Toru Arakawa, un japon¨¦s de la memoria
Viaj¨® a Espa?a para ayudar a exhumar fosas de la Guerra Civil
Hac¨ªa tres meses que la familia de Antonio Castro, un vecino del municipio coru?¨¦s de As Pontes, no recib¨ªa se?ales de vida de Toru Arakawa. Antes, el japon¨¦s contestaba puntualmente todos los mensajes que le enviaban desde Galicia, por lo general pregunt¨¢ndole alguna receta jardinera para mantener vivo el bons¨¢i que ¨¦l mismo les hab¨ªa regalado en 2006.
En fin de a?o, alarmados por el silencio, los Castro telefonearon al hijo de Toru, que vive en Chicago. Y ¨¦ste les anunci¨® que hab¨ªa muerto en Niigata (Jap¨®n) de un infarto el 5 de octubre. "Ten¨¦is que disculparme. No s¨¦ la clave [del correo electr¨®nico] de mi padre y no he podido contestar los mensajes. Estaba muy malo del coraz¨®n pero a los de casa nos pidi¨® que no lo dij¨¦semos".
Sobre todo, Toru Arakawa no quer¨ªa que se supiese en Espa?a. Como todos los a?os desde que abri¨® su primera fosa de la Guerra Civil, este verano pensaba volver a trabajar con la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica (ARMH) fundada en Ponferrada y con cualquier otro colectivo por la causa que se terciase.
Toru Arakawa era el japon¨¦s de la memoria. El a?o del bons¨¢i de los Castro, es decir, 2006, cumpli¨® el sue?o de su vida. Llevaba m¨¢s de una d¨¦cada prepar¨¢ndose para viajar a Espa?a. Primero con las cintas de castellano f¨¢cil que escuchaba a diario por las ma?anas, despu¨¦s con los libros de Manolito Gafotas, y m¨¢s tarde con Lorca, Machado y muchos ensayos sobre la Guerra Civil. Con 68 a?os y ya jubilado de su empleo como profesor de ingl¨¦s ley¨® en un peri¨®dico japon¨¦s una noticia sobre las primeras fosas de la Guerra Civil que se estaban abriendo en Espa?a. El art¨ªculo hablaba sobre la ARMH leonesa, y su mujer se qued¨® con la boca abierta, sin comprender nada.
Recorri¨® 20.000 kil¨®metros y se present¨® en Ponferrada con el recorte. A los pocos d¨ªas, empez¨® a trabajar como voluntario en la fosa de As Pontes. Sus primeros rescatados de la guerra fueron cuatro esqueletos. Los de la familia Ramos Ferreiro: un matrimonio, todav¨ªa con las alianzas de boda, y dos de sus hijos, rematados en su propio hogar por los falangistas. Al verlos, Toru llor¨® como un ni?o, y desde entonces ech¨® una mano en todas las exhumaciones que pudo.
El d¨ªa que las familias de los desaparecidos de la guerra entregaron el censo de las v¨ªctimas al juez Garz¨®n, 143.353 nombres, Toru viaj¨® a Madrid s¨®lo para observar, frente a la Audiencia Nacional. No quer¨ªa perderse el momento, porque desde su pa¨ªs, antes de viajar aqu¨ª por primera vez, nunca hab¨ªa comprendido c¨®mo las fosas de la guerra no llevaban a?os abiertas.
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