Aburr¨¢monos todos
Probablemente les suene algo la presidencia checa de la UE, que comenz¨® hace ahora un a?o. Haciendo memoria, seguro que recuerdan los desvar¨ªos euroesc¨¦pticos de su presidente, V¨¢clav Klaus, o el hecho de que el primer ministro dimitiera en mitad de la presidencia y el Gobierno quedara en funciones. S¨ª, tambi¨¦n hubo una cumbre con Obama en Praga, pero el sentir de la mayor¨ªa de los diplom¨¢ticos que participaron fue que dicha reuni¨®n s¨®lo sirvi¨® para confirmar a Obama que la Europa de las 27 caras desconocidas en torno a una gran mesa no es un aliado estrat¨¦gico para Estados Unidos. Luego comenz¨® la guerra de Gaza, y la UE fue una vez m¨¢s absolutamente inoperante a la hora de forzar a ninguna de las dos partes a sentarse en una mesa de negociaci¨®n.
Si nadie recuerda nuestra presidencia, es que lo habremos hecho bastante bien
A los que recuerden s¨®lo vagamente la presidencia checa, es casi seguro que la memoria no les fallar¨¢ a la hora de recordar la francesa. Eso s¨ª, la proyecci¨®n medi¨¢tica internacional del Rey Sol Sarkozy se bas¨® en la combinaci¨®n de dos elementos inusuales: un ego a prueba de bombas y las propias bombas, rusas y georgianas, que comenzaron a caer nada m¨¢s inaugurarse la presidencia francesa.
Muchos han considerado un ¨¦xito la gesti¨®n que hizo Sarkozy de la guerra de Georgia, ya que aparentemente consigui¨® que las tropas rusas no llegaran a Tbilisi y derribaran a Saakashvili. Secretamente, sin embargo, lo que muchos celebran es que la guerra no ocurriera bajo presidencia checa: si Par¨ªs fue incapaz de poner el territorio en disputa bajo mandato de la ONU, los m¨¢rgenes de actuaci¨®n de Praga hubieran sido incluso menores.
As¨ª que la presidencia checa era demasiado peque?a, la francesa demasiado grande (hasta tal punto que Sarkozy tuvo serios problemas de adicci¨®n para dejarla), y los problemas de continuidad de las agendas y de coordinaci¨®n demasiado evidentes de una a otra. Sumadas las asimetr¨ªas entre los tama?os y capacidades diplom¨¢ticas de los Estados miembros a las incertidumbres asociadas a la pol¨ªtica interna de cada pa¨ªs y a las imprevisibles crisis internacionales, las presidencias acababan siendo algo parecido a una ruleta rusa: nunca sab¨ªas qu¨¦ es lo que iba a salir. ?sa es la raz¨®n por la cual, durante las negociaciones de la Constituci¨®n Europea que llevaron al Tratado de Lisboa, se decidi¨® nombrar un presidente permanente del Consejo Europeo y reducir el papel de las presidencias rotatorias (especialmente en materia de pol¨ªtica exterior).
Por tanto, no hay nada de qu¨¦ lamentarse respecto a la evidente p¨¦rdida de protagonismo que para Espa?a ha supuesto la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, coincidiendo con la inauguraci¨®n de su presidencia. De hecho, lo mejor que Espa?a puede hacer es agravar esa p¨¦rdida de protagonismo apoyando con todos los medios el trabajo de Van Rompuy y de lady Ashton y reforzando su liderazgo en todas y cada una de las ocasiones en las que se presente la ocasi¨®n. Los primeros seis meses de rodaje del Tratado de Lisboa y de los nuevos cargos ser¨¢n cruciales para marcar la pauta de los pr¨®ximos cinco a?os. Cuando otros Gobiernos no tan europe¨ªstas asuman la presidencia rotatoria, no deber¨ªa haber vuelta atr¨¢s y la autoridad de los nuevos cargos deber¨ªa estar firmemente establecida. De ah¨ª la importancia de que Espa?a sea generosa con ellos. Afortunadamente, por el momento, Zapatero est¨¢ demostrando que su europe¨ªsmo es m¨¢s grande que su ego y que tiene m¨¢s intenci¨®n de servir a Europa que de servirse de Europa. Bien.
El Financial Times ha criticado el programa de la presidencia espa?ola por "anodino". Muchos dicen que es una cr¨ªtica injusta y se han apresurado a prometernos todo tipo de excitaciones durante la presidencia espa?ola. Pero a m¨ª me parece una cr¨ªtica no s¨®lo asumible, sino de la que estar orgulloso. Si no recuerdan ning¨²n logro de la presidencia sueca de la Uni¨®n Europea, a la que sucede la presidencia espa?ola, es que seguramente est¨¢n bien informados. Pero no se confundan, la presidencia sueca ha sido tan anodina como eficaz: ha desplegado un gran esfuerzo pol¨ªtico y log¨ªstico para coordinar las posiciones de los 27, lo que ha redundado en algunas mejoras marginales en la capacidad europea de tratar con las crisis (econ¨®micas o de pol¨ªtica exterior). Con los mismos mimbres, Espa?a tambi¨¦n puede hacer avanzar a la UE en algunos temas clave.
As¨ª que, imit¨¦mosles y, como se dice coloquialmente, hag¨¢monos un poco los suecos. Y si dentro de cinco a?os nadie se acuerda de nuestra presidencia, es que seguramente lo habremos hecho bastante bien, es decir, sin estridencias, con lealtad y con generosidad. La gloria, si acaso, que sea para Europa. Aburr¨¢monos todos en la lucha final.
jitorreblanca@ecfr.eu
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