Peliculeros
A riesgo de alimentar una pol¨¦mica que no deseo y de la que podr¨ªa beneficiarse una pel¨ªcula que desprecio, debo salir al paso de las declaraciones de Andr¨¦s Vicente G¨®mez publicadas en este diario con fecha del 8 de enero de 2010. Contienen tal sarta de mentiras y mala baba que no deben quedar sin respuesta. Y si eso publicita su engendro f¨ªlmico, pues con su pan se lo coma.
En primer lugar, mi disgusto no proviene del hecho de que A. V. G. no me encargara el gui¨®n de la pel¨ªcula, como ¨¦l dice. Esto es una burda falacia. Nunca habr¨ªa aceptado tal encargo, nunca mostr¨¦ el menor deseo de intervenir en un proyecto que desde el principio, desde antes incluso de que el primer tratamiento del gui¨®n (que ya presagiaba el dislate que finalmente ha sido) llegara a mis manos por mediaci¨®n de Agust¨ªn Villaronga, el primer director propuesto, que vino a consultarme lleno de dudas y malos presagios.
La solvencia, el rigor, la verdad y la belleza brillan por su ausencia en el filme sobre Gil de Biedma
?Estar casado con una criada es para el se?or productor una prueba de insolvencia?
En segundo lugar, este peque?o escritor tampoco est¨¢ dolido, como afirma A. V. G., porque en la pel¨ªcula "se muestran aspectos de su vida privada". ?Vida privada? ?Qu¨¦ entender¨¢ por vida privada el avispado productor? No voy a negar que estuviera en tal o cual sitio o que hiciera tal cosa o dijera m¨¢s o menos tal otra, como muestra de manera tan plana y sosa alguna escena, pero s¨ª afirmo que no hay nada (dejando a salvo la contenci¨®n mim¨¦tica y el buen hacer del actor) en esta burda parodia de los amores y desamores y de la gimnasia sexual (de la que por cierto abominaba hablar) del poeta Jaime Gil de Biedma, nada absolutamente, ni un solo plano, ni una sola frase, que tenga algo que ver con mi vida, ni privada ni p¨²blica. La raz¨®n es muy simple: a los guionistas y al director no les fue concedida la gracia de saber transmitir la verdad y la vida en una ficci¨®n. Porque a fin de cuentas, la cuesti¨®n es ¨¦sta: la solvencia profesional, el rigor en el trabajo, la exigencia en el logro de un cine que busque la verdad y la belleza brillan aqu¨ª por su ausencia.
He le¨ªdo estos ¨²ltimos d¨ªas algunos comentarios de gacetilleros que son aut¨¦nticas falacias. ?Pel¨ªcula valiente, temeraria, transgresora, que nos muestra al poeta desnudo de cintura para abajo? ?Cu¨¢nta miseria y gilipollez! Una peliculilla de Betty Boop podr¨ªa escandalizar m¨¢s. El poeta no fue ni quiso ser nunca un transgresor, ni un exhibicionista, ni un valiente y activo militante comunista sufriendo todo el santo d¨ªa por ser miembro de una familia riqu¨ªsima. Su pap¨¢ nunca visit¨® su apartamento. Pero es en la decantaci¨®n tendenciosa hacia su homosexualidad esgrimida como una bandera (nunca lo hizo), tan omnipresente y sombr¨ªa y apesadumbrada en toda la pel¨ªcula, tan insoportablemente plasta por reiterativa,
predominando en perjuicio de otros aspectos de la personalidad del poeta menos llamativos y morbosos, pero no menos interesantes, como su vitalidad desbordante y su alegr¨ªa, por ejemplo, lo que convierte su imagen cinematogr¨¢fica en una burda caricatura.
Pero volviendo a las falsedades de A. V. G., dice que las adaptaciones al cine de mis novelas me han dado m¨¢s dinero que el obtenido por publicarlas. Pues hombre, s¨ª, muchas gracias, no hay m¨¢s que ver el ¨¦xito inenarrable de esas adaptaciones, que han sido repuestas en la tele continuamente y han sido aclamadas y elogiadas por todos los p¨²blicos. La verdad es que algunas merec¨ªan un lugar en el benem¨¦rito y pat¨¦tico Cine de barrio de TVE, pero ni siquiera valen para eso. Mejor est¨¢n en el olvido. ?l las produjo.
Tambi¨¦n cae A. V. G. en la tentaci¨®n de insinuar maliciosamente, como ya hicieron otros muchos (¨¦sta es una vieja historia que divert¨ªa mucho a Jaime Gil), que el poeta intervino decididamente en la composici¨®n del personaje principal de una de mis novelas -en la pel¨ªcula parece como una obsesi¨®n ver-bal y sexual del poeta, de un modo rid¨ªculo: un ejemplo de hasta qu¨¦ punto los guionistas arrimaron el ascua a su sardina-.
La verdad es que, antes de publicarse la novela, Jaime Gil s¨®lo hab¨ªa le¨ªdo el ¨²ltimo cap¨ªtulo, en compa?¨ªa del poeta ?ngel Gonz¨¢lez. Pero donde aparece la rencorosa mala baba del productor es cuando dice que yo "era un peque?o escritor empleado en una joyer¨ªa y casado con la criada de una marquesa". Notable. Podr¨ªa ser el reclamo publicitario de su pr¨®-ximo engendro, un melodrama sobre el descr¨¦dito y el incierto futuro de los peque?os escritores que se casen con criadas.
Pero no deber¨ªa re¨ªrme, porque detr¨¢s de las palabras asoma la verdadera talla moral del sujeto que las pronuncia. Mi mujer fue la peluquera particular de Mar¨ªa Rosa Campos, amiga ¨¦sta de Jaime Gil y de ?ngel Gonz¨¢lez desde mucho antes de que yo conociera a ambos poetas. Pero da lo mismo, Joaquina pod¨ªa haber sido su criada, ?y qu¨¦? ?O es que estar casado con una criada es para el se?or productor una prueba m¨¢s de la insolvencia social, profesional y moral del peque?o escritor? ?Qu¨¦ tiene contra las criadas el se?orito Andr¨¦s?
Dice nuestro hombre no entender que uno "venda los derechos de sus obras y luego no le guste nada de lo que hacen y acabe mal con todos los directores". ?De verdad no lo entiende? Pues se lo voy a aclarar de una vez, y de paso que tomen nota otros posibles interesados en el asunto, otros que incluso han ido m¨¢s lejos al negarle al autor la libertad de opinar sobre la adaptaci¨®n de su obra, y calific¨¢ndole, si se atreve a hacerlo, de idiota p¨²blico, ignorante y mala persona, o imb¨¦cil. Pues bien, la explicaci¨®n no puede ser m¨¢s sencilla: yo vendo los derechos, no mi silencio ni mi criterio. Y cualquier escritor que se respete dir¨¢ lo mismo.
?En nombre de qu¨¦ debo callarme la boca? La arrogancia y la desverg¨¹enza de algunos peliculeros (cineastas es palabra que no merecen) llega hasta el extremo de creerse que al comprar mis derechos tambi¨¦n compran mi adhesi¨®n inquebrantable, y que su pel¨ªcula tiene que gustarme por narices. Y ya vale.
Para terminar dir¨¦ que no deja de ser curioso que la que m¨¢s me gusta, de entre todas las adaptaciones de obras m¨ªas, es una pel¨ªcula que no se hizo, pero que conservo gratamente en la memoria.
Juan Mars¨¦ es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.