Presa en su propia casa
La lenta recuperaci¨®n de la activista Haidar tras su huelga de hambre en Lanzarote
A Aminetu Haidar le gusta madrugar. Cada d¨ªa se levanta sobre las seis y media y da un peque?o paseo de diez minutos dentro de la casa. Despu¨¦s de que sus hijos Hayat (15 a?os) y Mohamed (13) se hayan ido al colegio, ella se sienta para tomarse una manzanilla. Luego, se pone a leer los peri¨®dicos marroqu¨ªes y la prensa internacional por Internet, revisar su correo electr¨®nico y ver los informativos en televisi¨®n. De momento, pasa la mayor parte del tiempo recostada en la cama y come poco, muy poco, pero su m¨¦dico dice que es normal, que su maltrecho organismo a¨²n tardar¨¢ un mes m¨¢s en recuperarse del todo. Despu¨¦s del almuerzo, casi siempre algo de sopa de verduras o pur¨¦, y en los ¨²ltimos d¨ªas una m¨ªnima cantidad de carne o pescado, da un segundo paseo de diez minutos y antes de acostarse, otro m¨¢s.
Desde que regres¨® a El Aai¨²n, s¨®lo ha salido una vez de su domicilio para ir a un ba?o turco, en el que pas¨® dos horas
"Vosotros, que me alojasteis en mi refugio, me hab¨¦is dado razones para la firmeza", escribe a quienes le apoyaron
?sta es toda la actividad cotidiana que se puede permitir la activista Aminetu Haidar quince d¨ªas despu¨¦s de haber puesto fin a la huelga de hambre que protagoniz¨® en el aeropuerto de Lanzarote durante 32 largos d¨ªas en protesta por su expulsi¨®n ilegal de El Aai¨²n. Tras intensas negociaciones en las que participaron Estados Unidos, Francia, Espa?a y Marruecos, la activista fue finalmente devuelta a casa, adonde lleg¨® el pasado 17 de diciembre por la noche.
Mantener el equilibrio a¨²n le cuesta. Tras un ayuno tan prolongado, todav¨ªa se marea si permanece mucho tiempo de pie. Una prima pasa el d¨ªa con ella, sobre todo despu¨¦s de que su madre, Darya Mohamed Fadel, de 57 a?os, haya decidido irse a otra casa para superar el ligero resfriado que padece. Temen que se lo pueda contagiar a una d¨¦bil Aminetu. Tambi¨¦n la visitan un enfermero saharaui de su plena confianza y sus hermanos Ahamed, Asma, Laila y Fatimetu. El resto de parientes y amigos denuncia que la polic¨ªa no les permite acercarse por all¨ª y la mayor¨ªa ya ni siquiera se atreve a intentarlo.
Adem¨¢s de los mareos y ligeros desvanecimientos, sufre problemas estomacales. Siempre fue de tensi¨®n baja, pero ahora la tiene por los suelos. Esto tambi¨¦n es normal y se ir¨¢ recuperando a medida que vuelva a una dieta convencional. Y est¨¢ en el camino. Durante las primeras 48 horas, tras regresar a El Aai¨²n, comenz¨® tomando un suero con glucosa y sales minerales y varias cucharaditas de compota de frutas al d¨ªa para que su cuerpo no rechazara la alimentaci¨®n. Luego, poco a poco, a medida que lo iba tolerando, aparecieron el pur¨¦ y la sopa y, en los ¨²ltimos d¨ªas, pasta, pescado y hasta un poco de carne. Totalmente prohibidos los l¨¢cteos y las grasas.
El principal peligro de volver a comer despu¨¦s de tanto tiempo sin hacerlo es que se produzca una hipersecreci¨®n de ¨¢cidos en el est¨®mago. Para evitarlo, desde el principio est¨¢ tomando un medicamento que inhibe estos ¨¢cidos y otro para favorecer el proceso digestivo. El m¨¦dico lanzarote?o Domingo de Guzm¨¢n P¨¦rez, quien la acompa?¨® en el vuelo hasta El Aai¨²n y permaneci¨® junto a Haidar el primer fin de semana, habla con ella por tel¨¦fono varias veces al d¨ªa si es necesario. "Su intestino estaba en unas condiciones muy especiales y hab¨ªa que ser muy prudente para no provocar una reacci¨®n imprevisible, sobre todo en una paciente con una ¨²lcera p¨¦ptica y hemorragia digestiva. A¨²n es pronto, no sabemos si le quedar¨¢ alguna huella, pero se est¨¢ recuperando bien", asegura el doctor. El peso tampoco volver¨¢ a la normalidad hasta que pasen varios meses.
