El espect¨¢culo debe continuar
?Se tendr¨ªa que haber suspendido la Copa de ?frica tras el tiroteo a Togo? - El deporte trata de gestionar las tragedias bajo el fantasma de Heysel
"Show must go on", cantaban los Queen cuando todo el mundo sab¨ªa que a Freddie Mercury le quedaban meses de vida. Invocaban un mantra mil veces repetido en el mundo del espect¨¢culo, un lema tambi¨¦n gastado por el uso en el mundo del deporte desde que el presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) por entonces, Avery Brundage, lo puso en ¨®rbita en septiembre de 1972. "Games must go on", proclam¨® durante los Juegos de M¨²nich nada m¨¢s conocerse que el grupo palestino Septiembre Negro hab¨ªa asesinado a dos deportistas israel¨ªes, mientras a¨²n manten¨ªan secuestrados a nueve m¨¢s en su residencia en la villa ol¨ªmpica. El espect¨¢culo debe continuar, se argument¨® para no suspender la final de Heysel, hace casi 25 a?os, pese a que 39 aficionados del Juventus acababan de morir aplastados en las gradas. El espect¨¢culo debe continuar, volvi¨® a o¨ªrse desde mil bocas la semana pasada, poco despu¨¦s de que la guerrilla del FLEC atacara en Cabinda el convoy que transportaba a la selecci¨®n togolesa de f¨²tbol, los gavilanes a la Copa de ?frica matando a tres de sus componentes.
Platini se arrepiente de celebrar una victoria precedida por 39 muertos
Persiste la ilusi¨®n de que el deporte est¨¢ por encima de lo humano
Hace un par de d¨ªas, Samuel Eto'o, el delantero de Camer¨²n, telefone¨® a su amigo Adebayor, capit¨¢n de la selecci¨®n de Togo. "El f¨²tbol est¨¢ por encima de todo, incluso de la pol¨ªtica", le dijo el ex jugador del Bar?a. Adebayor le escuch¨® desde Lom¨¦. Su equipo se hab¨ªa retirado. "Ser¨ªa un error seguir", dijo el primer ministro de Togo, Gilbert Houngbo. "Ser¨ªa irresponsable fingir que no ha pasado nada y dejar el espect¨¢culo seguir".
Alimentan esa perseverancia tenaz, esa testarudez que aparentemente choca con el sentido com¨²n, con el debido respeto a las v¨ªctimas de la violencia, necesidades pr¨¢cticas -?c¨®mo devolver a las televisiones, a los anunciantes, las sumas ya avanzadas para el evento? ?qui¨¦n se har¨ªa cargo de las p¨¦rdidas?-, simplezas sentimentales -la competici¨®n inmediata como catarsis- y pol¨ªticas -?c¨®mo darles a los terroristas el gusto de reconocer su victoria inapelable suspendiendo la competici¨®n contra la que han atentado?- y, sobre todo, una ilusi¨®n, el mito de que el deporte, de que el f¨²tbol, est¨¢ por encima de lo humano, es el ¨²nico ¨¢mbito en el que las leyes de la realidad quedan en suspenso, la normalidad de la miseria se olvida, se instauran la ficci¨®n de la paz, la ilusi¨®n de una tregua. Es una religi¨®n. Cuando la realidad real, en forma de r¨¢faga de ametralladora, penetra en ese recinto, en el santuario de la fe ol¨ªmpica, futbol¨ªstica, la ¨²nica reacci¨®n que cabe es la estupefacta negaci¨®n de la realidad -aunque sea tan f¨ªsica como los seis muertos tras el ataque de Al Qaeda contra el equipo de cr¨ªquet de Sri Lanka que se dirig¨ªa al estadio de Lahore para jugar contra Pakist¨¢n en marzo de 2009-, la extra?eza, la condena que cierra el camino a la reflexi¨®n, a una pregunta: ?en realidad creemos que el deporte est¨¢ por encima de una realidad social de la que precisamente se nutre, a la que precisamente utiliza?
