Poble Sec, peligro de xenofobia
Alerta ante algunos lanzamientos de objetos contra los inmigrantes en las calles - Grupos de vecinos colocan pancartas en las que piden dignidad para el barrio
Piedras, huevos e incluso botellas se han convertido en proyectiles en las ¨²ltimas semanas en Poble Sec de Barcelona. Especialmente en la calle de Blai, una de las arterias que vertebra el barrio. Se las tiran a j¨®venes, la mayor¨ªa dominicanos, que se pasan el d¨ªa -y la noche- reunidos dando voces en esa calle, especialmente en el cruce con Margarit. All¨ª varios balcones lucen pancartas, que como en el Raval, piden un barrio digno. Una vecina que la colg¨® en su balc¨®n narra que los proyectiles tambi¨¦n vuelan desde la calle. "Los vecinos quitaron la pancarta atemorizados porque les apedrearon el balc¨®n", explica.
El cruce de proyectiles supone la escalada de la tensi¨®n que se vive desde hace meses en un barrio habitualmente tranquilo y de ambiente familiar. Las reformas de la d¨¦cada de 1990, especialmente la peatonalizaci¨®n de la calle de Blai, y los 17 millones invertidos en los ¨²ltimos a?os en el marco de la Ley de Barrios, permiten decir a Amadeu Quintana, presidente de la Coordinadora d'Entitats, que Poble Sec se ha salvado de la degradaci¨®n y ha recuperado su orgullo de barrio. Pero sobre ¨¦l se cierne ahora la amenaza de "los vasos comunicantes" con el Raval, admite la edil del distrito de Sants-Montju?c, Imma Moraleda. Que el 28,5% de los 40.919 habitantes del barrio sea de origen extranjero "es un reto", admite el alcalde, Jordi Hereu. Y es que, adem¨¢s, muchos de ellos est¨¢n en el paro. Por eso, para limar asperezas, Moraleda ha convocado este mes a los vecinos a una mesa para la cnvivencia.
El Ayuntamiento convoca a los vecinos a una mesa para la convivencia
El 28,5% de los 40.000 habitantes del barrio es de origen extranjero
A esta cara de Poble Sec, de tensi¨®n larvada, se une la otra: la de un barrio donde acuden profesionales liberales, dise?adores o galeristas de arte, que se instalan por sus precios bajos. Por eso pudo alquilar un local aqu¨ª Elisenda Fern¨¢ndez, que hace poco abri¨® una tasca que recupera para clientes modernos el ambiente de las viejas y escasas bodegas de verm¨²s y montaditos, como la de Quimet, un cl¨¢sico. "En un par de a?os esto ser¨¢ un nuevo Born", afirma Fern¨¢ndez. Que esa predicci¨®n sea cierta, m¨¢s que la inseguridad, es lo que teme Jaume, que hace cinco a?os instal¨® su estudio de dise?o en el barrio y no duda en definir lo mejor de la zona: "Se come muy bien".
Ante ese futuro prometedor, algunos hablan del Soho m¨¢s que del Raval como modelo de barrio para Poble Sec. Pero sobre este futuro se cierne una nube de inseguridad, incivismo y xenofobia m¨¢s o menos pronunciada.
La droga, en cambio, ya no preocupa tanto en el barrio. Pas¨® la ¨¦poca en la que el autob¨²s 38, el c¨¦lebre yonquib¨²s, ten¨ªa en Poble Sec su ¨²ltima parada en la ciudad domesticada antes de partir rumbo a la salvaje y casi extinta barriada de Can Tunis. Los heroin¨®manos no han desaparecido del todo; muchos acuden a la narcosala de las atarazanas y pasan la noche al raso en el parque cercano de las Tres Chimeneas, al final de Poble Sec. Pero "no se meten con nadie; s¨®lo son un problema visual", explica Miquel Carrillo, responsable de seguridad de la Uni¨® de Ve?ns. Carrillo lamenta m¨¢s el menudeo de droga en el barrio. Pero Moraleda explica que la polic¨ªa no encuentra m¨¢s camellos que en otras zonas.
