del "nuevo cine alem¨¢n" le interesaba m¨¢s bien poco, que al realizador s¨®lo le interesaban dos cosas: el cine y el propio Herzog.
Sus primeros filmes, Herakles (1962) y Spiel im Sand (1964), de corte netamente experimental, ya marcaban el camino que seguir¨ªa el realizador: un sendero sin vallar por el que el director no ha dudado en despe?arse cuando ha sido necesario. En ese sendero ha firmado cosas como Fata Morgana (1971), Fitzcarraldo (1982) o Grizzly Man (2005) y tocado todos los palos posibles. Adem¨¢s, ha tenido tiempo de protagonizar la leyenda negra que sigue envolviendo su relaci¨®n con el actor Klaus Kinski ("un d¨ªa me dijo que se iba en mitad de un rodaje, as¨ª que le asegur¨¦ que si se le ocurr¨ªa irse le disparar¨ªa. ?Que si lo hubiera hecho? Por supuesto") y de vestir uno de los proyectos m¨¢s delirantes de todos los tiempos: Werner Herzog eats his shoe (1980) del director estadounidense Les Blank. En el que el mismo Herzog se come -literalmente- sus zapatos despu¨¦s de cocinarlos. "Creo que todo adulto deber¨ªa comerse sus zapatos al menos una vez en la vida", afirma el realizador cuando se le pregunta al respecto. Sonr¨ªe, pero no hay en sus palabras ni un ¨¢pice de humor. Tampoco se inmuta cuando se menciona la leyenda (muy real al parecer) que habla de su lanzamiento, desnudo, a un campo de cactus. "Yo estaba trabajando en Even dwarfs started small [incluso los enanos empezaron peque?os] y hubo varios accidentes en el plat¨®, as¨ª que decid¨ª demostrar mi compromiso con el equipo y con los riesgos que estaban asumiendo por mi proyecto arroj¨¢ndome a un campo de cactus que estaba cerca del set. Hice que me construyeran una rampa para lanzarme... No fue para tanto. ?Y sabes lo mejor? Que las espinas de los cactus son absorbidas de forma natural por el cuerpo. Es algo incre¨ªble".
El alem¨¢n vuelve a estar de moda por su versi¨®n (remake lo han querido llamar algunos) de Teniente corrupto, aquel filme de culto que convirti¨® a Abel Ferrara en un t¨®tem cin¨¦filo. Al parecer los productores del mismo se quedaron con el t¨ªtulo en cuesti¨®n y le ofrecieron a Herzog la posibilidad de customizarse la pel¨ªcula a su gusto. Sin embargo, a Ferrara (conocido por ser m¨¢s vol¨¢til que la nitroglicerina) no le hizo ninguna gracia el asunto y la tom¨® con el teut¨®n. "Yo los meter¨ªa a todos en un coche y lo har¨ªa volar por los aires", lleg¨® a afirmar el realizador neoyorquino. "?Qui¨¦n es el tal Ferrara?", contest¨® Herzog.
Llegado a la Mostra, el alem¨¢n se muestra m¨¢s d¨®cil: "No dije nada para ofender a Ferrara, cuando dije que no hab¨ªa visto su pel¨ªcula estaba diciendo la verdad. Espero conocerle y que nos tomemos un whisky juntos para aclarar este malentendido. Yo he querido hacer una pel¨ªcula ciento por ciento personal e intent¨¦ de todas las formas posibles que los productores eliminaran el Teniente corrupto del t¨ªtulo, pero para ellos era importante mantenerlo. Por eso a?adimos Port of Call New Orleans al final, para demostrar que no est¨¢bamos reinterpretando la obra de nadie sino haciendo algo nuevo".
