Antonio Beristain, un cura con plaza en mi coraz¨®n
No ha habido muchos curas con plaza de aparcamiento en mi coraz¨®n: creo que a¨²n menos que novias, que ya es decir. Quiz¨¢ el que me ha merecido m¨¢s largo y constante afecto fue Antonio Beristain, que acaba de morir en San Sebasti¨¢n a los 85 a?os. Beristain fue sacerdote jesuita, catedr¨¢tico de Derecho Penal y fundador (en los ¨²ltimos tiempos director honorario) del Instituto Vasco de Criminolog¨ªa. Se preocup¨® especialmente -y antes que nadie- de la consideraci¨®n que merecen las v¨ªctimas en el tratamiento de los delitos, una rama acad¨¦mica que ¨¦l llam¨® "victimolog¨ªa" y de la cual existen ahora c¨¢tedras que llevan su nombre en la Universidad Carlos III de Madrid y en la de Murcia. Sobre estos temas public¨® numerosos estudios eruditos y apasionados, como ¨¦l mismo.
Pero para nosotros, los que participamos en movimientos c¨ªvicos como Gesto por la Paz o Basta Ya, fue mucho m¨¢s. Nunca falt¨® a una concentraci¨®n en la plaza Guip¨²zcoa tras un atentado, ni a una manifestaci¨®n contra ETA y a favor de la Constituci¨®n. En la ¨¦poca en que los curas vascos se negaban a celebrar misas por las v¨ªctimas del terrorismo o las despachaban de un modo tan as¨¦ptico que siempre quedaba la duda de si se lo ten¨ªan merecido, Beristain defendi¨® incluso ante quienes no somos creyentes el honor del altar, como antes que ¨¦l hicieron otros en ¨¦pocas de persecuci¨®n totalitaria. Esta actitud no le gan¨® popularidad ante sus superiores: un art¨ªculo cr¨ªtico con la actitud del obispo Seti¨¦n se sald¨® con una reprimenda de su provincial y la prohibici¨®n de volver a escribir en la prensa. Son cosas que deben ser recordadas por la feligres¨ªa cat¨®lica (entre la que obviamente no me cuento), ahora que tanto se habla de obispos "conservadores" y "bofetadas" a la l¨ªnea pastoral de la Iglesia vasca.
Estuve con ¨¦l en la c¨¢rcel de Martutene, para hablar de cuestiones morales a los reclusos (a fin de cuentas yo tambi¨¦n fui alguna vez uno de ellos, qu¨¦ caramba) y varias veces en Villa Soroa, en el Instituto por ¨¦l dirigido. Sol¨ªamos re¨ªrnos juntos. Era un hombre bueno y liberal, lo contrario de un integrista, un dogm¨¢tico o un inquisidor. Obtuvo reconocimientos internacionales por su trabajo y tambi¨¦n premios de las asociaciones de v¨ªctimas, el ¨²ltimo este mismo a?o, de la fundaci¨®n Gregorio Ord¨®?ez. Pero, que yo sepa, ninguno de las instituciones vascas: nada de premios Euskadi, ni tambores de purpurina, ni medallas c¨ªvicas. Claro que como no fue cocinero era dif¨ªcil que aspirase a m¨¢s. Borges tiene un poema, titulado Los justos, en el que habla de un pu?ado escaso de hombres a los que nadie conoce ni reconoce pero cuya rectitud salva al mundo. Me alegra haber sido amigo de uno de ellos. Que la tierra te sea leve y el cielo divertido, querido Antonio.
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