La nueva d¨¦cada exige un idealismo realista
Un atentado terrorista fallido no debe hacernos recaer en las fantas¨ªas simplistas. La cooperaci¨®n estrat¨¦gica entre las viejas y las nuevas potencias es la prioridad de la d¨¦cada que ahora comienza.
Un terrorista islamista detenido cuando trataba de hacer estallar un avi¨®n sobre Detroit crea un destello de falsa claridad. La d¨¦cada pod¨ªa haber terminado con otro 11-S. ?Ten¨ªa raz¨®n George W. Bush despu¨¦s de todo? ?La "guerra contra el terror" es la lucha decisiva de nuestra ¨¦poca?
En ese caso, ?qu¨¦ hay del cambio clim¨¢tico? ?Y del hecho de que m¨¢s de mil millones de seres humanos tienen que vivir con menos de un d¨®lar al d¨ªa? Y de la proliferaci¨®n nuclear; y la amenaza de una pandemia mundial; y la crisis del capitalismo globalizado. Para no hablar del viejo peligro de toda la vida de una guerra entre Estados, que siempre aumenta cuando las potencias emergentes se disputan su puesto con las establecidas.
Hay riesgos, amenazas y desaf¨ªos que s¨®lo pueden abordarse desde la colaboraci¨®n internacional
M¨¢s que un mundo multipolar tenemos un mundo sin polos
Cuando las voces de los vendedores de The Big Issue -El Gran Tema-, una revista brit¨¢nica de cuyas ventas se obtiene dinero para los sin techo, me asaltan en las esquinas con gritos de "?El gran tema! ?El gran tema!", yo quiero responder "S¨ª, pero ?cu¨¢l?". El terrorismo islamista es uno de los grandes temas. Va a ser necesaria una lucha prolongada para reducir esa amenaza a un m¨ªnimo soportable, y habr¨¢ que conducir esa lucha con m¨¢s habilidad de lo que se ha hecho en los ¨²ltimos 10 a?os. Pero el problema de la d¨¦cada que ahora comienza es que ya existen otras amenazas inmensas contra las libertades y el modo de vida que disfruta la mayor¨ªa -no todos- de los que viven en las democracias liberales desarrolladas. Y eso, cuando la d¨¦cada no ha empezado todav¨ªa.
No obstante, existe una pauta com¨²n a la mayor parte de estas grandes cuestiones que quiz¨¢ acabe siendo la verdadera gran cuesti¨®n. Cada vez nos enfrentamos a m¨¢s riesgos, amenazas y desaf¨ªos que afectan a las personas de un pa¨ªs pero tienen su origen sobre todo o completamente en otro, y que s¨®lo pueden abordarse mediante la colaboraci¨®n internacional.
Es lo que sucede con la crisis financiera, el crimen organizado, la migraci¨®n de masas, el calentamiento global, las pandemias y el terrorismo internacional, por no mencionar m¨¢s que unos cuantos. La necesidad de cooperaci¨®n internacional es mayor que nunca, pero la oferta no ha estado a la altura de la demanda. En algunas ¨¢reas, contamos con m¨¢s cooperaci¨®n internacional que hace 10 o 20 a?os. Ahora bien, en varios aspectos importantes, esa cooperaci¨®n se ha vuelto cada vez m¨¢s dif¨ªcil.
Uno de los principales motivos de la dificultad es que el poder se ha difuminado, tanto vertical como horizontalmente. He hablado de "pa¨ªses" y de cooperaci¨®n "internacional", pero el poder de los Gobiernos nacionales est¨¢ cada vez m¨¢s restringido por empresas multinacionales, bancos, mercados, medios de comunicaci¨®n, organizaciones no gubernamentales e intercambios de informaci¨®n, por las organizaciones internacionales-que, en teor¨ªa, est¨¢n por encima de los Gobiernos- y por las regiones (incluidas las naciones pertenecientes a Estados), provincias y ciudades que te¨®ricamente est¨¢n por debajo. Adem¨¢s de esa dispersi¨®n vertical, est¨¢ la horizontal: de Norte y Occidente hacia Sur y Oriente, con la aparici¨®n de nuevas (o viejas y nuevas) grandes potencias que compiten con Estados Unidos, Europa y Rusia. El ascenso de China es el dato m¨¢s importante, y ser¨¢ crucial en estos a?os, pero est¨¢n tambi¨¦n India, Brasil, Sur¨¢frica y otros.
Ninguna de estas cosas se refleja todav¨ªa como es debido en las modalidades de pertenencia a las organizaciones internacionales posteriores a 1945: ni en la incorporaci¨®n permanente al Consejo de Seguridad de la ONU ni en el derecho al voto en el FMI. Hist¨®ricamente, los grandes cambios en las relaciones de poder entre los Estados han ido acompa?ados de una guerra. Al releer el libro de Samuel Huntington El choque de civilizaciones y la reconfiguraci¨®n del orden mundial, publicado por primera vez en 1996, recuerdo que ¨¦l imaginaba una guerra entre China y Estados Unidos que iba a producirse en... 2010. Las cosas no han llegado todav¨ªa hasta ese punto, pero, en los pr¨®ximos decenios, el mero hecho de evitar una gran guerra, ya sea entre China y Estados Unidos o dentro de Asia, exigir¨¢ un esfuerzo consciente y una habilidad pol¨ªtica de primera categor¨ªa. Esta era de problemas transnacionales no s¨®lo requiere que los Estados no luchen unos contra otros, sino que cooperen activamente entre s¨ª como no lo han hecho jam¨¢s.
