La contradicci¨®n del poeta

En el poema-dedicatoria que da inicio a su libro Moralidades, Jaime Gil de Biedma escrib¨ªa: "(...) a vosotros pecadores como yo, que me averg¨¹enzo de los palos que no me han dado, se?oritos de nacimiento por mala conciencia, escritores de poes¨ªa social, dedico tambi¨¦n un recuerdo...". Unas palabras que definen la contradictoria personalidad de un poeta que dedic¨® la mayor¨ªa de su vida a trabajar como ejecutivo en una empresa; de un escritor al que le gustaba m¨¢s leer que escribir; de un homosexual que se enamor¨® de una mujer; de un hijo de familia acomodada e ilustrada al que le gustaba introducirse en la lujuria sexual de barrio bajo; de un amante de la vida sometido a experiencias ¨ªntimas autodestructivas. Un c¨²mulo de paradojas que Sigfrid Monle¨®n consigue reflejar en El c¨®nsul de Sodoma, pel¨ªcula biogr¨¢fica sobre Gil de Biedma que tambi¨¦n es pura contradicci¨®n. A momentos estimables, incluso brillantes, le pueden suceder secuencias al borde de la verg¨¹enza.

Tiene momentos estimables y secuencias al borde de la verg¨¹enza

El c¨®nsul de Sodoma arranca fatal. Las primeras escenas, filmadas en Manila, donde el protagonista desarrollaba su trabajo para Tabacos de Filipinas, huelen a impostura, comenzando por una discutible fotograf¨ªa de corte a?ejo y color miel que va a marcar el resto del metraje, y terminando por una ambientaci¨®n, una interpretaci¨®n y unos extras que nunca logran dar verosimilitud al paseo por la degradaci¨®n de Gil de Biedma. Sin embargo, pasado cierto tiempo, la cadencia de una estructura alimentada a base de poemas recitados en off, que van marcando suceso a suceso, relaci¨®n a relaci¨®n, la vida del poeta, va edificando un entramado argumental que, a pesar de los vaivenes temporales, fluye bastante bien. Mientras, las conversaciones entre los escritores de su generaci¨®n deambulan entre la sinceridad de las charlas de estilo con Juan Mars¨¦ (tanto de vida como de literatura) y la forzada solemnidad sentenciosa de ciertos di¨¢logos pol¨ªticos.

Fiel a su costumbre, Jordi Moll¨¤ arriesga con un papel de composici¨®n que al principio provoca alzamiento de la ceja, pero que logra convencer por su huida de la imitaci¨®n y por saber reflejar una extra?a mezcla de dolor y ternura. As¨ª, su trabajo y los espor¨¢dicos aciertos de Monle¨®n acaban reviviendo a todo un personaje que arrastra por su diversidad, por su potencia: "Un maric¨®n inteligente", como lo define, de forma m¨¢s elogiosa que insultante, un polic¨ªa de la Brigada Pol¨ªtico-Social. Un hombre brillante, esencialmente contradictorio, que se hace carne en el temerario ¨²ltimo plano de la pel¨ªcula, quiz¨¢ soberbio, quiz¨¢ kitsch, quiz¨¢ camp: Gil de Biedma es un muerto en vida que ya no puede actuar, s¨®lo observar, al ritmo del Always on my mind de los Pet Shop Boys. "Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender m¨¢s tarde", escribi¨® el poeta. Menudo epitafio.