Poco despu¨¦s de terminar la final de Heysel, Bruselas, la Copa de Europa de 1985, en la que su equipo, la Juve, derrot¨® al Liverpool por 1-0, Michel Platini, entonces nada m¨¢s que un jugador de f¨²tbol, declar¨®. "Algo dentro de m¨ª muri¨®". Quiz¨¢s era su forma de defenderse de tantas cr¨ªticas como le llovieron por celebrar como si nada hubiera pasado -39 muertos en las gradas- el gol, marcado de penalti regalado, que dio la victoria a su Juve. Hace unos a?os, el entonces secretario general de la UEFA, Gerhard Aigner, desvel¨® que Platini era de los que se hab¨ªan opuesto a que el partido se jugara. Luego, desde su cargo de presidente de la UEFA, Platini, quien siempre ha mantenido que los jugadores saltaron al campo sin conocer el alcance de la tragedia, matiz¨® su posici¨®n. "El presidente nos pidi¨® a los futbolistas que jug¨¢ramos y creo que fue muy importante que lo hici¨¦ramos", dijo. "Si no hubi¨¦ramos salido al campo habr¨ªa sido peor, estoy seguro. Si el p¨²blico en el estadio, los italianos, hubieran sabido que hab¨ªa tantos muertos, habr¨ªan buscado vengarse".
"Lo sucedido en Cabinda, obra de bandidos armados y de quienes les cobijan, fue de una bajeza s¨®lo comparable a los atentados de M¨²nich 72", reaccion¨® el Ministerio de Asuntos Exteriores de Angola. "El acto es de una cobard¨ªa mayor si se piensa que se trata de un ataque a deportistas, que siempre han estado imbuidos de los mejores valores humanos, ajenos a los intereses de cualquier especie".
Cabinda, el bosque de Mayomb¨¦, donde Lobo Antunes vio monos con ojos humanos balance¨¢ndose en las ramas de los mangos, son 800 kil¨®metros cuadrados separados de Angola por una cu?a trazada por la regla y el comp¨¢s de las metr¨®polis para permitirle al Congo belga salida al mar y dividir al pueblo Bakongo bajo tres banderas diferentes. Cabinda, herencia del pasado colonialista, de la guerra fr¨ªa, de las guerras coloniales, peleada por tropas cubanas durante la guerra con Portugal, son las plataformas petrol¨ªferas de la Chevron en el Atl¨¢ntico, el 60% de la producci¨®n angole?a, que ya es superior a la de Nigeria, territorio cerrado a los visitantes, pabellones fortificados para los trabajadores del petr¨®leo, 40.000 habitantes, 10.000 soldados del ej¨¦rcito angole?o, una guerrilla, el Frente de Liberaci¨®n del Enclave de Cabinda (FLEC).
Cabinda es un estadio flamante erigido como un monumento al absurdo por una constructora de Shanghai, un c¨¦sped que se despega al menor soplo de la capa arenosa sobre la que ha sido fijado y menos de mil espectadores en el primer partido, Costa de Marfil, 0; Burkina Faso, 0.
Angola, pa¨ªs clasificado 161? de 173 en el ranking de desarrollo humano de la ONU, pa¨ªs sin escuelas, sin hospitales apenas, se ha gastado 1.000 millones de d¨®lares (unos 690 millones de euros) en la Copa de ?frica de f¨²tbol, seg¨²n Le Monde. Siguiendo la tradici¨®n de los pa¨ªses que organizan un gran evento deportivo, el r¨¦gimen de Luanda desea que la Copa sea un escaparate de su grandeza, de su poder, una muestra de su capacidad. La elecci¨®n de Cabinda como una de las cuatro sedes, la ciudad en la que deb¨ªa jugar Togo, precisamente, y por eso pasaban por all¨ª en autocar, no fue tampoco casual. Fue una elecci¨®n pol¨ªtica, un s¨ªmbolo, una sede decidida desde Luanda para mostrar al mundo su soberan¨ªa sobre un enclave muy rico y muy disputado. S¨ªmbolo contra s¨ªmbolo: el escaparate de la Copa de ?frica magnifica da a conocer a todo el mundo las acciones de la guerrilla del FLEC, m¨¢s activa en los dos ¨²ltimos meses, la verdadera situaci¨®n de Cabinda, el enclave olvidado. Todo, gracias al f¨²tbol, que no es una religi¨®n en las nubes que se alimenta del aire. Toda la realidad social, incluida la violencia, forma parte de su esencia.
