Arsenales al sur del r¨ªo Bravo
El alarmante rearme de Am¨¦rica Latina hace que los pa¨ªses vecinos se miren con desconfianza. ?Qui¨¦n llegar¨¢ m¨¢s lejos?
Lejos de avanzar en los procesos de integraci¨®n regional, Am¨¦rica Latina compra armas masivamente desde que las exportaciones de materias primas de a?os atr¨¢s permitieron a sus Gobiernos disponer de dinero para modernizar los arsenales. El petr¨®leo venezolano, el cobre chileno y el grano brasile?o han financiado, en buena medida, los misiles rusos adquiridos por Hugo Ch¨¢vez, los F-16 estadounidenses de Chile o los submarinos de guerra encargados por Brasilia a Francia. La renovada asociaci¨®n militar de Colombia y Estados Unidos, paralela al alineamiento de Venezuela con Ir¨¢n y Rusia, certifica el naufragio de las pol¨ªticas de convergencia regional aplicadas en la d¨¦cada de los noventa.
Venezuela compra a Rusia misiles de largo alcance y fusiles; Brasil a Francia, aviones de combate y submarinos
El actual rearme, que coincide con un periodo de desconfianza vecinal y el blindaje militar de las fronteras, es tan cierto como el fracaso de las organizaciones dise?adas en los a?os ochenta para agrupar proyectos e impulsar el comercio de naciones todav¨ªa sumidas en la pobreza, el analfabetismo, la debilidad institucional. A juzgar por sus resultados, el ?rea de Libre Comercio (ALCA) parece haber naufragado, Venezuela abandon¨® la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador, Per¨²), y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) incumple los objetivos liberalizadores concebidos por sus fundadores.
Al tiempo que prosperan los gastos en Defensa, que treparon de los 19.700 millones de euros en 2003 a los 26.800 millones de 2008, seg¨²n el Instituto de Investigaci¨®n de Estocolmo para la Paz Internacional, queda por ver la operatividad y vigencia del ¨²ltimo intento de integraci¨®n: la Uni¨®n de Naciones Suramericanas (Unasur), formada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Per¨², Surinam, Uruguay y Venezuela. El grupo fue instituido el pasado a?o en Brasilia para construir un espacio de integraci¨®n cultural, social, econ¨®mico y pol¨ªtico.
Seg¨²n el investigador colombiano Rom¨¢n Ortiz, la cuesti¨®n clave no es cu¨¢nto gasta un pa¨ªs en defensa o qu¨¦ material acumula, sino qui¨¦n tiene las armas y para qu¨¦ las quiere. "En otras palabras, sin perder de vista las capacidades b¨¦licas de un Gobierno, el factor determinante para considerarlo una amenaza tiene que ver con sus intenciones pol¨ªticas y estrat¨¦gicas", subraya el analista de Infolatam. "Es muy distinto un submarino o un cazabombardero en manos de pa¨ªses perfectamente democr¨¢ticos como Chile o Brasil que al servicio de un proyecto ideol¨®gico expansionista como el impulsado por Venezuela".
Independientemente de la ret¨®rica de sus pol¨ªticos sobre la integraci¨®n, Am¨¦rica Latina parece actuar impelida por la coyuntura y el sesgo de los ¨²ltimos cambios gubernamentales. El m¨¢s determinante, creador de escuela y activismo, fue el de Hugo Ch¨¢vez en 1989. Sus compras de armas a Rusia en el ¨²ltimo quinquenio, desde misiles con un alcance de 300 kil¨®metros a helic¨®pteros y cazas hasta fusiles de asalto y carros de combate, rondan los 3. 300 millones de euros. Invocando la modernizaci¨®n de sus armeros y la protecci¨®n de las riquezas amaz¨®nicas, Brasil comprar¨¢ a Francia 36 aviones de combate, cinco submarinos, uno de propulsi¨®n nuclear, entre otro equipamiento, por unos 9.000 millones de euros.
Chile gastar¨¢ casi 2.800 millones de euros en la compra de varias escuadrillas de F-16 norteamericanos, artiller¨ªa de largo alcance y radares, mientras el vecino Per¨², que guerre¨® con los chilenos en el pasado, limit¨® sus gastos militares a poco m¨¢s de 670 millones de euros. Bolivia tambi¨¦n ense?a los dientes con una l¨ªnea de cr¨¦dito de 68 millones de euros para armarse en Rusia. No obstante, la multiplicada capacidad de fuego de Venezuela y el acuerdo de Bogot¨¢ con Washington, que permite a los marines el acceso a siete bases militares en Colombia, son las espoletas m¨¢s alarmantes de la nueva situaci¨®n.
El argentino Dante Caputo, secretario para Asuntos Pol¨ªticos de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), lamenta que compras tan significativas no sean motivo de discusi¨®n en los foros regionales: "No se habla. Es uno de los temas tab¨²es". Y no se discute habiendo sido Am¨¦rica Latina unas de las naciones precursoras en promover las agendas de desarme. "El hecho de que nos encontremos ahora en una situaci¨®n donde hay m¨¢s armamento nos preocupa", agreg¨® Patricia Espinosa, canciller de M¨¦xico.
Los presupuestos militares latinoamericanos aumentaron a un ritmo mayor que en el resto del mundo, pero no todos gastan igual, pues Argentina redujo sus partidas hasta situarlas en 2.000 millones de d¨®lares el pasado a?o. Es necesario, sin embargo, distinguir entre las apuestas defensivas y las sospechosas de nacer con intenciones desestabilizadoras. En Am¨¦rica Latina conviven las dos, seg¨²n los analistas. Colombia es el segundo pa¨ªs en gasto militar, el 3,9% del PIB, orientado a la derrota del narcotr¨¢fico y de las guerrillas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), alzadas contra el Estado desde hace casi medio siglo y financiadas por la extorsi¨®n y el narcotr¨¢fico.
Pero la maquinaria colombiana, independientemente del paraguas norteamericano, tiene "escasa capacidad para desarrollar operaciones convencionales contra los ej¨¦rcitos vecinos", seg¨²n Rom¨¢n Ortiz. La situaci¨®n opuesta es la venezolana pese a que Ch¨¢vez reitere que no quiere invadir ni agredir. "No quisiera gastar un centavo en armas, pero Estados Unidos nos obligaba ello", afirm¨® en agosto el ex teniente coronel. Venezuela ha invertido en cazabombarderos SU-30, helic¨®pteros de ataque Mi-35 y carros de combate T-80, entre otra tecnolog¨ªa de guerra, y abre f¨¢bricas con patente rusa, para imponerse al m¨²sculo b¨¦lico de sus vecinos.
La costos¨ªsima renovaci¨®n de arsenales al sur del r¨ªo Bravo se produce en pa¨ªses asolados por las lacras del subdesarrollo, las pandemias, la desnutrici¨®n y la delincuencia. Ocurre en naciones de precaria cimentaci¨®n institucional, y aparentemente abocadas a la perpetuaci¨®n de un vicio fundacional: el insuficiente sentido de Estado de su clase pol¨ªtica. El hambre de muchos perpet¨²a el poder de unos pocos en Am¨¦rica Latina, y "ning¨²n logro parece ser definitivo", seg¨²n el resumen de ?scar Arias, Nobel de la Paz en 1987. "En lugar de discutir de cooperaci¨®n entre nuestras naciones, nos desgastamos discutiendo una y otra vez sobre la adhesi¨®n a ideolog¨ªas ya superadas hace tiempo". Sobre armas, no se habla: se compran y punto. -
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