En el a?o 2000, Estados Unidos todav¨ªa habr¨ªa podido tomar una iniciativa decisiva, pero desperdici¨® una inmensa oportunidad en los ocho a?os del presidente Bush. El experto estadounidense en pol¨ªtica exterior Richard Haas, miembro de la Administraci¨®n de Bush en los primeros a?os, lo llama "una d¨¦cada de distracci¨®n estrat¨¦gica". Ahora Barack Obama est¨¢ tratando de arreglar las cosas, pero quiz¨¢s es demasiado tarde. Es posible que los historiadores digan: Bush podr¨ªa haberlo hecho, pero no quiso; Obama habr¨ªa querido, pero no pudo.
En el final de la d¨¦cada, la cumbre de Copenhague sobre el cambio clim¨¢tico fue una estampa perfecta de este mundo de problemas mundiales sin un gobierno mundial.
En teor¨ªa, los casi 200 Estados de la llamada "comunidad internacional" iban a sellar, bajo los auspicios de la ONU, un acuerdo internacional legalmente vinculante para abordar el reto m¨¢s claramente global de nuestra ¨¦poca. En la pr¨¢ctica, a las siete de la tarde del ¨²ltimo d¨ªa, el presidente estadounidense irrumpi¨® en lo que parece que era una "reuni¨®n imprevista" entre el primer ministro chino Wen Jiaobao y los l¨ªderes de India, Brasil y Sur¨¢frica, y pregunt¨®: "Se?or primer ministro, ?est¨¢ listo para verme?". Entonces, los cinco participantes -Estados Unidos, China, India, Brasil y Sur¨¢frica- elaboraron una d¨¦bil declaraci¨®n pol¨ªtica de intenciones a la que el pleno se sum¨® posteriormente y con protestas.
En esa crucial reuni¨®n, Europa no estaba presente. Los l¨ªderes europeos aparecieron fotografiados, desconsolados, en torno a una mesa baja con Obama, con aspecto de ser el equipo perdedor en una competici¨®n de bar.
Al empezar 2010, pues, m¨¢s que un mundo multipolar, tenemos un mundo sin polos. Internet y otras formas de comunicaci¨®n instant¨¢nea de ¨¢mbito mundial ofrecen unas posibilidades sin precedentes de llevar a cabo campa?as internacionales sobre temas concretos, pero eso no sustituye lo que en la jerga se denomina la gobernanza mundial. La clave, incluso dentro de las organizaciones internacionales, sigue estando en los Gobiernos. Pese a la proliferaci¨®n de actores no estatales, seguimos viviendo en un mundo de Estados; y me atrevo a decir que seguiremos haci¨¦ndolo en 2020. La UE es la excepci¨®n que confirma la regla; y, al final, ella tampoco puede hacer m¨¢s que lo que le permiten los Gobiernos de sus Estados miembros.
Hay algunas iniciativas que podemos tomar directamente como ciudadanos. La campa?a "10:10", para reducir nuestra propia huella de carbono en un 10% antes de que acabe 2010 es un buen ejemplo. Ahora bien, desde un punto de vista racional, el principal objetivo del activismo pol¨ªtico deben seguir siendo los Gobiernos. Aparte de lo que nuestros propios Gobiernos hagan en nuestros propios pa¨ªses, los fundamentales seguir¨¢n siendo los m¨¢s poderosos. Es la pura realidad.
Seg¨²n las mejores proyecciones, para 2020, Estados Unidos, China y la Uni¨®n Europea producir¨¢n alrededor de la mitad del PIB del mundo. Aunque, en alguno de los grandes temas, este "G-3" tuviera una postura com¨²n, junto con algunas de las otras grandes potencias, como Rusia, India, Brasil y Sur¨¢frica, eso no ser¨ªa suficiente. Todav¨ªa habr¨ªa que recurrir, tal vez a trav¨¦s del G-20, a una coalici¨®n internacional lo m¨¢s amplia posible, a ser posible bajo los auspicios de la ONU. No obstante, ¨¦se ser¨ªa un muy buen comienzo. La construcci¨®n de ese tipo de coaliciones estrat¨¦gicas de pa¨ªses con buena voluntad y capacidad de actuar, unas coaliciones que var¨ªen seg¨²n los problemas, ser¨¢ la formidable tarea que aguarda al idealismo realista en estos pr¨®ximos a?os.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos, ocupa la c¨¢tedra Isaiah Berlin en St. Antony's College, Oxford, y es profesor titular de la Hoover Institution, Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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