Punk y rock junto a las l¨¢pidas
El Colectivo Drag¨®n celebra una fiesta de fin de a?o en un caser¨®n 'okupado' situado al lado del cementerio de la Almudena
![Pablo Le¨®n](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2F8ae5587a-c3dc-42b6-8b22-f2243afbe7e7.png?auth=48f51d050e378a2bd68d5203dd711ac6f6f7b8dff86cc1fe2d0df75e4e35d542&width=100&height=100&smart=true)
"?Oye, esta noche hay fiesta aqu¨ª?", pregunta un joven en un aparcamiento poco iluminado junto al cementerio de la Almudena. No hace ni una hora que en la Puerta del Sol miles de personas han despedido la primera d¨¦cada del siglo XXI y en el barrio de La Elipa un grupo de chavales espera junto a la puerta de un antiguo caser¨®n iluminado, situado en la avenida de Daroca, 90. A la 1.30 comienza all¨ª "una fiesta diferente y barata", aseguraba uno.
El plan: m¨²sica en directo, ska, punk, rock y horteradas, explica el cartel de la convocatoria. Entrada: "Cinco pavos" que incluye desayuno en el espacio social okupado El Drag¨®n. "Es la primera vez que vengo. Nos ha convencido ese amigo del gorrito", dice Jenny Mart¨ªnez, de 23 a?os, en la entrada del caser¨®n mientras se?ala a su colega.
Crestas, vaqueros y camisetas marcan el estilo, pero tambi¨¦n hay vestidos y trajes
Los asistentes son rockeros del barrio, antisistema, 'hippies' y modernos
Frente a las calles iluminadas de la ciudad y el tumulto del centro, en la entrada principal del cementerio la luz es tenue y hay poco ruido. Llega la hora marcada y, puntuales, se abren las puertas del viejo caser¨®n.
La planta baja del edificio es perfecta para la fiesta, aunque el inmueble cuenta con cuatro pisos donde se desarrollan todo tipo de actividades, talleres, mercadillos o campa?a a favor de la saharui Aminetu Haidar. Hace un a?o, cuando el Colectivo Drag¨®n ocup¨® el espacio, el lugar estaba abandonado y lleno de restos de la madera de las ventanas, cristales, condones y escombros. Ahora est¨¢ limpio tiene un ba?o y la actividad regresa poco a poco.
Los vaqueros y las camisetas marcan la etiqueta de la fiesta, junto con crestas, de las de verdad y de las de mentira. Tambi¨¦n hay algunos que respetan el protocolo y se han vestido con tacones o se han calado un traje. "Es que esta noche yo me arreglo y si al final venimos a la fiesta okupa, pues no me voy a cambiar", explica David Mu?oz, de 24 a?os, mientras uno de sus colegas se mofa de su corbata. De fondo suena una canci¨®n de Celtas Cortos.
"?Aforo completo!", exclama un chico en la puerta. Desde hace dos horas no deja de llegar gente y los rezagados tienen que esperar a la intemperie. Aunque el viento g¨¦lido resopla, algunos de los que esperan, como Paloma Bermejo, de 36 a?os y "del barrio de toda la vida", no se impacientan porque "entre la luna, el cementerio y la m¨²sica de dentro la sensaci¨®n es incre¨ªble".
En ese momento, en el interior de la casa domina el funky de Funkolate, que est¨¢ tocando en directo. El grupo canta en ingl¨¦s, aunque es de Rivas, y con sus temas y versiones -la de Los cazafantasmas marc¨® un hito en la noche- hace que la sala baile al un¨ªsono. "Aqu¨ª hay un poco de todo, pero en plan de izquierdas", dice Irene, de 22 a?os, sin dejar de moverse. Ha llegado con su grupo de amigos desde el instituto.
Rockeros del barrio, j¨®venes antisistema, punkis, hippies, modernos y colegas cansados de las t¨ªpicas fiestas "en las que te dejas un past¨®n" se sirven una copa, en vaso de pl¨¢stico, como si estuvieran de botell¨®n. Otra diferencia con las celebraciones mainstream (a la moda establecida) es que aqu¨ª la barra libre te la puedes traer t¨² sin tener que esconder la botella en el abrigo para entrar.
La finalidad de la cita es pasarlo bien, hacer algo diferente y destinar el dinero obtenido a "gastos judiciales". Uno de los litigios de la asociaci¨®n es el que mantiene con la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, titular del edificio. La sociedad pidi¨® el desalojo ante el juez en noviembre de 2008, justo despu¨¦s de la ocupaci¨®n.
Avanza la noche y la tradici¨®n manda. Como anunciaba el cartel, las horteradas comienzan a dominar en el equipo. Y por muy antisistema o alternativo, los invitados de Daroca, 90 no pueden evitar dejarse llevar por el ritmo de Rafaela, las Spice Girls o Los Chichos. Los cl¨¢sicos nunca fallan y son lo mejor para que la fiesta dure toda la madrugada. Por algo es Nochevieja. "El a?o pasado nos quedamos hasta las tres de la tarde por aqu¨ª", asegura Mario.
Cuando abrieron, el Colectivo Drag¨®n quer¨ªa llenar de vida un espacio muerto, un edificio olvidado y abandonado. Esta Nochevieja lo han conseguido: han despedido el a?o por todo lo alto desde la entrada al cementerio de la Almudena.
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