El franc¨¦s Jean Marie Brohm, promotor de la cr¨ªtica radical al deporte, denunci¨® "la mistificaci¨®n ideol¨®gica del deporte", el falso concepto de que la magia de la competici¨®n trasciende y domina los latidos de la vida humana en la vida real. Lo hizo a ra¨ªz de los sucesos de M¨²nich 72, del ataque de Septiembre Negro y del frustrado intento policial de rescate, que acab¨® con 17 muertos, 11 de ellos ol¨ªmpicos israel¨ªes, y, sobre todo, de la respuesta del presidente del COI, Avery Brundage, de su "the Games must go on", de c¨®mo presion¨® para que continuaran las competiciones durante las largas horas de la toma de rehenes -s¨®lo suspendi¨® temporalmente los Juegos al d¨ªa siguiente, el 6 de septiembre, para celebrar el gran homenaje f¨²nebre en el estadio con las banderas a media asta-, de c¨®mo, en su homenaje fue capaz de equiparar el ataque terrorista con la previa expulsi¨®n de la racista Rhodesia (actual Zimbabue) de Ian Smith por la presi¨®n de los pa¨ªses africanos. "Hemos sufrido dos salvajes ataques pol¨ªticos", clam¨® Brundage. "Perdimos la batalla de Rhodesia contra la desnuda presi¨®n pol¨ªtica y hemos sufrido la operaci¨®n de la guerrilla que se ha cobrado 17 vidas".
A Angola se le ha criticado estos d¨ªas m¨¢s, sin embargo, por su incapacidad para garantizar la seguridad que por su apuesta arriesgada de montar una sede en Cabinda. "Sab¨ªan de las amenazas terroristas y no han sabido hacerles frente", dijo el presidente del Mundial de Sur¨¢frica, Danny Jordaan, r¨¢pido a la hora de distanciarse de sus vecinos.
Los gastos en seguridad comen cada vez m¨¢s del presupuesto general de los eventos deportivos. En los Juegos de Salt Lake 2002, celebrados a la sombra y bajo la psicosis del 11-S, coparon la cuarta parte de los gastos totales. Todo ser¨¢ poco para lograr que el espect¨¢culo nunca pare.
Una historia de tragedias
- 5 de septiembre de 1972. Ocho miembros del grupo palestino Septiembre Negro asaltan la residencia israel¨ª en la Villa Ol¨ªmpica de los Juegos de Munich, matando a dos deportistas y tomando a nueve rehenes, a quienes llevan a un aeropuerto. Un asalto fallido de la polic¨ªa alemana acaba con 15 muertos m¨¢s, nueve israel¨ªes, cinco palestinos y un polic¨ªa.
- 29 de mayo de 1985. Mueren 39 personas, en su mayor¨ªa aficionados del Juventus, aplastadas en las gradas del estadio de Heysel, en Bruselas, antes de la final de la Copa de Europa contra el Liverpool. El partido se jug¨® pese a todo. Gan¨® el Juventus 1-0.
- 15 de abril de 1989. 96 aficionados del Liverpool mueren aplastados contra las vallas del estadio de Hillsborough, durante el Liverpool-Nothingham. El partido se suspendi¨® en el minuto 7.
- 27 de julio de 1996. Dos muertos al estallar una bomba en el parque ol¨ªmpico de Atlanta, ocho d¨ªas antes de la clausura de los Juegos, que se siguieron desarrollando con normalidad.
- 3 de marzo de 2009. Asalto terrorista al equipo
de cr¨ªquet de Sri Lanka, en Lahore, donde iban a jugar con Pakist¨¢n. Siete muertos. El partido se suspendi¨®.
- 8 de enero de 2010. Miembros de la guerrilla independentista Frente de Liberaci¨®n del Enclave de Cabinda asaltan en Cabinda el convoy que transporta a la selecci¨®n de Togo a la Copa de ?frica de f¨²tbol. Mueren tres personas. Togo se retira de la Copa, que se juega de todas maneras.
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