Credibilidad gubernamental
Todos los partidos con pretensiones de gobernar, es decir, los que no se contentan con ser un lugar donde se guardan los tarros de las esencias, est¨¢n enfrentados a un dilema similar. Este dilema b¨¢sico impone a todos la necesidad de elegir entre gobernar o dramatizar los propios principios, entre resultar cre¨ªbles para que los electores les conf¨ªen el gobierno de todos o mantener una identidad que puedan monopolizar en la oposici¨®n, entre arriesgar en la b¨²squeda de nuevas adhesiones o asegurarse la unidad de la clientela habitual.
Me gustar¨ªa ejemplificar este dilema en el caso de los socialistas europeos. Tras los recientes fracasos electorales, comenz¨® a circular el argumento de que la crisis de la socialdemocracia se debe a que ha adoptado los esquemas ideol¨®gicos de la derecha. Al mismo tiempo, tanto en Francia como en Alemania los sondeos muestran que la mayor parte de los votantes socialistas estar¨ªan por una alianza con los partidos situados a su izquierda. Muchos votantes tradicionales de estos partidos han optado ¨²ltimamente por opciones "a la izquierda de la izquierda". A esto se a?ade el hecho de que la actual crisis econ¨®mica ha desatado una ola de cr¨ªtica social y no parece tiempo para matices. La historia nos ense?a que cuando las cosas van mal tendemos a concederle toda la raz¨®n a quien formula la cr¨ªtica m¨¢s severa (aunque no se sepa muy bien hacia qu¨¦ en concreto ni con qu¨¦ alternativas). Con este panorama era muy l¨®gico que aumentaran las presiones sobre los partidos socialistas para que realicen algo que podr¨ªa llamarse giro hacia la izquierda.
Los socialistas est¨¢n obligados a articular los imperativos de la justicia social y la credibilidad econ¨®mica
Ahora bien, como suele ocurrir con todas las decisiones pol¨ªticas, las cosas son m¨¢s complicadas de lo que parece. Las encuestas indican que en Alemania, por ejemplo, muchos votantes han huido en la direcci¨®n contraria; que la suma total de los votantes de izquierda ha disminuido; que algunos de esos partidos de la extrema izquierda rechazan cualquier colaboraci¨®n institucional; y tampoco hay que dar por sentado que todos los votantes ecologistas est¨¦n realmente a la izquierda de los socialistas.
En el fondo, la decisi¨®n real a la que se enfrentan los socialistas franceses y alemanes es la siguiente: elegir la funci¨®n del tribuno de la plebe o marcarse como objetivo volver al poder y gobernar. En el primer caso, esos partidos pueden radicalizar su discurso anticapitalista y aproximarse a los partidos que tienen a su izquierda; en el segundo caso, de lo que se tratar¨ªa es de conservar o recuperar una verdadera credibilidad gubernamental, incluida la credibilidad econ¨®mica, que es absolutamente necesaria para alcanzar el poder. Basta recordar que, en las campa?as electorales de Francia y Alemania, la cuesti¨®n de la competencia econ¨®mica de los candidatos fue el asunto crucial. Y parece razonable sostener que lo ¨²nico que podr¨ªa erosionar realmente a Zapatero (incluso tras la arriesgada experiencia de las reformas estatutarias o el fallido di¨¢logo con ETA) es la sospecha de que no fuera el m¨¢s competente para dirigir la crisis econ¨®mica.
Los socialistas est¨¢n obligados a articular los imperativos de la justicia social y la credibilidad econ¨®mica si quieren mantenerse en el poder o recuperarlo. Por supuesto que esta articulaci¨®n es particularmente dif¨ªcil, sobre todo en tiempos de crisis y d¨¦ficits, y que puede ser mal comprendida por los electores de izquierda. Pero si los partidos socialistas prefieren asumir el papel de guardianes de las esencias y pierden esa credibilidad econ¨®mica que es decisiva para la mayor¨ªa de los electores, se arriesgan a perder el poder o a quedarse mucho tiempo en la oposici¨®n.
Esto vale tambi¨¦n para los dem¨¢s y como un principio general de racionalidad pol¨ªtica. Los socialistas de Zapatero dieron un paso decisivo hacia la victoria de 2004 con unas propuestas para pactar con el gobierno de Aznar; el PP actual hace tiempo que ha interiorizado que el acceso al poder pasa por abandonar el tipo de oposici¨®n de la anterior legislatura, centrada en cuestiones de principio (por as¨ª decirlo), y postularse como m¨¢s fiable en materia econ¨®mica; el PNV, pasado el disgusto de perder el gobierno despu¨¦s de haber ganado las elecciones, se adentra por la v¨ªa del pacto y la colaboraci¨®n institucional. La l¨®gica que hay detr¨¢s de estas operaciones es algo m¨¢s que mero oportunismo (aunque la oportunidad es muy importante en pol¨ªtica); responde a la conciencia de que en pol¨ªtica hay que elegir entre mantener intactos los valores o participar en el juego. Y los partidos, cuando tienen suficiente madurez, terminan prefiriendo trabajar por algo que mantenerse en la indignaci¨®n.
Qu¨¦ c¨®modo es tener por adversario a un izquierdista demagogo, a una derecha autoritaria o a un r¨ªgido soberanista. En cambio, lo peor para los socialistas es que pierdan credibilidad gubernamental mientras la derecha gana credibilidad social; para la derecha, la mayor desgracia es que la izquierda parezca m¨¢s competente; y los nacionalistas no siempre aciertan a convencer de que son quienes mejor defienden los intereses de la naci¨®n. En todos estos casos, se produce una curiosa paradoja: mientras que los m¨¢s intransigentes resultan pol¨ªticamente inofensivos, los adversarios moderados acaban siendo los adversarios m¨¢s temibles.
Daniel Innerarity es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa en la Universidad de Zaragoza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.