El reparto del filme lo encabeza Nicolas Cage (su actuaci¨®n ha sido calificada por algunos como "una variaci¨®n del jorobado de Notre Dame") acompa?ado por Eva Mendes. A Herzog no le asustaba en absoluto dirigir a un reparto estrellado ("los actores son actores. En el plat¨® no hay estatus que valga") al mismo tiempo que afirma que la aut¨¦ntica motivaci¨®n para el proyecto acab¨® siendo otra muy distinta: "Cuando se abri¨® la posibilidad de trabajar en Nueva Orleans no lo pens¨¦ ni un minuto, me encantaba la idea de trabajar all¨ª porque era el trasfondo perfecto para la historia que quer¨ªa contar. Ahora mismo es una ciudad aterradora y fascinante: un sitio dominado por la corrupci¨®n donde nadie se f¨ªa de la polic¨ªa y cada uno se construye su propia ley a medida. Trabajar all¨ª fue un regalo para m¨ª y para la pel¨ªcula".
Adem¨¢s, y para completar el retrato de un creador que de peque?o debi¨® caer en el caldero del excentricismo, se publica en Espa?a, Conquista de lo in¨²til (Blackie Books), los diarios que el propio Herzog escribi¨® durante el rodaje de Fitzcarraldo. Una apolog¨ªa de la locura que a punto estuvo de contagiar a sus responsables. "Estos textos no son un informe de rodaje -¨¦ste apenas se menciona-, y son un diario s¨®lo en el sentido m¨¢s amplio. Se trata de otra cosa: m¨¢s bien paisajes interiores, nacidos del delirio de la jungla. Pero tampoco de eso estoy seguro", advierte el director. A trav¨¦s de la prosa seca, rugosa y hasta cortante del alem¨¢n, el lector puede hacerse una idea de la complejidad de un tipo que parece re?ido con su propio ego: "Problemas de dinero. Mi p¨¢rpado izquierdo ha desarrollado un tic, y cuando no parpadea nerviosamente, cuelga como un peso muerto. He tenido que firmar una declaraci¨®n aceptando que en caso de que me tomasen como reh¨¦n no se negociar¨ªa mi liberaci¨®n, en los ¨²ltimos tiempos ha habido una cantidad inusitadamente elevada de asesinatos y conflictos violentos dentro de los muros de la prisi¨®n", cuenta el realizador.
Sus terribles peleas con Kinski, su decisi¨®n (avanzado ya el rodaje) de empezar a caminar descalzo ("como cualquiera que viva aqu¨ª un tiempo", afirma) y el proceso de degradaci¨®n f¨ªsica y mental que acompa?a al equipo a medida que se adentran en su propio infierno (curioso que el libro arranque en casa de Francis Ford Coppola, otro hombre acostumbrado a lidiar con demonios) ilustran un camino que parece maldito. Conquista de lo in¨²til y Teniente corrupto (cuyo t¨ªtulo en Espa?a parece que no incluir¨¢ la referencia a Nueva Orleans) dibujan un preciso (auto)retrato del realizador: capaz de incluir en una pel¨ªcula imposibles planos subjetivos, creando un intenso duelo interpretativo entre Nicolas Cage y una iguana; o bien encarnar el alma de un g¨¢nster en un bailar¨ªn de breakdance en pleno frenes¨ª. "Todo eso me lo invent¨¦ sobre la marcha, ni siquiera estaba en el gui¨®n", aclara Herzog. Al mismo tiempo, se las ingenia (a trav¨¦s de sus propias palabras) para trasladar al lector a una selva que es m¨¢s un recodo en la mente de un hombre que una ubicaci¨®n geogr¨¢fica concreta.
Uno puede intentar acercarse al alem¨¢n a trav¨¦s de su obra (ya sea visual o escrita) o renunciar a tratar de entenderle y limitarse a observar, como el que ve llover desde una ventana: sea como fuere es imposible permanecer indiferente. Cuando se habla de Werner Herzog -no nos enga?emos- todo acaba reduci¨¦ndose a eso.
Teniente corrupto se estrena el 8 de enero. Conquista de lo in¨²til. Traducci¨®n de Ariel Magnus. Blackie Books. Barcelona, 2010. 328 p¨¢ginas. 23 euros. Saldr¨¢ a la venta a finales de enero.
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