La inseguridad, en cambio, est¨¢ en boca de casi todos los vecinos. "Yo ya no llevo dinero encima", explica Pepi Gibernet, que lleva 52 de sus m¨¢s de 80 a?os en el barrio. Ataviada con su bat¨ªn, en una papeler¨ªa de la calle de Blai, Pepi encarna la familiaridad que a¨²n existe en Poble Sec, pero indica que los mayores cada vez se sienten m¨¢s desprotegidos. "Los roban cuando van a sacar la pensi¨®n del banco", explica la mujer. En efecto, los ladrones acechan a los jubilados a la salida de las entidades financieras, y la pr¨¢ctica es tan habitual que los Mossos han alertado a los pensionistas a trav¨¦s del peri¨®dico del barrio. "A una amiga m¨ªa le robaron cuando ¨ªbamos en el ascensor. Un hombre subi¨® y le arranc¨® el monedero", explica la octogenaria Maria Rosa Guilera.
Los comercios sufrieron en verano una ola de robos. En la joyer¨ªa de Maria Assumpci¨® Llamas entraron mediante la t¨¦cnica del butr¨®n. Pocos meses antes hab¨ªan robado en otra joyer¨ªa no muy alejada, la de Eligio Cruz. "Ahora nos sentimos m¨¢s seguros", dice este dominicano tras un cristal blindado. Ihsan Mirza tiene un locutorio, un kebab, una fruter¨ªa y una carnicer¨ªa en la misma calle, es vocal de la asociaci¨®n de comerciantes y corrobora la preocupaci¨®n en el gremio.
Muchos coinciden en que la polic¨ªa se deja ver m¨¢s ¨²ltimamente. Los agentes han atajado la inseguridad y el incivismo, la otra gran preocupaci¨®n vecinal. En efecto, las escasas pancartas que hay en el barrio se concentran en los puntos donde los j¨®venes que hacen botell¨®n mantienen en vela a los vecinos noches enteras, como en la calle Nou de la Rambla, junto a las discotecas Apolo y Plataforma, o en las esquinas donde se juntan grupos de inmigrantes, especialmente en la calle de Blai.
"Nosotros somos as¨ª, hablamos alto. Si tuvi¨¦semos trabajo no nos pasar¨ªamos el d¨ªa aqu¨ª. Pero sin trabajo, ?d¨®nde podemos estar mejor que en la calle?", se justifica ?ngel Luis Mart¨ªnez, de Santo Domingo, que tiene 25 a?os, dos hijos y lleva cuatro meses en paro. Junto a ¨¦l est¨¢ Carlos Alfredo M¨¦ndez, dominicano de 19 a?os. Vive en Universitat, pero acude a Poble Sec porque all¨ª es donde se concentra una de las grandes colonias de dominicanos en la ciudad.
Sus juergas caldean los ¨¢nimos de muchos vecinos. Y el "miedo a la diferencia" de algunos, como lo denomina la concejal Moraleda, hace el resto. "Detr¨¢s de las pancartas hay, a veces, racismo. Se fijan en los dominicanos por el color de su piel", opina Amadeu Quintana, de la coordinadora. "Nos llaman negros de mierda, y eso s¨ª que no", se quejan los dominicanos en la calle.
"No hemos de diferenciar entre gente de fuera y de aqu¨ª. Todos son ciudadanos, y como tales hay que exig¨ªrseles que cumplan con sus obligaciones", modera Miquel Carillo, de la Uni¨®, sabedor de que la coordinadora recela de su iniciativa de las pancartas. Uni¨® y Coordinadora est¨¢n enfrentadas. "Nuestro barrio ya es digno", critica Quintana ante la colocaci¨®n de pancartas. "?A qui¨¦n puede molestar que se pida dignidad?", responde Carrillo. Mientras, la identificaci¨®n entre delincuencia e inmigraci¨®n se extiende. Eso teme Moraleda: "Hay problemas de convivencia, pero hay que separar eso de los inmigrantes", explica. La mesa, que empieza a funcionar en enero, tratar¨¢ de atajar, entre otras cosas, esa identificaci¨®n.
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