Perder los papeles
En el Ayuntamiento de Vic, los tres principales partidos catalanes -CiU, PSC y ERC- que forman la mayor¨ªa de gobierno municipal, han decidido suprimir el ¨²nico reconocimiento institucional que les queda a los inmigrantes ilegales o sin papeles: el derecho a empadronarse. Uno de los pocos aspectos positivos de la crisis actual ha sido la escasa conflictividad. Esta calma social, que habr¨¢ que estudiar detenidamente porque tiene aspectos positivos pero tambi¨¦n negativos (la capacidad de la ciudadan¨ªa de encajarlo todo), parece m¨¢s meritoria en un pa¨ªs que ha vivido una escalada sin precedentes de la inmigraci¨®n extranjera. El t¨®pico dec¨ªa que un cambio de ciclo en el empleo provocar¨ªa un estallido de conflictos vinculados a la inmigraci¨®n. No ha sido as¨ª. Los voceros de la xenofobia han sido personajes relativamente marginales.
Me da igual que sea legal la decisi¨®n del consistorio de Vic, me parece igual de repugnante
Ahora, la mayor¨ªa de gobierno de Vic abre fuego contra el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil: el inmigrante ilegal. Dado que Vic es el Ayuntamiento de Catalu?a con mayor representaci¨®n de la plataforma xen¨®foba que lidera Josep Anglada, la correlaci¨®n es inevitable. La presencia de Anglada ha forzado a los ediles de la mayor¨ªa a cruzar la l¨ªnea roja. Mal precedente. Sobre todo a la vista de la d¨¦bil reacci¨®n de las direcciones de los tres partidos catalanes implicados. Ninguno de ellos ha pedido explicaciones a sus ediles, ninguno de ellos les ha recordado los principios democr¨¢ticos b¨¢sicos. Ha sido el ministro Corbacho, nada sospechoso de buenismo, que es la etiqueta descalificadora que utilizan aquellos que se sienten incomodados por los que tienen un prejuicio favorable a los perdedores, el que les ha advertido de la impropiedad de su gesto.
Pero si p¨¦sima es la decisi¨®n, peores son los argumentos. El alcalde de Vic ha centrado su argumentaci¨®n en la legalidad de lo hecho. Es una c¨®moda reacci¨®n que se repite cada vez que alguien toma una decisi¨®n discutible. La legalidad se utiliza como argumento definitivo para eludir el debate sobre la legitimidad o la oportunidad pol¨ªtica de la iniciativa o sobre la significaci¨®n moral de la misma. Se olvida deliberadamente que una cosa puede ser legal pero inaceptable desde criterios democr¨¢ticos. La consagraci¨®n del principio que dice que la moral es la ley es la mejor demostraci¨®n del triunfo absoluto del inter¨¦s privado sobre cualquier idea de inter¨¦s general o de bien com¨²n.
Me da absolutamente igual que sea legal o no la decisi¨®n del Ayuntamiento de Vic. Me parece igual de repugnante. En una sociedad en que la igualdad se ha convertido en una quimera, al inmigrante ilegal -esta terrible figura que niega la condici¨®n humana a una parte de los que habitan entre nosotros- s¨®lo le quedaba una forma de reconocimiento p¨²blico, un primer esbozo de ciudadan¨ªa: figurar en el padr¨®n. Era la ¨²nica posibilidad de ser algo m¨¢s que nadie: tener, por lo menos, el nombre reconocido en la lista de los habitantes de la ciudad. Primera y tibia promesa de una futura ciudadan¨ªa y puerta de acceso a la m¨¢s elemental atenci¨®n: la sanitaria.
Si precario es el argumento legal, m¨¢s grave es otro argumento que ha sonado estos d¨ªas: el econ¨®mico. Negar el derecho a la asistencia b¨¢sica a los ilegales como una forma de reducir gastos. Me he acordado de un taxista norteamericano que me justific¨® la pena de muerte por el dinero que se ahorraba al Estado al no tener que mantener al condenado.
Si la presencia de la ultraderecha en un municipio lleva a los representantes de estos tres partidos catalanes a tan penoso seguidismo, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas en que Anglada ha anunciado su intenci¨®n de aspirar a conseguir presencia parlamentaria? El mimetismo de la izquierda en materia de inmigraci¨®n, fruto del miedo a tener una pol¨ªtica propia que defienda por encima de toda la dignidad de las personas, es realmente preocupante. Ah¨ª est¨¢n las vallas de Ceuta y Melilla y las leyes de extranjer¨ªa como permanentes testigos de acusaci¨®n contra Zapatero y su Gobierno.
Hay, sin embargo, un atenuante para los ediles de Vic. Ahora que ya sabemos que los flujos migratorios siguen los impulsos del mercado y que el discurso de la avalancha es un recurso demag¨®gico que no se sostiene, queda m¨¢s claro que nunca que los problemas derivados de la inmigraci¨®n, que son en buena parte de convivencia, s¨®lo se pueden resolver desde la micropol¨ªtica, es decir desde el trato casi individualizado que s¨®lo puede ofrecer la pol¨ªtica local. Y ning¨²n Gobierno ha dado a los municipios el soporte en dinero, autoridad y recursos que requiere afrontar esta tarea crucial. Si no se dota debidamente a los ayuntamientos, otros pueden perder los papeles como los ediles de Vic.
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