Su casa se encuentra en el barrio de Zemla, la antigua Casas de Piedra. De momento, s¨®lo en una ocasi¨®n se ha atrevido a salir de ella. Ocurri¨® esta misma semana. Su prima la llev¨® en coche hasta un ba?o turco que est¨¢ a unos 300 metros de la vivienda, donde permaneci¨® durante dos horas. Sin embargo, varios polic¨ªas hostigaron a su acompa?ante mientras la esperaba en el veh¨ªculo y le ordenaron que avisara cada vez que Aminetu fuera a salir si no quer¨ªa tener problemas. Ahora est¨¢n nerviosas. No saben cu¨¢ndo las van a dejar en paz.
Y es que en el exterior, decenas de agentes controlan todos los movimientos. Las tres calles que llegan hasta all¨ª est¨¢n bloqueadas por las Fuerzas Auxiliares y la Polic¨ªa, pero sobre todo est¨¢n atestadas de confidentes y agentes de paisano que s¨®lo permiten el paso a su calle a los vecinos y familiares muy cercanos a Haidar. El resto, no est¨¢n autorizados. Seg¨²n cuenta Hamed Hmad, otro activista de Derechos Humanos, "hay comercios pr¨®ximos a la casa que han tenido que cerrar sus puertas porque estos d¨ªas no hay ninguna persona que vaya hasta all¨ª para comprar nada. Nadie protesta, ?a qui¨¦n van a ir a quejarse?", se pregunta.
Sus compa?eros de las asociaciones saharauis, sus amigos, los cientos de compatriotas que quieren ir a verla para mostrarle su apoyo y respeto, nadie puede pasar. Bachir Azman, compa?ero y tambi¨¦n desaparecido durante a?os en las c¨¢rceles marroqu¨ªes como Haidar, asegura que la activista "est¨¢ como presa en su propia casa".
Eso s¨ª, mantiene su fortaleza mental. Quienes la rodean estos d¨ªas aseguran que el apoyo recibido por parte de la sociedad civil espa?ola y de las instituciones internacionales durante el mes que pas¨® en el aeropuerto de Lanzarote no han hecho sino darle fuerzas. "Gracias a eso pudo soportar tanto sufrimiento", aseguran. Hace pocos d¨ªas escribi¨® en su ordenador una carta de agradecimiento a todos ellos. "Vosotros, que me alojasteis en mi refugio y me acogisteis en mi adversidad, me hab¨¦is dado las razones para la firmeza, fortalecisteis en m¨ª la esperanza de la constancia y en ning¨²n momento sent¨ª que sufr¨ªa sola", les dijo Haidar.
Una de sus mejores amigas, Ghalia El Djimi, tambi¨¦n defensora de los Derechos Humanos, se desplaz¨® esta semana hasta Rabat para interesarse por el estado de salud de Dagja Lachgar, encarcelada en la prisi¨®n de Sal¨¦ y de quien sus familiares cuentan que est¨¢ perdiendo la raz¨®n a causa del aislamiento al que se ve sometida en prisi¨®n. La propia Haidar ha expresado su preocupaci¨®n por Lachgar. Sabe que ella y sus seis compa?eros de infortunio, que se enfrentan a toda la dureza de un tribunal militar, son quienes merecen ahora toda la atenci¨®n y todos los esfuerzos por intentar atraer de nuevo el inter¨¦s del mundo. "Para que 2010 sea el a?o de la justicia internacional", dice Aminetu, ya convertida en un s¨ªmbolo, mientras se recupera lentamente en su casa del humilde barrio saharaui de Zemla, rodeada de polic¨ªas, de los estragos causados en su cuerpo por aquellos 32 d¨ªas que pas¨® sin comer en el aeropuerto de Lanzarote.
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